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Domingo, 24 de julio 2022, 17:30
Deden ser esos, deben ser esos”, comentó una voz al ver a un minibús acercarse a la sede de Cruz Roja. Un murmullo de emoción recorrió a cada una de las trece familias que aguardaban con ansia la llegada de los niños saharauis. No era la primera vez que un bus despertaba expectativas entre los congregados, sin embargo, esta vez sí eran los tan esperados niños y los padres de acogida caminaron entusiasmados en dirección al lugar donde el vehículo se había aparcado.
Durante unos minutos todos se quedaron en silencio. La puerta del minibús se abrió, pero nadie se bajó. Una voz en español y dió unas instrucciones; otra voz, pero en un idioma diferente, las repitió, y entonces, tímidas y asustadizas empezaron a asomarse las cabezas de los niños saharauis. Así, cada uno de los niños del programa “Vacaciones en Paz” se bajó del vehículo y conoció a la que sería su familia de acogida.
Algunas de estas familias ya habían participado en el programa. Ese es el caso de Andrés Pablo y los suyos, que ya llevan alrededor de unos once años recibiendo niños saharauis durante el verano y que en esta ocasión tendrán la oportunidad de compartir con Habul un pequeño que, si bien no habla español, no tardó más de diez segundos en comunicarse con su pequeña hermana de acogida por medio de besos, abrazos y juegos.
Otras familias, la gran mayoría, son primerizas en el programa que organiza la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Salamanca. Ese es el caso de las amigas Cristina Filardo y Belén Fraile, que se apuntaron juntas para recibir a una niña cada una de ellas y que aseguraron estar muy emocionadas: “Vengo con mucha ilusión. Espero poder favorecer en algo a la niña. Además, creo que será algo muy bueno para todos. No solo para ella, sino para nosotros, especialmente para mis niños”, señala Belén que es madres de cuatro hijos, pero que tiene lugar en casa para una quinta durante este verano.
Como es habitual, tras finalizado el acto de bienvenida y entregados todos los papeles a los padres de acogida, cada uno de los presentes se llevó a casa a uno de los niños saharauis. Todos menos una persona... Una persona que no sé llevó un niño, sino a dos. Como todos los demás la madre de acogida, Rosa López, tenía asignado un niño para este verano, sin embargo, cuando otra familia tuvo que “echarse para atrás” y un niño quedó sin familia asignada, por lo que no podría venir a España, Rosa no lo pensó dos veces: “Les dije que no, que como se iba a quedar ese niño allá. Les dije que se venga, que para eso tengo dos manos, agarro a uno con una mano y al otro con la otra y listo”, comentó encantada de recibir a Alí y Sidahmed, dos niños que vinieron cada uno de un campamento distinto, pero que en España compartirán hogar.
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