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Domingo, 24 de abril 2022, 21:37
Garrido Contigo ha montado este domingo una fiesta para los niños ucranianos refugiados en Salamanca. Su intención ha sido “ofrecerles un respiro, después de todo lo que han vivido” tras la salida de su país, asolado por la invasión rusa, y su viaje hasta España.
El trauma del sonido de las alarmas antiaéreas, que el día del paro de camioneros tocando sus bocinas llevó a los pequeños a esconderse debajo de las camas al revivir la amenaza de las bombas, se ha cambiado por música sonando a buen volumen en el patio de la Casa de la Juventud de Garrido.
“Mon amour, je t’aime”, cantaban por los altavoces Aitana y Zzoilo, mientras los chavales jugaban a un buen número de juegos de gran tamaño que estaban dispuestos sobre mesas para echar un parchís, armar un puzzle, pescar algún pez si se tenía buena vista, lanzar aros y entretenerse, alborozados, con diversas propuestas tradicionales que habían sido montadas por la Asociación Juvenil Remolino Arte.
“Todos participan voluntaria y altruistamente”, comentó Luisa María Martín, tesorera de la Asociación Garrido Contigo, en un momento en el que iban llegando los primeros asistentes a la fiesta, un poco rezagados sobre la hora prevista de inicio porque se celebraba la pascua ortodoxa.
El humor gestual de Jes Martín’s abría la tarde e hizo aflorar las sonrisas a través de un bebé imaginario que lloraba y al que había que mecer para que se quedara tranquilo. El actor salmantino interactuó con pequeños y mayores que, divertidos, le ayudaban a cuidar a la criatura.
A continuación, el mago Guille Barru también se metía al público ucraniano y charro en el bolsillo con sus impactantes números. En uno de ellos buscó entre el respetable la colaboración de una pequeña que fue tirando de la cuerda. Tirando, tirando, apareció en el extremo final su ropa interior, de un llamativo rojo.
Antes había hecho colaborar a otro niño a quien le entregó su varita mágica, que se desbarataba en manos del pequeño como si estuviera dislocada, pero que sí sirvió para convertir algunos pedazos de papel en un gorro verde que acabó en la cabeza del chaval.
El mago Guille Barru pidió a dos fortachones que le ataran las manos a la espalda y le ocultaran dentro de un gran saco. Y de allí surgieron trucos fantásticos, como cuando el ilusionista consiguió ocultar su chaqueta negra y aparecer con una azul, pese a que seguía maniatado.
Los niños ucranianos también jugaron en Garrido con quienes hablan español, como los hijos de Yuliia Shemelyak, que muchas jornadas invita a algunos de los pequeños alojados en el hotel del Paseo de la Estación a salir de su minúscula habitación para encontrar un mejor esparcimiento en su casa y con su familia.
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