Está siendo un mes de febrero especialmente intenso para María Caamaño Múñez, la 'princesa futbolera guerrera'. La concesión del Premio Castilla y León de los Valores Humanos y el encuentro con el papa Francisco en el Vaticano han supuesto un intenso impacto emocional para la pequeña de Encinas de Abajo y su familia. Pero las sesiones de quimioterapia continúan, lo mismo que el trabajo de la asociación que lidera, La Sonrisa de María, para recaudar fondos dirigidos a investigar el sarcoma de Ewing, el raro tipo de cáncer que padece. Su padre, Juan Caamaño, reflexiona para LA GACETA sobre las sombras, y algunas luces, de la dura experiencia que la vida ha deparado a la pequeña de 12 años y a su familia.
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Juan, lo primero, ¿cómo está María? ¿Cuáles son las últimas novedades en su tratamiento?
—Pues hoy acaba otro ciclo de quimioterapia y ella se encuentra estable dentro de que está luchando contra el cáncer.
¿Cuántas sesiones llevará desde que le detectaron la enfermedad en 2019 y comenzó el tratamiento?
—Cerca de 100, yo creo que ya he perdido la cuenta, mas otras 80 sesiones anteriores de radioterapia. Son ciclos de 21 días, y entre medias toma pastillas, un montón cada día.
¿Y cómo ve que lo está llevando María?
—Demasiado bien. Es increíble. Es una niña que tiene sus ratos, de malestar, de todo, pero para lo que está pasando, lo lleva demasiado bien.
¿Qué es lo último que les han dicho los médicos?
—En octubre le quitaron el tratamiento experimental que habían iniciado en Madrid porque falló. Aquí en Salamanca le han controlado y reducido el cáncer y le están aplicando varios tratamientos. El sarcoma de Ewing es una incógnita. Es una especie de tumor que cuando parece que está controlado, muta y salta a otro sitio, dejando unos restos que a su vez siguen creciendo.
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¿De qué manera esta afectando la enfermedad de María a la vida familiar?
—Al principio es una locura. Te preguntas por qué ha tenido que pasarle eso a mi hija. Pero con el paso del tiempo, te das cuenta de que lo único que te queda es luchar por ella. Yo agradezco el apoyo de todo el mundo en Salamanca, la gente nos trata de cine y todos se vuelcan con María. Pero al final es ella y los niños como ella quienes sufren la enfermedad. Y en casa, lo vivimos sus padres y su hermana Lucía.
Dentro esta dura situación, este mes han vivido unas experiencias extraordinarias que ojalá hayan servido para reforzarles el ánimo. La última fue hace apenas una semana con la audiencia que les concedió el papa Francisco en el Vaticano. ¿Cómo se gestó el encuentro?
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—Este mes ha sido un poco una locura. María hizo para su clase de Religión un trabajo sobre Carlo Acutis [estudiante italiano fallecido por leucemia a los 25 años que será canonizado en abril]. Ella dice que es su protector, que le ayuda a pelear contra el cáncer. Tenía la ilusión de ir a Roma a la ceremonia de su canonización, y cuando desde el colegio Maestro Ávila se pusieron en contacto con el Vaticano, nos llegó que el papa había recibido el trabajo y querían que fuéramos a una audiencia abierta en la plaza de San Pedro. Se nos pusieron los pelos de punta. Sentimos mucha emoción y el reconocimiento a la labor que hace nuestra hija para dar visibilidad a esta enfermedad que sufren muchos niños.
Le llevaron cartas y regalos de Encinas de Abajo y una talla de Santa Teresa hecha por las carmelitas descalzas de Mancera de Abajo, con la invitación para que visite Alba de Tormes. ¿El papa les dijo algo?
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—Saludó a María, que se veía superilusionada, los ojos le brillaban de una forma especial. y cuando cogió la mano de mi mujer, me pareció que rezaba bendiciéndola. Yo sentí estar ante la persona más influyente de la faz de la tierra: me preguntó que de dónde veníamos y le dije que de Salamanca, de España, y asintió. La verdad es que se le entendía poco porque le costaba hablar y ya se veía que estaba enfermo. Al día siguiente le ingresaron. Pero fue un momento muy bonito. Nosotros tenemos mucha fe y esta experiencia nos impactó mucho.
Pero es que además también la semana pasada se les anunció la concesión a María del Premio Castilla y León de los Valores Humanos. ¿Cómo asimila eso una niña de apenas 12 años?
—Cuando nos confirmaron el premio, sentimos mucho orgullo y agradecimiento al ver que se aprecia lo que ella está haciendo. La gente puede que solo vea que ella va a un partido de fútbol, o que le han regalado una camiseta, pero cuando se ve el trabajo que hay detrás, se comprende que gracias a la lucha de María se ha podido iniciar un estudio sobre el sarcoma de Ewing. Que al final quizás no sea lo que le vaya a curar, pero los oncólogos nos dicen: «No sabéis cuánto estáis ayudando». Y cuando llega un premio como este, con esta relevancia... Le dije a mi hija «¡María, que te han dado el Premio a los Valores Humanos!». Intenté explicarle que es el premio más grande que hay en Castilla y León, y ella se emocionó y me dijo: «Papá, pues sí que es importante lo que estamos haciendo».
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¿Le preocupa que tanta experiencia a una edad tan temprana pueda alterarle emocionalmente?
—Pues sí, pero a María por su forma de ser estas cosas le afectan de forma positiva. Ella siempre quiere hacer las cosas lo mejor posible. Ahora está en tratamiento y está loca por ir al cole, por preparar el torneo de fútbol de verano... Aunque está cansada todo el día, ella es activa y le gusta ayudar a la gente.
¿Y el colegio? Le estará siendo complicado seguir las clases...
—Cuando su movilidad era peor, venía un profesor a casa. Y ahora ya va al colegio con normalidad salvo cuando tiene que pasar tratamiento. Agradecemos mucho la ayuda que nos presta el colegio Maestro Ávila: saben que estar con sus compañeros le hace bien.
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Hay gente que cuestiona que ustedes permitan tanta exposición social como la que está teniendo María, un exceso de protagonismo que podría ser perjudicial para ella. ¿Qué opina?
—Bueno, sí que he escuchado críticas, pero no hacemos mucho caso. María hace exactamente lo que ella quiere, y si aparece en un sitio es porque a ella le apetece hacerlo.
¿Entonces han decidido respetar su voluntad y respaldarla?
—Para nosotros lo primero es ella.María aparece públicamente en algunas ocasiones, pero la asociación La Sonrisa de María estamos trabajando todos los días, peleando en los hospitales, aunque ahí no esté ella. Si lo que más le apetece del mundo es ir a un partido de fútbol, o a una corrida de toros, que en casa nos ha gustado desde siempre. y le hacen allí una foto, es exposición, sí, pero es su vida. Ella estaría allí igual si no tuviera la enfermedad.
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