

Secciones
Destacamos
Martes, 16 de noviembre 2021, 10:02
Joaquín Marcos es la quinta generación de una familia de panaderos salmantinos y nunca había vivido una situación como la actual, en la que se ven obligados a subir los precios por el encarecimiento de la luz, de los combustibles y, fundamentalmente, por el alto coste de la harina. Ha decidido que el lunes las piezas que produce en Arapiles y que se venden en las tiendas de media Salamanca se cobrarán 10 céntimos más caras. Otros compañeros ya han repercutido estos costes y el resto piensa en hacerlo próximamente.
“Pensamos en aplicar la subida en enero, pero nos resulta imposible”, subraya en relación al aumento de los costes fijos que asume desde hace semanas. “Hasta ahora no hemos repercutido los sobrecostes a los clientes, pero ya no podemos aguantar más. Nunca había vivido una situación como esta, nunca he tenido que subir un 10% el producto”, lamenta el panadero, presidente de la asociación de profesionales de Salamanca Aspan.
Explica que desde el 27 de octubre, la última vez que compró harina, ha subido 45 euros la tonelada. “Estoy preocupado porque no veo techo a esta situación. De hecho en las fábricas de harina no nos dan precio de una semana para otra”, lamenta el profesional. Es consciente de que el encarecimiento del pan, un bien de primera necesidad, afecta directamente a la población más afectada por la crisis de la covid, así como a los hosteleros, “que vienen de varios meses de cierres durante la pandemia”. No sabe si por 10 céntimos los clientes dejarán de comprar su producto, pero los márgenes de beneficio han desaparecido después de la brutal subida del precio de la luz y del combustible, que se utilizan para hornear y repartir el pan, así como de su principal materia prima: la harina.
Hay pocos precedentes de la crisis que sufren en este momento los mercados debido a una combinación de factores. Por un lado se encuentra el encarecimiento de los costes del transporte internacional por el súbito incremento de la demanda y la falta de contenedores, que están “bloqueados” en puertos asiáticos y de Estados Unidos, fundamentalmente. Por otro lado, se encuentra la incapacidad de las fábricas para ajustar la producción al alza de la demanda tras la pandemia y, por último, el incremento de la energía. Todo ello ha provocado subidas en los cereales y las harinas, además de la falta de materias primas como los microchips, el cartón y los polímeros que obligan a reducir la producción de vehículos, de bebidas alcohólicas y hasta de juguetes. Además, el miedo a un apagón eléctrico ha disparado la compra de hornillos, que se han agotado.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a B. H.. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.