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La hematóloga Dolores Caballero a las puertas del Hospital de Salamanca. ALMEIDA
El adiós de Dolores Caballero, la médica Forbes del Hospital de Salamanca

El adiós de Dolores Caballero, la médica Forbes del Hospital de Salamanca

“Cuando en 2020 nos unimos a los equipos covid recuerdo que dije que cuando acabara la pandemia me jubilaría”

Lunes, 31 de octubre 2022, 21:24

Este viernes 28 de octubre puso fin a una carrera profesional de saltos, logros y de relevos. El primero, el que tomó en la consulta de Atención Primaria de su propio padre en agosto de 1978, y que ahora entrega a “los jóvenes” para que mantengan al servicio de Hematología del Hospital de Salamanca en el top3 de España. En su currículo, la mayoría de los hitos recientes que ha conquistado el Hospital de Salamanca, como el de ser uno de los primeros centros de todo el país en ser autorizado para administrar las terapias con células CAR-T.

Podía haber seguido un par de años más en activo. ¿Por qué decide jubilarse?

—Tomé la decisión hace meses porque la vida pasa y quiero hacer otras cosas. Todas esas cosas que una persona activa como yo va guardando en un cajón para más adelante. Algunas ya no las podré retomar porque son más propias de gente joven, pero en resumen intentaré vivir de otra manera con más tiempo para la familia, la lectura y mis aficiones. En realidad lo dije hace tiempo, pero pensaban que bromeaba. El 14 de abril de 2020 me incorporé a los equipos covid junto a Medicina Interna. Estuvimos viendo enfermos con coronavirus y recuerdo que dije que en cuanto terminara la pandemia me jubilaría.

¿Un último día duro?

—Un último día con pacientes citados, teleconferencia con gente de fuera... Unas cuantas tareas que no puedo dejar sin hacer porque el lunes ya no vuelvo.

Cierra su despacho, echa la vista atrás a su carrera y ¿qué es lo que ve?

—Mucha satisfacción. Estoy muy orgullosa del servicio de Hematología y de todo lo que hemos vivido juntos. Me considera una parte pequeña, un mando intermedio, que al final son los que más libertad tienen. Creo que ha tenido la suerte de que el doctor Jesús San Miguel, luego la doctora Del Cañizo, y ahora mi marido -el doctor Marcos González- han ido depositando su confianza en mí para liderar la parte clínica. También hicimos el primer trasplante autólogo en 1979. Luego fuimos de los primeros con las CAR-T y ahora espero que en noviembre hagamos, mejor dicho hagan, el primer trasplante ambulatorio. También veo mi implicación en la Universidad, como líder de grupos del IBSAL... Absolutamente todo lo hemos hecho con gusto y sin estridencias.

¿Y faltaría algo que no pudo o no le dejaron hacer en el repaso de toda esa carrera?

—Realmente no. He tenido suerte de estar siempre ahí con los trasplantes y las terapias nuevas. Siempre contamos con el apoyo de las instituciones, porque los necesitas en la sanidad pública. No tengo negocio, siempre he trabajado para la sanidad pública y necesitas a todos. En los últimos cuatro años hemos estado apretando por el trasplante ambulatorio hasta conseguirlo. Pienso que desde hace años ya tenía claro que mi papel como coordinadora de la unidad clínica debía ir quedando atrás. Ya el liderazgo del grupo de células CAR-T lo ha ejercido Lucía López, que es joven, preparada y con plaza en propiedad.

Los hematólogos profesan una cultura del esfuerzo y de echar muchas más horas de las que dice su contrato que puede que no todos los profesionales entiendan.

—Sí, creo que sí lo entienden bastante bien. Eso exige mucha sacrificio y hay muchas personas en el servicio que todavía están pendientes de tener una plaza en propiedad. Sin embargo, hacen todo lo que está en sus manos para sacar adelante proyectos del servicio. En mi despedida dije que ser hematólogo en Salamanca es una forma de vida. Afortunadamente nuestro servicio goza de mucha salud, pero espero que podamos consolidar a esa gente muy importante y que está en situación inestable.

¿Cómo ha encajado el equipo el anuncio de su despedida?

—Yo me voy con pena, pero voluntariamente porque he adelantado una jubilación. Me ha sorprendido ver a gente del Hospital, de todos los servicios, que cuando han sabido que me voy se han apenado. Me preguntan que por qué lo hago... Estoy viendo el aprecio de la gente y eso me llena, pero a la vez me abruma porque no creo que lo merezca.

¿Quién va a ocupar el cargo que usted deja?

—Eso es una decisión que le corresponde al jefe de servicio y al equipo de dirección del Hospital, pero se da una circunstancia. Los más sénior son Lourdes Vázquez, que dirige la comisión de docencia con más de 400 personas, y Fermín Sánchez-Guijo, que entre otras cosas también es el responsable de la Terapia Celular. Quiero decir que esos veteranos tienen ya muchísimas responsabilidades y la persona que estaría más cerca de esa organización de la clínica, que es muy capaz y que tiene una plaza en propiedad es la doctora Lucía López Corral.

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