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Fernando, con unos meses recién llegado a Chile y en la actualidad
El bebé vendido a un coronel chileno en 1958 que ahora busca a su familia en Salamanca

El bebé vendido a un coronel chileno en 1958 que ahora busca a su familia en Salamanca

Con apenas unos meses le enviaron en avión al otro lado del Atlántico, falsificaron su partida de nacimiento, a los 15 años descubrió que era español y ahora busca sus orígenes

Miércoles, 6 de octubre 2021, 13:47

Fernando nació el 30 de noviembre de 1958 en dos lugares separados por el océano Atlántico y casi 9.900 kilómetros de distancia. Supuestamente vino al mundo en Antofagasta (Chile), una ciudad costera bañada por el Pacífico. Recibió el nombre de su padre, Fernando Lezaeta, un coronel e instructor de Augusto Pinochet, que se había casado con Inés Hurtado, una mujer bien relacionada con la alta sociedad de Chile. Aquel mismo día otra mujer, cuyo nombre se desconoce, dio a luz, al parecer en el Hospital de la Inclusa de Madrid, a un bebé, al que le puso por nombre Luis García Aguirre. Ambos bebés son la misma persona.

Tiene dos nacionalidades y dos pasaportes que así lo acreditan. En ellos, tan solo coinciden la foto y la fecha de nacimiento. A sus 63 años mantiene el nombre de Fernando, aunque vino al mundo llamándose Luis. Pero eso no lo descubrió hasta la adolescencia. Fue con 15 años durante una discusión con su padre, cuando éste, harto de “la pataleta” de su hijo, le espetó: “¿Sabes qué? Te voy a contar la verdad. Eres adoptado”. Y le entregó un montón de legajos. Entre ellos, un acta de nacimiento y una partida de bautismo españolas, así como el pasaporte con el que siendo un bebé le enviaron a Chile. Echó por tierra todo lo que había creído hasta este momento. Los papeles chocaban de lleno con otros documentos similares que ya poseía. Aunque la fecha en la que vino al mundo era la misma, en el acta de nacimiento chilena figuraba que el parto fue en Antofagasta. Fue así como descubrió su origen, pero no el nombre de sus padres biológicos. Era un bebé robado. Pagaron por él 500.000 pesetas.

Su padre chileno también se preocupó de guardar los recibos de una “adopción” en la que se falsificaron demasiados documentos. Su madre llegó a pedirle años después que los destruyera porque, de no hacerlo, iba a buscarle un problema. “Siempre me trataron bien. Los viejos me dieron de todo”: Fernando Lezaeta reconoce que tuvo mucha suerte con sus padres adoptivos y el hogar en el que le tocó vivir. Ese fue el motivo por el que no comenzó a investigar sus orígenes hasta el año 2000, cuando le llevó todos los papeles a un amigo abogado. “Fernando, a ti te robaron y te vendieron a Chile”, le confirmó. Ahora, varias pistas apuntan a que, aunque pudo nacer en Madrid, su familia era de la provincia de Salamanca.

La operación de compra

Tras perder un bebé, su madre adoptiva, tía del actual presidente de la República de Chile, se quedó sin opciones de volver a quedarse embarazada. En las instalaciones militares de Fort Benning (Estados Unidos) el matrimonio “se hizo muy amigo” de un teniente coronel del ejército español, Félix Álvarez-Arenas, —que llegó a ser ministro durante el Franquismo—. Les ofreció, apunta Fernando Lezaeta, la posibilidad de conseguir un bebé sin que “se supiera nada”. “Mis papás querían una niña rubia y de ojos azules, pero las niñas eran escasas. Les ofrecieron un varón. Surgió esa oportunidad y mi papá la aceptó”, narra con acento chileno recordando lo que le contó el coronel. La operación salió tan bien, que Inés Hurtado recomendó a unos primos suyos que tampoco podían tener niños que actuasen como ellos. Y, hoy, Fernando tiene un primo segundo que también fue un bebé robado, José Luis Hurtado.

Después de dos décadas de pesquisas, Fernando está casi convencido de que nació en Salamanca y de que, desde aquí, le llevaron al Hospital de la Inclusa de Madrid, lugar que figura en su acta de nacimiento, un centro a donde se llevaba a niños abandonados y que hoy que aparece en multitud de expedientes de niños “robados” en España. De allí le trasladaron a la casa del coronel Álvarez-Arenas, donde estuvo acogido durante unos meses. Es él quien firma un poder para que el bebé sea enviado al país americano. “Me hizo un escrito a mano, normal y corriente, que autorizaba mi salida de España”, explica. “En esa época hacían lo que querían”. Voló entonces con una azafata, una monja vestida de civil —tal y como figura en la documentación que posee—, hasta el continente americano con un pasaporte que aún conserva junto a los pasajes de avión.

“Tengo actas de nacimiento del mismo día en dos países”

“Nunca hubo un acta de adopción porque yo llegué, con apenas unos meses, a Chile por el aeropuerto e ingresé por la parte militar-diplomática sin que tuviesen que mostrar ni un solo documento. El entonces arzobispo hizo todos los movimientos para bautizarme de nuevo. Me inscribieron en el Registro como hijo natural nacido aquí. Tengo hasta el nombre de la supuesta matrona. Así, tengo dos actas de nacimiento del mismo año, del mismo día, pero de diferentes países, y también dos partidas de bautismo”, explica para mostrar cómo se manipuló todo para ocultar su origen. “Arreglaban los papeles como querían, con nombres, con fechas,... Todo se pagaba con plata”. “No fue una adopción. Fue una compra por 500.000 pesetas de la época”. “El dinero lo recibió el coronel español y lo repartió entre los implicados”, mantiene este ciudadano chileno-español.

En sus intentos de conseguir más documentación para descubrir quiénes eran sus padres no le han ofrecido, asegura, muchas facilidades. “No he averiguado nada, porque en España no dan información”, denuncia tras haber realizado varios viajes al que ahora sabe que es su país natal. “Conseguí la nacionalidad española e, incluso cuando me llamó el juez y leyó mis papeles, me dijo: «usted no jura porque usted es español»”, recuerda. “Yo perdí todos mis derechos españoles. ¿Quién responde por esto? Nadie se atreve a hablar de este tema”, reclama Fernando, que ha dedicado su vida al comercio. Apunta que parte de su familia le ha dado la espalda “por no ser de su sangre”. “Tengo 62 años y no he recibido nada de mi verdadero país”, insiste. Judicialmente no tiene muchas opciones, ya que todo lo ocurrido cuando él era un bebé ha prescrito.

Una prueba de ADN le puso en contacto con un primo segundo

Tras dos décadas de búsqueda en las que se ha topado con muchas puertas cerradas y aunque en su partida de nacimiento figura Madrid, Fernando ha fijado su mirada en Salamanca. Una prueba de ADN —la que realiza la compañía 23andme y que cuenta en su base de datos con millones de personas— le mostró no solo que sus orígenes se sitúan en la provincia charra, sino que compartía un 3,9% de su información genética con otro español que residía en Suiza y que también se había sometido al mismo estudio. Era un grado de coincidencia propio de los familiares de segundo o tercer grado. Había encontrado un primo o sobrino, no muy lejano, y tanto los padres de éste como tres de sus abuelos habían nacido en Salamanca —otro en Plasencia—. Aunque logró ponerse en contacto con su pariente, éste se llevó una sorpresa inesperada ya que no estaba buscando a ningún pariente “perdido”. Y “por temor, seguramente”, tampoco logró de él toda la ayuda que esperaba, aunque sí llegó a conocer los nombres de cinco parientes muy cercanos que residieron en la capital del Tormes y en un pueblo muy cercano a ella.

Una supuesta hermana

Aún así, no se dio por vencido. Hace unos años se le abrió una nueva vía de búsqueda. Mientras hacía “zapping”, Araceli González Revelo se quedó impactada cuando de repente vio a Fernando Lezaeta en la televisión. “Salté de la cama y dije: pero si es mi padre”. Así que decidió ponerse en contacto con él. “Siempre he vivido con la sombra del niño rubio y de ojos azules”. Ese pequeño que tuvo mi madre con 18 años en 1958, y que le dijeron que había muerto pero nunca llegó a ver. “No sé si será Fernando, pero que yo tengo un hermano por ahí está clarísimo”, cuenta esta mujer cuya madre nació en Valdelageve (Salamanca). Pese a que nació en la localidad salmantina, cuando tuvo a ese bebé, había emigrado ya a Asturias. A la espera de una prueba genética que les revele la verdad, Araceli y Fernando se consideran, de momento, “supuestos hermanos”, aunque no descartan que a ambos les toque empezar su búsqueda desde cero.

“Toda la vida he oído hablar de ese niño que nació en el Hospital de Jove y de cómo murió”, recuerda Araceli, de 62 años, insistiendo en que a su madre nunca se le quitó de la cabeza. Cuando con la llegada de internet se le abrió la posibilidad de hacerlo, Araceli quiso buscar sus antepasados portugueses, que emigraron a Brasil, y mientras investigaba se topó con las primeras historias de bebés robados. “Pero si esas historias son como lo que oído yo toda mi vida”. Tras interrogar a su padre, esta mujer conoció más detalles de ese hermano que no llegó a conocer. El año de nacimiento, 1958, coincide con el de Fernando Lezaeta. El parto se habría producido en Gijón — no en Madrid como figura en la documentación del chileno-español—. La prueba de ADN cuyos resultados aún esperan les dará un poco más de luz sobre si por sus venas corre la misma sangre. Sin embargo, aunque, en el mejor de los casos, descubran que son hermanos, aún continuarán quedando muchas dudas sobre los que ocurrió.

Los suyos son solo dos de los miles de casos de bebés robados que existen en España, sustracciones ilegales de niños en el momento del parto para entregarlos a otras familias, que ya han generado más de dos mi investigaciones judiciales por todo el país.

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