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El salmantino Alberto Sánchez regenta un quiosco en el paseo de la Estación, frente a Vialia Estación de Salamanca y junto al barrio de Garrido. Desde hace once años, está al frente de este negocio que solo le ha dado alegrías y por el que ha apostado como forma de vida. Además, hace cinco años decidió mejorar su negocio ampliando el local para ofrecer un mejor servicio a sus clientes.
«Mi madre abrió un quiosco en la calle de los Ovalle en el año 1983 y estuve allí con ella desde los tres años, por eso decidí tomar este camino en mi vida», explica el quiosquero. Tras fallecer, el salmantino decidió invertir en un local del paseo de la Estación para crear su propio negocio junto a su mujer. «Me enseñó una forma gratificante de ganarme la vida. Soy la segunda generación y muy orgulloso, me considero una persona trabajadora y humilde y todo eso me lo ha enseñado ella», explica a este medio.
En su establecimiento recibe la visita de clientela habitual. Algunos de ellos se han convertido en una parte fundamental de su día a día. «El trato siempre es muy cercano. Es muy gratificante que te pregunten por tu vida, que se preocupen si faltas algún día o que bromeen con nosotros», explica. Tal es el vínculo que se crea con este trabajo de cara al público, que Sánchez ha llegado a echar de menos a algunos vecinos habituales que acudían a su tienda: «Hemos perdido hace poco a un vecino que conocíamos en el quiosco desde el primer día que abrimos, padecía cáncer. La verdad es que lo hemos pasado muy mal, porque al final coges cariño», manifiesta.
El quiosquero y sus empleados no descansan, el establecimiento está abierto todos los días de la semana, de 8:00 a 22:00 horas los días de diario y hasta las 23:00 horas los fines de semana. Su proximidad al centro comercial, al barrio de Garrido y a algunos bares cercanos permiten que siempre haya clientela en el local. «Es esclavo, porque cuando disfruta la gente es cuando más trabajamos. Nunca cerramos los fines de semana», explica. Pero realizar una inversión en un negocio también genera cierta incertidumbre a sus dueños y es una aventura que conlleva cierto riesgo.
El momento más duro que ha vivido Alberto Sánchez fue durante la pandemia. El local que regenta el quiosquero era más pequeño, pero un tiempo antes del cierre decidió ampliar el negocio y adquirió un espacio para aumentar su superficie. Asimismo, también cambio el sistema informático e instaló máquinas de cambio. «Dimos el salto de ampliarlo y lo pasamos muy mal durante la pandemia, fue un momento de mucha incertidumbre», explica. Alberto Sánchez aspira a continuar apostando por su negocio todo el tiempo que pueda. «Aunque todavía no tenemos relevo generacional, nos ayudan tres empleados», explica.
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