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Juanma Díaz y María Victoria Mateos comparten un gesto de optimismo. ALMEIDA
El sevillano con mieloma múltiple que ha encontrado una esperanza a su enfermedad en Salamanca

El sevillano con mieloma múltiple que ha encontrado una esperanza a su enfermedad en Salamanca

Juanma Díaz había probado sin éxitos seis tratamientos. En los últimos años ha estado viajando de Andalucía a Salamanca cada pocas semanas hasta que este enero escuchó por primera vez la frase: “La enfermedad está en remisión total”

Martes, 1 de febrero 2022, 17:30

No quería emocionarse demasiado pronto “porque es una enfermedad muy traicionera”, pero llevaba un tiempo en el que su cuerpo le decía: “Quillo, que esto está yendo bien”. Al sevillano Juanma Díaz le diagnosticaron un mieloma múltiple hace cuatro años. Desde entonces se ha sometido a seis líneas de tratamiento que han ido fallando una detrás de otra, pero a la séptima -un tratamiento que está ensayando el Hospital de Salamanca- ha escuchado por primera vez la estrofa más maravillosa del mundo: “Juanma, la enfermedad está en remisión total. No hay rastro de células tumorales en tu sangre ni en tu orina”.

Esto es algo que no he vivido nunca. Siempre había alguna mala noticia, pero las últimas analíticas han salido con unos niveles que jamás habíamos visto. La enfermedad está ahora mismo controlada. No quiero lanzar las campanas al vuelo para no llevarme decepciones, pero soy más optimista que nunca”, reconoce conteniendo el entusiasmo.

Los enfermos de mieloma múltiple repiten que “cuando te dicen que estás en remisión total no significa que estés curado porque se supone que esto es incurable y puede haber recaídas”. Las últimas investigaciones van encaminadas a convertir una enfermedad muy letal en una patología crónica que, si bien te obliga a llevar un tratamiento durante el resto de tu vida, te permite hablar del resto de tu vida.

La fórmula que está obrando la magia con Juanma forma parte de los llamados ‘tratamientos biespecíficos’ que se administra con una inyección cada 15 días. “Por hacer una comparación sencilla: en la terapia CAR-T lo que hacen es extraer tus linfocitos T, entrenarlos en un laboratorio para que sepan combatir el cáncer, y luego volver a meterlos en tu organismo cuando ya están reprogramados. En cambio, el tratamiento que están probando conmigo es similar, pero sin necesidad de extraer tus células. Con unos pinchazos subcutáneos en la barriga consiguen espabilar a los linfocitos y que combatan las células tumorales”, explica el propio afectado. ¿Funciona? “Llevaba diez ciclos y me sentía bien, pero en la última analítica ya no aparecen células cancerígenas, así que el subidón al oír a Mariví es indescriptible”.

“Soy un privilegiado”

‘Mariví’ -como la llaman sus pacientes- es la hematóloga María Victoria Mateos. Una eminencia mundial nacida en Zamora, formada en Salamanca y pretendida en todo el planeta. “Mariví es un auténtico genio, pero no es solo eso. Luego está el trato. Es que estamos hablando de una profesional a la que España se le queda chica y, sin embargo, te trata con una humildad y una sencillez que a veces hasta te emociona”.

Desplazarse desde Sevilla a Salamanca cada dos semanas se puede enfocar de dos maneras. “Es muy pesado, y más aún cuando en pandemia no había hoteles y teníamos que hacer la ida y vuelta en el mismo día, pero en el fondo es un privilegio porque no todos los enfermos tienen la oportunidad de estar en manos de la doctora Mateos”, reflexiona Juanma. “Claro que me gustaría poder tratarme en Sevilla, pero el nivel de Mariví no lo hay en Andalucía ni en otras comunidades. Contar con una doctora así es un lujazo. No para el Hospital de Salamanca, sino para España en general. Me consta que le han ofrecido millonadas por irse a otros países, pero está aquí y es una suerte increíble para nosotros”, defiende.

A la hora de referirse a su hematóloga habla con una mezcla entre el respeto y la devoción. “Ella siempre nos habla de usted. A mí me cuesta, porque soy muy de tutear. A veces se me escapa un tú y se lo digo, que me perdone, pero le aseguro que el respeto que siento por esa mujer no se mide con el ‘usted’ y el ‘tú’. Yo he sido profesor y a los chavales siempre les digo que no me llamen ‘don’ ni nada parecido, sino que me respeten de otra manera. Pues en esas otras maneras que hay de respetar es difícil tener más admiración que la que sentimos en mi familia por la doctora Mateos”. ¿Llega ese vínculo a pisar el terreno de la amistad? “Me gustaría creer que sí. La doctora, desde luego, está siempre pendiente de mí, pero también de mi mujer, porque sabe que la figura del cuidador es muy importante. Si algún día no pueden acompañarme se interesa por ella y eso dice mucho de su calidad”. Precisamente uno de las ilusiones que tiene Juanma cuando su estado físico sea aún mejor es la de “hacer turismo por Zamora, que es la tierra de Mariví, en homenaje a ella”.

El momento más duro

El mayor mazazo -confiesa- durante este duro proceso fue cuando iba a someterse a una terapia CAR-T y hubo que suspenderla casi en el último momento. “Me salió un bulto al lado del cerebro (plasmocitoma) y me dijeron que era peligroso porque al administrar el CAR-T pueden expanderse los órganos. Si a mí me pasaba eso, o me mataba o me dejaba afectado cerebralmente. Eso fue en agosto y fue durísimo. Allí sí llegué a pensar que no me iba a curar nunca, porque además veía como a otros enfermos que les administraban el CAR-T les iba muy bien. La enfermedad resurgió, me mandó de nuevo a la silla de ruedas... Pero bueno, son dos días de luto y de nuevo otra vez a tope”. De hecho, aunque el actual tratamiento -el séptimo- está funcionando-, Juanma se guarda en la manga una baza para su moral: “Ahora que el bulto en mi cabeza ha desaparecido, si hubiera que recurrir a otra línea de tratamiento ya podría volver a recurrir a ese CAR-T. Mariví me recuerda que mis células están ya ahí extraídas, congeladas y preparadas para lo que hiciera falta. Espero que no haga falta, pero siempre confiaré en ella”.

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