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Pilar Rodríguez acudió este martes al encuentro de personas con cáncer de mama a medio camino entre el rosa de las pacientes y el verde de las voluntarias de AECC.
El peor día de su vida data de enero de 2023, cuando en una revisión rutinaria le detectaron un carcinoma ductal infiltrante, uno de los tipos más comunes de cáncer de mama. «Me lo dijeron en enero y fue todo muy rodado. Tuve que someterme a cirugía, después me dieron quimioterapia, luego radioterapia y ahora estoy con pastillas. ¿Para siempre? No lo sé, pero de momento cinco años», explica Pilar que más de un año después asegura encontrarse «muy bien».
Cuestionada sobre cuál fue su mayor miedo al saber que tenía un cáncer de mama, la salmantina asegura que sintió «de todos un poco», pero reconoce que el que más le afectó fue «pensar en la quimioterapia». «Cada uno lo lleve de una manera, pero más que miedo a la cirugía, lo que más me imponía era quedarme sin pelo», recuerda.
El pelo -como temía- se fue, pero ya lo ha recuperado. Las fuerzas van algo más lentas.
Uno de las mayores preocupaciones de los pacientes es la de tener que pensar también en sus seres queridos. «A mí lo que más me costaba era aparentar delante de la gente que estabas bien, porque realmente no lo estaba», confiesa Pilar. Qué necesidad puede tener un paciente de fingir un bienestar que no existe. «Pues para que ellos no sufran. Es muy difícil sonreír cuando no tienes fuerza. Yo sonreía poco, eh. Lo pasé muy mal con la quimioterapia».
Con lo peor ya superado, y aunque suene a tópico, Pilar asegura que siente una persona diferente. «Posiblemente una persona mejor». «Se dice mucho, pero es cierto: ahora valoras mucho más las cosas pequeñas. Creo que soy una persona mejor y también más dura porque para que los demás no vean cómo estás sufriendo, intentas fingir y eso es lo que pienso que te hace más fuerte».
Rodríguez agradece el apoyo que recibió de AECC durante la fase crítica de la enfermedad: «Yo no estaba sola para superar esto, pero desde que me enteré de la enfermedad fui a pedir ayuda psicológica a la asociación y ahí sigo. Me ha venido muy, pero que muy bien. El año pasado, cuando terminé la 'radio' y la 'quimio' acudí también a talleres que me han ayudado». De hecho, no descarta incorporarse como voluntaria cuando las fuerzas que se quedaron por el camino regresen a su cuerpo.
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