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Martes, 18 de mayo 2021, 22:52
Hasta el 16 de junio puede verse en la plaza de Anaya “Empieza el espectáculo. Georges Méliès y el cine de 1900”, muestra que explica el nacimiento del cine y rinde homenaje a quien ha sido considerado como su primer ilusionista. La exposición, de acceso gratuito, fue presentada ayer por la concejala de Cultura, María Victoria Bermejo; el director de Área de Negocio de CaixaBank en Salamanca y Zamora, Carlos Arruti; la delegada de la Fundación “la Caixa” en Castilla y León, Rosa Gómez, y el comisario de la exposición, Sergi Martín.
La muestra propone un viaje en el tiempo. Traslada a los visitantes a una feria en el cambio de siglo, con sus barracas y su ambiente de fiesta. Fue en ese entorno donde el cine tomó forma como espectáculo con diversión y emociones. En buena medida, fue gracias a Georges Méliès, que supo entender qué quería la gente y cómo hacerla soñar y distraerse. Sus películas marcaron el camino que siguieron los primeros cineastas, en Europa y en Estados Unidos.
Méliès (1861-1938) fue dibujante, mago, constructor de artefactos, director de teatro, actor, decorador y técnico, y también productor, realizador y distribuidor de más de 500 películas para divertir al público. Reinó en el mundo del género fantástico y del trucaje cinematográfico durante casi veinte años, y su contribución al séptimo arte fue fundamental: introdujo el sueño, la magia y la ficción en el cine, cuando este aún estaba en pañales y era únicamente documental.
Los distintos espacios expositivos de la muestra descubren cómo era el mundo y el ocio de aquella época, además de las claves para entender la importancia de Georges Méliès. Se pueden ver varias películas de Méliès, una selección de films de los hermanos Lumière, copias de fotografías de la época y reproducciones de carteles, una maqueta del estudio de Méliès en Montreuil, la carpeta fantástica de Houdin, y aparatos como el cinematógrafo de los hermanos Lumière.
Hay un espacio final dedicado a la mítica película de Méliès “El viaje a la Luna”, de 1902, que fue vista por millones de espectadores y es una de las más importantes de la historia del cine. Al principio, los feriantes no querían comprarla. Consideraban que era demasiado larga (duraba más de 15 minutos). Méliès preparó una proyección de muestra y el éxito fue espectacular. Desgraciadamente, la expansión de la industria cinematográfica y la aparición de empresas como Pathé y Gaumont llevaron a Méliès al olvido. En 1923, totalmente arruinado, destruyó los negativos de todas sus películas y acabó vendiendo juguetes en la parisina estación de Montparnasse. El periodista Léon Druhot lo reconoció allí mismo y desde entonces su obra empezó a ser valorada y recuperada de nuevo.
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