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Arquitecto, artista, sacerdote y misionero. El salmantino Darío Marote es la viva imagen del altruismo. Misionero perteneciente a la Comunidad Misionera ‘Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios’, cuenta con un largo periplo. Ahora, reside en Filipinas, “el país de las mil pandemias”, en el que se vive una situación más que preocupante por los asesinatos de los sacerdotes que se dan por el mero hecho de que defienden a los jóvenes que son acribillados por los escuadrones de la muerte, motocicletas con metralletas desde las que se matan, a sangre fría, a los jóvenes sospechosos de consumir droga.
A Darío Marote la vocación misionera le vino de joven. Pasó su infancia en Salamanca, rodeado de iglesias y conventos, siendo el de los Dominicos de San Esteban y el de las Dominicas de las Dueñas los más destacados, donde se empapó del humanismo de Francisco de Vitoria.
La primera etapa que vivió como predicador fue en este país. De ella, recuerda una de las imágenes que más le impactaron al adaptarse a la rutina: muchas personas, sumidas en la miseria más absoluta, sobrevivían en basureros. “En los alrededores portuarios, hay miles de familias hacinadas en basureros que, literalmente, comen y beben de la basura. Sobreviven entre los márgenes de los raíles de los trenes o de los puertos y mueren hacinados cuando todas esas montañas se derrumban por un tifón o por cualquier catástrofe”.
Todos esos núcleos de población, con los que tanto tiempo comparte para hacer de sus vidas algo más llevadero, también se ven afectados por las organizaciones criminales que captan jóvenes. Por eso, Darío Marote se esfuerza en su día a día por conseguir un buen futuro para esos niños, “completamente desamparados”.
Después de haber trabajado para el Papa Francisco en Argentina, sigue siendo fiel al lema que ha definido su vida. No le teme a nada y cree que su vida está para entregarla. Por eso, siempre termina volviendo a Filipinas, siendo consciente de los riesgos que hay: “A veces, los misioneros viven una muerte cruenta. Otros entregan su vida en silencio”.
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