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Martes, 19 de julio 2022, 22:05
El escultor Javier López del Espino (Lucena, Córdoba, 1985) se encuentra en plena expansión internacional.
–Empezó su carrera como escultor con imágenes religiosas. ¿Qué opinión tiene de la imaginería de Salamanca?
–La imaginería de Salamanca me parece extraordinaria. Toda la imaginería que hay en Castilla es muy interesante: partiendo del renacimiento hasta el barroco y pasando por la época manierista. Juan de Juni es muy importante. O Luis Salvador Carmona, que tiene una “Piedad” en la Catedral de Salamanca y ha sido uno de los imagineros referentes para mí.
–Nacer en Andalucía ha marcado su carrera.
–Soy imaginero porque nací en Andalucía. Si hubiera nacido en Barcelona, quizás no habría tirado por la imaginería. La Semana Santa en Andalucía tiene un peso específico cultural muy importante. Yo arranco con la imaginería y hoy en día sigo con ella, pero también con proyectos de carácter civil, con obras que estamos haciendo para EEUU, México, República Dominicana o Emiratos Árabes.
–Háblenos de estos proyectos internacionales.
–He terminado hace pocos meses una obra del jeque más importante de la historia de los Emiratos Árabes Unidos, el Jeque Zayed bin Sultán Al Nahayan, después de que la familia real contactara conmigo. Me encargan muchos retratos escultóricos: humildemente creo que se me dan bien. Estoy con otro retrato de un artista para Hato Mayor, en República Dominicana. Voy hacer un Cristo en mármol para México, un monumento en Veracruz (México) y una instalación artística para Estados Unidos sobre la opresión de la raza negra.
–¿Son formatos monumentales o más intimistas?
–El retrato escultórico del jeque, su cabeza, se ha hecho a tamaño natural. Pero vamos a tener una reunión en Barcelona para valorar la idea de hacerlo en 10 metros para una glorieta de Abu Dabi. Los monumentos de México y República Dominicana son de gran formato. Y la instalación sobre la opresión de la raza negra para EEUU es a tamaño natural. Son formatos grandes, aunque no supergrandes.
–¿Cómo desenvuelve tanto trabajo?
–Por suerte, tengo muchísimo trabajo como escultor, aunque hay quien me lleva las redes sociales y el tema de oficina. También tengo ayuda en el taller, pero toda la parte artística (que es todo prácticamente) tiene que salir de mí, tanto la idea, como la ejecución como la terminación. Ahora mismo, en imaginería religiosa tengo contratos firmados hasta 2026. Y en 2022 estamos ejecutando contratos que se firmaron en 2018. El cliente quiere que sea yo quien haga la obra; no un subordinado mío. Ahí hay que ser muy respetuoso. Es cierto que estoy trabajando muchísimo, pero también con muchas ganas y mucha ilusión, deseando crecer. Y deseando irme pronto a mi nuevo estudio de 300 metros en Córdoba.
–¿Se organiza bien para cumplir los encargos?
–Es verdad que yo podría vivir más tranquilo solo con encargos de imaginería, pero tengo la ambición de desarrollarme en otros campos artísticos, algo que también me apetece. Tengo 37 años y no podría llegar a viejito haciendo solo Cristos y Vírgenes... Y ahora me gustaría desarrollar carrera en EEUU, donde ya estoy entrando. Hay trenes que no puedo dejar pasar (porque no sabes qué te pueden traer más allá de lo económico, que ya es interesante) y encargos que acepto trabajando más todavía. Ahora mismo estoy con ocho o nueve proyectos a la vez.
–Tiene una escultura de San Juan Pablo II en el Vaticano que fue bendecida por el Papa Francisco.
–Se bendijo en febrero de 2014. El Papa Francisco no llevaba ni un año en el cargo. Fue él quien bendijo la estatua. Es una historia muy bonita, no solo por la oportunidad de tener una escultura bendecida por el Papa en la plaza de San Pedro, sino que compartir mesa con él fue para mí una experiencia impagable. El encargo me llegó del Vaticano. Las redes sociales te comunican con mucha gente e Instagram, con millones de seguidores, funciona muy bien porque es una plataforma por dónde entra mucho trabajo.
–En 2016 recibió la Medalla de Plata a las Bellas Artes de la Academia de Artes, Ciencias y Letras de París.
–El delegado de la Academia en España, Jesús Rodríguez Rubio, se fijó en mí. Creyó que podía ser un artista con una proyección importante. Imagino que gustó mi trabajo y yo estaba loco de contento. Al principio no me lo creía porque son reconocimientos que suenan como muy grandes. Pero llegó el momento, la recibí, lo celebramos y seguimos trabajando. Es una ayuda y abre puertas.
–¿Siente que ha forjado su propio estilo?
–Sí, pero la escultura es una carrera de fondo y espero que me queden muchos años por delante para poder desarrollar todo lo que quiero. Estoy investigando otras formas de expresión, no porque quiera dejar la escultura (que no la voy a dejar en absoluto porque es de las mejores cosas que me he encontrado en la vida), sino porque muchas veces siento que necesitaría más recursos, como la música o el videoarte, para decir lo que no me permite la escultura. Hay otras expresiones artísticas que me seducen: a corto plazo no tengo previsto introducirlas, pero no sería descabellado que dentro de unos años pudiera hacer otro tipo de incursiones, que es enriquecedor.
–Ha expuesto en las inmediaciones del Louvre.
–Sí, en la Puerta de Versalles. También en Mónaco, Dublín, Madrid, Barcelona... Ahora voy a EEUU, donde voy a hacer Mineápolis, San Francisco y Los Ángeles.
–¿Alguna vez le han tentado con algún trabajo para Salamanca o para Castilla y León?
–Sí he recibido peticiones de presupuestos desde Salamanca, pero las obras no se han llegado a realizar por diferentes motivos. Aunque me encantaría tener una obra en una ciudad con tanto bagaje y tanto peso histórico como Salamanca.
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