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Sábado, 2 de octubre 2021, 12:49
La angustia reflejada en la voz al otro lado del teléfono, entrecortada por momentos mientras relata lo duro que está siendo ver como el volcán de la Palma se lleva por delante el esfuerzo de toda una vida, de cientos de personas. El macoterano Toño Madrid Jiménez y su pareja, Luis, son dos de los afectados por el rastro de absoluta destrucción que deja a su paso el Cumbre Vieja.
“Estoy muy nervioso desde que explotó el volcán, me hundo muy fácil y llevo llorado tanto” comenta. “Tenemos una tapicería en Los Llanos de Aridane, en la carretera de Puerto Naos, yo soy pensionista, y la tapicería de momento está en pie. Mi casa está en Las Manchas, al lado de Todoque, y la he perdido, no tenemos acceso a ella, hay 40 metros de lava hacia arriba, es imposible llegar allí y me han dicho que todavía no la ha pillado pero está entre medio de la lava y ahora ha salido otra lengua nueva y dicen que va hacia el taller. Para llegar a casa teníamos que pasar por Todoque a la fuerza y eso lo ha arrasado”, añade.
Toño, como le conocen en la isla y también en su pueblo, Macotera, recuerda cómo cambiaron sus vidas el pasado 19 de septiembre. “Nos avisó la Guardia Civil que ese día fue por casa por casa en Las Manchas. Llevábamos días sintiendo temblores, nos levantábamos de la cama con terremotos y ya el domingo que reventó nos desalojaron sobre las 12:00 y a las 15:12 horas explotó el volcán. No nos dio tiempo a sacar nada e incluso después tuve que comprar un poco de ropa. Salvamos solamente los animalitos que tenemos, que pudimos meter en la furgoneta que tenemos para la tapicería, los pájaros, la tortuga y mi perrito que va el primero, es parte nuestra”.
“Los cuatro días siguientes no había nada, todo el mundo estábamos con la psicosis y pudimos coger un apartamento como un favor y nos cobraban 50 euros diarios. Después tuvimos que dejarlo y nos quedamos en el taller y finalmente un cliente nuestro, director del hotel Las Olas en Santa Cruz de la Palma, al otro lado de la isla, nos ofreció un apartamento en el complejo del hotel y nos lo ha dejado baratísimo por un mes y estamos aquí”, explica Toño Madrid.
“Mi compañero, Luis, tiene que atravesar la isla a diario, por la mañana temprano y venir por la noche. El volcán está justo enfrente de la tapicería y se ve perfectamente, en primera línea de volcán y él es el que me trae noticias de cómo está aquello. No pongo la tele ya porque me deprimo mucho, nos conocemos todos, es nuestra zona y vas viendo como las casas de todos tus conocidos van cayendo y es penoso” afirma.
El volcán ha sacado el lado más solidario de miles de personas pero también la bajeza de otras que intentan hacer negocio a costa de la tragedia. “Es increíble la cantidad de sinvergüenzas que nos hemos encontrado, subiendo el doble los alquileres. Nos querían alquilar una casa debajo mismo del volcán por 800 euros y otro que nos quería meter en una casa con okupas. El banco también nos ha llamado porque estamos pagando un préstamo todos los meses religiosamente y me dicen que lo paralizaban pero luego añaden dos meses más de cuota. Queremos ayudar a nuestros clientes, nos dicen, eso es lo que está pasando, la sinvergonzonería que no se ve en la tele”, cuenta.
Plantear el futuro cuando el volcán no ha cesado su actividad es, por ahora, imposible. Toño y Luis siguen en la isla bonita que se enfrenta ahora a una de las peores tragedias de la historia y a la que ambos tanto aman.
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