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Lunes, 21 de febrero 2022, 12:18
Sin haber concluido sus estudios, Isaac Motos Bermúdez se topaba con serias dificultades para encontrar trabajo. “No tenía ninguna base. Por temas de salud de mi padre y para ayudarlo en su trabajo de proveedor de complementos a nivel nacional, tuve que dejar los estudios en segundo de la ESO”, explica. “Después quise retomarlos, pero viajando con mi padre no encontraba la forma”. Su situación no difiere mucho de la de los desempleados que el pasado año participaron en los cursos del Centro de Formación y Orientación Laboral (CEFOL). Cuando este joven gitano acudió a este servicio del Ayuntamiento de Salamanca para que le ayudasen a encontrar un empleo, no podía imaginar que en apenas dos años trabajaría como conserje en el Museo de Historia de la Automoción, ni que la formación complementaria que recibiría durante el proceso le permitiría salvar la vida de una persona siendo todavía un aprendiz.
Algunos funcionarios municipales aún le recuerdan como el joven “becario” de conserje que le salvó la vida a un usuario del centro municipal Juan de la Fuente. “Me gusta el trato con la gente, no estar detrás de un teléfono o escondido en una oficina. Así que, entre más candidatos, fui una de las nueve personas que escogieron para hacer el curso de conserje”, recuerda. Tras dos meses de formación teórica, a finales de 2019 comenzó a hacer prácticas en la Alcaldía. Posteriormente, continúo aprendiendo en el centro de acción social situado a escasos metros de la Gran Vía. Apenas llevaba dos días y mientras atendía la recepción, observó que algo le estaba ocurriendo a un hombre que se encontraba cerca. “Sin pensarlo, salí de la cabina como un loco a por el señor que iba a desplomarse. Pocos días antes habíamos recibido un curso de atención en emergencias de Cruz Roja. Yo decía esto nunca lo voy a utilizar, y mira”, recuerda Isaac. Aunque no tardó en llegar la ambulancia, tumbó al usuario que cayó desfallecido y comenzó a aplicarle la reanimación cardiopulmonar. “Me tiré con él en el suelo. La imagen del chico que llevaba dos días de prácticas con aquel señor tirado en el suelo era un poco extraña, pero a mí lo que me importaba era ayudarle”, narra orgulloso. Aquel hombre regresó semanas después para agradecerle su intervención.
Han pasado casi dos años desde aquella experiencia. Acabaron el curso y las prácticas, y poco después llegó la pandemia, un mal momento para salir de las listas del paro. Sin embargo, gracias a la formación que recibió a través del CEFOL, la empresa con la que había trabajado le llamó el pasado septiembre para trabajar como conserje en el Museo de Historia de Automoción. “Les gustó mi forma de trabajar. Me decían que no me podían perder. Y en diciembre me contrataron para una sustitución de nuevo. Me dijeron que, cuando se me acabase éste, me van a hacer otro contrato solo para mí”, comenta ilusionado.
Basta oírle hablar para saber que le encanta su trabajo. Ahora, este joven de 22 años se encuentra de baja por paternidad. Hace pocos días que nació su hija. Tiene otro de poco más de un año. Este último parto no fue fácil para su mujer. Tuvo una cesárea. Y su ayuda es ahora muy necesaria en casa, pero tiene claro que no va a consumir los cuatro meses de permiso. “En cuanto pueda, quiero volver”, recalca.
Isaac Motos Bermúdez es gitano. No es una información necesaria en la historia de una de las cientos de personas que cada año pasan por el Centro de Formación del Ayuntamiento, dependiente de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, con Ana Suárez a la cabeza. Sin embargo, él mismo insiste en que no solo no le importa que ese detalle acompañe su historia, sino que quiere expresamente que se diga. “Estoy muy orgulloso de ser gitano, y me gustaría que se pudiera romper ya esa fama y esos falsos tópicos que hay sobre nosotros. Trabajamos, cotizamos, como cualquier otro”, remarca. Personas con poca cualificación, como fue Isaac, víctimas de violencia de genero, personas con discapacidad, desempleados de avanzada edad o inmigrantes son algunos de los perfiles, aunque no los únicos, a los que el CEFOL trata de facilitar la inserción laboral. De 1.023 casos, en 2021 lo consiguió en 740 de ellos.
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