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Domingo, 20 de diciembre 2020, 19:05
Desde el pasado 9 de noviembre la cafetera de Rubén se ha vuelto a calentar hasta este viernes, que ha retomado la actividad para cubrir la Navidad. “Llevo más de 20 años en la calle Van Dyck, pero ahora no me llega. Voy a hacer las Navidades y probablemente busque algo en la construcción, pero más adelante”, confiesa el hostelero, de honda tradición en el sector. No ha abierto antes porque el límite de aforos no le garantizaba unos ingresos mínimos. Mientras tanto ha buscado entretenimientos. “He estado activo porque si no me explota la cabeza”. Como el resto de los compañeros reprocha que le hayan obligado a cerrar, “pero no a dejar de pagar los impuestos”. Su futuro no es muy optimista. No tiene claro que no vaya a cerrar al año que viene después de una vida dedicada a los fogones, a los pinchos y a los cafés en la barra. “Soy autónomo, tengo que hacer a todo”.
“Si puedo y me llega, seguiré con el negocio, pero tengo dos hijos que alimentar. Aunque mi mujer trabaja y ahora ha sido ella el sustento de la familia, no puedo estar así, un mes abierto y otro no”. Asegura que en los próximos días tiene compromisos con clientes de toda la vida que se llevan la comida a casa, “luego no sé lo que pasará”.
“Esto es una mierda. 20 años en tu vida dándolo todo para estar así. Vengo de familia de hostelería desde que nací y no hemos vivido una situación semejante nunca”, se duele el hostelero. “La vida me ha dado mi mujer sino, no comía. Se hace cargo de todo y aún así andamos a las tres menos cuarto. Es lo que hay”, clama el profesional, impotente ante la situación que tiene por delante. “Toda una vida trabajando para que en menos de un año se vaya todo al carajo, llevo en esta calle desde el año 99”.
Asegura que los clientes quieren que continúe. Es más, mientras habla con LA GACETA una de sus asiduas se alegra al saber que abrirá hoy por la tarde. “Me piden que abra, que lo necesitan, pero aunque ellos me ayudaran no me llega para sostener el negocio”. Las historias se repiten detrás de las barras salmantinas. Otros profesionales se encuentran en la tesitura de elegir entre endeudarse para aspirar a llegar al verano o hacer borrón y cuenta nueva para empezar una nueva etapa. A Rubén se le pasa por la cabeza reconvertirse y dedicarse a la construcción. Todo depende de esta Navidad.
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