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Lunes, 22 de agosto 2022, 20:06
La realidad de la mayoría de municipios salmantinos es preocupante. En más de 300, el porcentaje de mujeres está por debajo del 50%. Sin embargo, los que más inquietan son los que cuentan con una proporción de una mujer por cada dos hombres. Alrededor de una decena de municipios se hallan en esta situación.
El caso más llamativo es el de Villar de Gallimazo, noticia en los últimos días al ser el pueblo de origen de Mario García Romo, atleta y medallista de bronce en los últimos Europeos. De acuerdo a los datos de 2021, el municipio cuenta con 210 empadronados, de los que únicamente 69 son mujeres y el resto, 141, hombres. El alcalde, Sergio González, reconoce que existe una diferencia entre ambos géneros, pero que en los datos influye que hay una comunidad de Malí asentada en el pueblo y que trabajan en el campo, unas cuarenta personas y todos varones, lo que desequilibra aún más el balance.
El caso de Villar de Gallimazo es aún más llamativo porque, a diferencia de otras localidades, allí sí hay trabajo. Una fábrica de embutidos que da empleo a medio centenar de personas, otra de muebles, además de un almacén de fresas, a lo que se suman las tradicionales explotaciones agrarias. “La inmensa mayoría de los trabajadores no residen en el pueblo, lo hacen en otros o en la ciudad”, explica Sergio González, que apunta que el principal problema es la ausencia de viviendas. “No tenemos casas en alquiler adecuadas para acoger a familias. Cuando alguien viene a trabajar, primero busca algo temporal y luego, si acaso, se plantea comprar”, asegura. Por eso reclama a las administraciones un verdadero apoyo. “No nos hacen caso porque es más costoso para ellas mantener 20 pueblos que la gente se vaya a la ciudad a vivir”, afirma.
La Cabeza de Béjar también forma parte de los pueblos salmantinos con menos mujeres empadronadas. Cándido Sánchez, teniente de alcalde de la localidad, reconoce que hace 40 años había más mujeres que hombres en el pueblo, situación que ha cambiado por completo ahora —21 mujeres por 39 hombres—. Afirma que hay que fomentar la llegada de mujeres jóvenes, aunque admite que la posibilidad de trabajar se reduce. “Aquí solo trabajan los cuatro o cinco ganaderos, el resto está ya jubilado. Y el campo está cada vez peor, así que es muy difícil incentivar a los jóvenes”, señala. La esperanza de la localidad reside en la reciente apertura del bar, un negocio que puede ayudar a fijar población. “Hay que hacer algo para que el pueblo tenga futuro”, subraya.
Por el censo, es el que tiene una peor proporción de mujeres, 24 por 53 varones. Sin embargo, la realidad es que solo viven en la localidad unas 15 personas durante todo el año y el peso entre géneros están más igualados. “Hay más personas censadas, pero generalmente solo acuden al pueblo a hacer las tareas del campo, no residen de forma continuada”, apunta Fonsi Sánchez, la alcaldesa. Recuerda que no hay servicios como guardería o colegio, ni autobuses de transporte suficientes, por lo que la gente se marcha. “Sin servicios es imposible atraer a familias, además de que sin ellos apenas hay oportunidades de empleo para las mujeres”, denuncia la alcaldesa de Canillas de Abajo.
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