La de Feli Choque es una historia de valentía y superación. Después de 22 años viviendo en Salamanca, ha pasado por muchos trabajos diferentes, pero nunca se había planteado emprender. Este verano se le brindó la oportunidad de adquirir el traspaso de un local que se encuentra en una de las zonas más céntricas de la ciudad, en plena Gran Vía, frente a las escaleras de La Riojana. Finalmente, se embarcó en esta aventura y lleva ya dos meses al frente de este negocio.
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Viviendo esta nueva experiencia laboral se acuerda del negocio en el que se ha criado en su país de origen. Se trataba de una humilde tienda de golosinas y otros productos que regentaba su madre. «Estuve con ella en el negocio desde los 12 años y aprendí tantas cosas... Ahora hago lo mismo con mis hijos, cuando tienen tiempo libre se bajan y les enseño el oficio», manifiesta.
Feli Choque se adapta poco a poco a su nueva realidad. Algunos de sus proveedores y clientes cruzan las puertas del establecimiento y le preguntan con cariño por su proceso de adaptación o por su día. Esta cercanía resulta muy gratificante a la quiosquera. «Soy nueva, pero la gente se está soltando poquito a poco. Mantengo muchos clientes fijos de los anteriores dueños», afirma. Para la quiosquera es fundamental ser amable y servicial para ganarse el cariño del cliente. Abre su negocio todos los días de la semana desde las 7:30 a las 15:00 y de 17:30 a 21:30.
Cada día, Feli Choque recibe también la ayuda de su marido y su hija mayor, la cual resulta «fundamental» para ella. La peculiaridad de su negocio es uno de los servicios que presta y que le diferencia del resto de quioscos. En su establecimiento, los salmantinos y salmantinas pueden adquirir las tarjetas de transporte para los autobuses metropolitanos y recargarlas. «Son muchas cosas y la adaptación no ha sido nada fácil. Hay que hacer mucho papeleo, muchas gestiones y echar muchas horas y mucho esfuerzo...espero que merezca la pena», reconoce.
La clave de todo el proceso ha sido la hija de la quiosquera, que le animó desde el primer momento a aprovechar la oportunidad. «Mi hija me dijo: mamá, desde que has venido de tu país siempre has estado trabajando en casas, en residencias y nunca has tenido nada tuyo. Me animó a ser emprendedora y no me arrepiento», asegura.
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Desde que está al frente del negocio de Gran Vía, ha recibido más de una palabra de agradecimiento. «Me han dicho muchas veces que he sido muy valiente, pero la verdad es que me siento orgullosa de haber apostado por este tipo de negocio. Con esto creo que puedo continuar hasta que me jubile».
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