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Domingo, 19 de abril 2020, 12:43
Conforme ha ido evolucionando la crisis sanitaria del coronavirus, la necesidad de equipos médicos, así como instalaciones, personal, UCI, se han situado en el ojo del huracán de los debates tanto en los medios como en la sociedad. De hecho, Sanidad ha dejado claro que no se puede privar a ningún paciente, por el mero hecho de tener una edad avanzada, de entrar a una Unidad de Cuidados Intensivos.
Sin embargo, las opiniones sobre cómo se está gestionando no solo este aspecto, sino la labor de los sanitarios no escapa a debates y el presidente del Colegio de Médicos de Salamanca, Santiago Santa Cruz, se ha mostrado muy crítico con los criterios para determinar quién puede tener acceso a una cama de cuidados intensivos y quién no, en caso de que sea necesario. Una reflexión que no ha gustado mucho en los círculos del Complejo Hospitalario de Salamanca y ha provocado la respuesta del jefe de Servicio de Medicina Intensiva, Víctor Sagredo, que está en primera línea de batalla contra el coronavirus. "No voy a entrar en las acusaciones a nuestro sistema sanitario de inhumano por el, a tu parecer, deficiente tratamiento sanitario dado a nuestros ancianos o en las situaciones de sobrecarga o abuso a tu parecer a los residentes o jóvenes enfermeros", ha empezado diciendo Sagredo en alusión a las palabras de Santa Cruz, en las que hacía alusión al "deficiente tratamiento sanitario que estamos dando a nuestros ancianos confinados en las residencias geriátricas, donde muchos de ellos están dejados a su suerte", llegándolo a calificar como "vergonzoso".
Dos posturas muy alejadas entre dos profesionales de la medicina en Salamanca que dejan abierto el debate sobre cómo se debe actuar en caso de circunstancias similares a las que ambos se refieren o cuál es la mejor manera de responder, desde el punto de vista sanitario, para reducir lo máximo posible el impacto de una pandemia como es el COVID-19.
Hace unos días el presidente del Gobierno en su comparecencia pública pidió a todos los ciudadanos un compromiso para superar esta crisis, empleando la célebre frase de JFK “no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”.
Hoy desde la atalaya de este Colegio, siendo esta mi opinión personal, quiero contribuir al llamamiento del presidente.
Son muchas y muy loables las cosas que estos días están realizando todos los sanitarios que trabajan frente a la pandemia y frente a cualquier otra enfermedad grave que no admite demora. Y aunque va mejorando la situación, aún seguimos los profesionales con unos materiales de protección insuficientes, asumiendo riesgos personales de contagio y para nuestros pacientes y familias.
También es cierto que los responsables de nuestros hospitales y centros de salud están haciendo todo lo posible por mejorar estas situaciones que nos han desbordado. Son muchas las contribuciones desde otros sectores, la Universidad Pontificia y la Universidad de Salamanca ofreciendo alojamiento en sus residencias, Caixabank ayudándonos para programas de apoyo al médico, la USAL fabricando pantallas protectoras, trabajando sus institutos en el diagnóstico y tratamiento de este virus, o la realización de pruebas de PCR, así como la sociedad en su conjunto aportando desde la obediencia incómoda al confinamiento, hasta el homenaje a todos los que trabajan por que estemos seguros.
Pero también hemos de ser autocríticos (y me incluyo en ello, pues seguro que podría dar más) y señalar el deficiente tratamiento sanitario que estamos dando a nuestros ancianos confinados en las residencias geriátricas, donde muchos de ellos están dejados a su suerte, como compruebo con las residencias que estoy tutorizando. Muchos no tienen un tratamiento adecuado por falta de médico y/o de medicamentos, aislados de sus familias (con lo que esto supone de sufrimiento para ellos y sus familiares), con un personal residencial al que no se ha instruido para atención en epidemias y peor protegido para el tratamiento de estos pacientes. Pero lo que más me duele es que se esté limitando la derivación al hospital de aquellos ancianos con infección severa o grave. Esto equivale a aceptar que su frágil naturaleza venza la infección o que se mueran y solos. Esto es “vergonzoso” para un país que presume de tener uno de los mejores sistemas socio-sanitarios.
También creo que es necesario la autocrítica de algunos sanitarios en los que ha podido más el miedo a la infección que su vocación de atención al paciente, pero mucho peor el de algunos sanitarios que se apoyan en médicos residentes o en jóvenes enfermeros contratados ante esta situación, para que sean ellos los que asuman actuaciones que más corresponderían a médicos o enfermeros con más experiencia: creo que aquí sí que se puede decir que hay que predicar con el ejemplo y que el buen compañerismo y la deontología son muy escasas .
Una autocrítica final que espero que se me entienda en positivo. Algunos pacientes ingresados tienen una actuación sanitaria defectuosa. En mi criterio la limitación del esfuerzo terapéutico ante el miedo de quedar sin camas de cuidados intensos para posibles nuevos casos que se pudieran aprovechar de este tratamiento está, desde mi punto de vista, fuera de toda ética y deontología. Todo paciente, salvo si está en una fase terminal de la vida o en agonía, tiene derecho a que le ofrezcan todos los medios a nuestro alcance para su curación y la limitación de ventilación asistida cuando quedan varios equipos sin usarse me resulta muy dolorosa e injusta. Para eso se han casi cuadriplicado las camas de intensivos y en ellas se está haciendo un grandísimo trabajo. No quiero cuestionar los criterios de tratamiento avanzado en unidades de cuidados intensivos, pero la interpretación o aplicación de los mismos debe de ser personalizada y en caso de duda siempre a favor del paciente.
Finalmente, termino pidiéndole a nuestro presidente del Gobierno que haga lo mismo con su equipo de gobierno, con su incapaz ministro de Sanidad, al que esta responsabilidad le ha desbordado desde el minuto 1, con sus expertos en pandemia, y que con una sana autocrítica corrijan aquellos errores y asuman de verdad las equivocaciones en que han incurrido y por las que tantos fallecidos y sanitarios infectados tenemos.
Estimado Santiago,
Tu reflexión, a propósito de la invitación del presidente Sánchez en su último discurso, es desde mi punto de vista criticable en muchas de las aseveraciones que realizas. No voy a entrar en las acusaciones a nuestro sistema sanitario de inhumano por el, a tu parecer, deficiente tratamiento sanitario dado a nuestros ancianos o en las situaciones de sobrecarga o abuso a tu parecer a los residentes o jóvenes enfermeros, sin embargo, como responsable del Servicio de Medicina Intensiva del Complejo Asistencial de Salamanca, me gustaría igualmente hacerte unas reflexiones sobre las aseveraciones realizadas en relación al tratamiento de los pacientes críticos.
Es fácil afirmar que la limitación del esfuerzo terapéutico para denegar el soporte ventilatorio a un paciente cuando está disponible no se sustenta en criterios éticos o deontológicos y nos acusas alegremente de realizar una actuación sanitaria defectuosa. Y es fácil sobre todo cuando no eres tú el que tienes que tomar esta decisión. Te aseguro que no lo es, y te lo aseguro porque tanto yo como todos mis compañeros que trabajan en la Unidades de Críticos lo hemos tenido que hacer diariamente, en repetidas ocasiones, con mucho dolor, con pena pero con criterios objetivos y con absoluto convencimiento de la misma.
Y esta afirmación que realizas lo único que refleja es un profundo desconocimiento no solo de la situación dramática que estamos viviendo sino también de la especialidad de Medicina Intensiva. Lo hacemos diariamente, desde que decidimos ser intensivistas, sin que tenga ninguna repercusión mediática como ahora y lo hacemos porque es parte de nuestro trabajo tomar decisiones de adecuación terapéutica.
Dicho esto y transcribo literalmente el “Documento de RECOMENDACIONES ÉTICAS para la toma de decisiones en la situación excepcional de crisis por pandemia Covid-19 en la Unidades de Cuidados Intensivos” de la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias, que cuenta además con el aval de la Sociedad Española de Medicina Interna: En la situación de pandemia global como la actual se produce, temporalmente, un desequilibrio entre las necesidades clínicas y la disponibilidad efectiva de los recursos sanitario. Esta situación excepcional se debe manejar como las situaciones de “medicina de catástrofe” aplicando una atención de crisis excepcional basada en el principio ético de la justicia distributiva y en la asignación adecuada de los recursos sanitarios.
Y me gustaría recalcarte algunos términos de esta afirmación que como ves no es mía, sino de la Sociedad Científica que me representa y apoya.
En primer lugar nuestra actuación sí se sustenta en criterios éticos, en uno de los cuatro principios fundamentales de la ética como es el principio de la justicia distributiva. Como estoy seguro conoces, nos enfrentamos a una enfermedad que cuando alcanza el grado de afectación que requiere ingreso en Una Unidad de Cuidados Intensivos se acompaña de una altísima morbimortalidad, esto significa que solo algunos pacientes se van a beneficiar de tratamiento intensivo y el ingreso y tratamiento de un paciente con escasa posibilidad de recuperación supone el no tratamiento de personas con mayor posibilidad de sobrevivir y recuperarse. Por esto el Triaje del ingreso en UCI, basado en criterios de ingreso claros y en principios de proporcionalidad, idoneidad y justicia distributiva consigue maximizar el beneficio terapéutico del mayor número posible de personas. En esta situación no debemos utilizar, como tú sugieres el criterio de temporalidad y tratar al primero en llegar.
En segundo lugar me gustaría recalcar el término “efectivo”. Es cierto que casi se ha cuadruplicado la capacidad de atender pacientes críticos, pero muchas de esas nuevas camas se han dotado con medios técnicos de ventilación y monitorización que nos permiten hacer una atención inicial, que no idónea, en estos pacientes con elevados requerimientos ventilatorios.
Por lo tanto, estimado Santiago, el poner en duda la actuación de tus compañeros de Cuidados Intensivos, considerándola como defectuosa y nuestra toma de decisiones como injusta y arbitraria es, cuando menos, poco apropiada para alguien que ostenta un cargo como el tuyo, Presidente del Colegio de Médicos, entidad que debería arropar y apoyar a todos sus colegiados en las difíciles y dolorosas decisiones que por desgracia algunos hemos tenido que tomar.
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