Valentín Gómez remata una de las ventanas de los balcones de la segunda planta del Ayuntamiento, las más grandes de la Plaza. ALMEIDA

Cuenta atrás para terminar el reto 'imposible' en la Plaza Mayor: «Me he encontrado auténticas mansiones y también casas con escombros»

De las grandes mansiones a las casas «cutres» con palomas. La unificación del color de los balcones ha permitido «abrir» las viviendas de los 273 huecos del monumento salmantino en los últimos ocho meses

Belén Hernández

Salamanca

Lunes, 10 de febrero 2025, 18:53

Uno por uno los propietarios de las viviendas de la Plaza Mayor han abierto sus casas en los últimos meses para que pintaran sus balcones y se cumpliera con el objetivo de unificar el color, reto perseguido desde hace años y que ahora está a punto de ejecutarse. Algunos pisos hacía años que no se abrían, otros son la residencia habitual de sus dueños y la vida bulle por rutina. Pocas personas han tenido la oportunidad de pisar cada uno de los inmuebles del Bien de Interés Cultural. Entre ellas se encuentra Valentín Gómez, el profesional que junto a sus dos trabajadores lija y pinta desde hace ocho meses cada ventana y contraventana del ágora.

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Pretende culminar su desafío el próximo 17 de febrero, aunque aún le quedan algunos flecos para cumplir el objetivo. «Me he encontrado de todo, de auténticas mansiones a viviendas que empezaron a reformarse y, tras parar la obra, todavía tienen hasta los escombros», repasa el pintor. «Había un cristal roto y entraron las palomas. Cuando subimos tuvimos que echar a seis antes de acceder». Lleva a gala que en este tiempo ha conocido a mucha gente, «de mansiones con alfombras que lo mismo cuestan 7.000 euros a viviendas cutres, pero nadie me ha llamado la atención», incide, en relación a que durante su trabajo no ha provocado daños con la pintura.

Su tarea ha sido colosal para localizar a los propietarios. Algunos en Estados Unidos, Australia e incluso Rusia. Precisamente el balcón de este último ha sido uno de los que acaba de adecentar. «No en todos los países se puede tener el móvil de España y no en todos se usa Whatsapp, por eso a veces es difícil obtener una respuesta». Este fue el caso del dueño que reside en Rusia y que es propietario de un piso de la Plaza a través de una herencia. Apenas viene a Salamanca. Al final le proporcionaron la llave a través de contactos y pudo acceder para cumplir con su cometido. «Casi todas las viviendas están habitables, excepto cinco o seis», detalla, ansioso por acabar con este trabajo que le obliga a «andar pendiente del teléfono» y con el móvil, «todo son molestias». Valentín ha dejado para el final las piezas más difíciles: las de los balcones de la segunda planta del Ayuntamiento, los más altos de la Plaza Mayor. Cada cuarterón mide de 3,5 metros de alto y se unen de dos en dos. Pesan 70 kilos. «Ya sabía que eran los peores para pintar por pesadas y difíciles de manejar», detalla. Los ha lijado y dado dos manos de pintura para colocarlos el martes pasado. «Los hemos colocado entre tres pintores y tres carpinteros, seis personas para ponerlos en su lugar».

Desde junio se ha encontrado maderas para tirarlas y ponerlas nuevas y ventanas recién reformadas. En general el estado de los elementos ha sido bueno, porque el Ayuntamiento había advertido a los propietarios de que, si bien la pintura corría a cargo de las arcas municipales, ellos tenían que acometer el arreglo de la madera: ventanas y contraventanas. «La verdad es que este proyecto ha ayudado para rehabilitar las estructuras», considera Valentín.

Valentín Gómez ha dejado para la parte final la pintura de los balcones de la segunda planta del Ayuntamiento, de 3,5 metros de alto y 70 kilos, los más difíciles de manejar. Para colocarlos tras el arreglo han hecho falta seis personas. ALMEIDA

«La semana que viene haremos un balcón para el que necesitamos un elevador y no sé qué pasará con una señora que tiene 11 balcones». La localizó en julio y después en Navidad, pero aún no tiene la llave de la casa. «Mi idea es quitarme lo que queda de aquí al 17 de febrero, sino puedo entrar en alguna vivienda daré cuenta al Ayuntamiento». De pronto interrumpe la charla porque acaba de ver desde el balcón del Ayuntamiento que han abierto una de las pocas viviendas que le quedan para rematar porque el propietario vive en Nueva Zelanda y viene una vez al año a Salamanca, «o no viene en todo el ejercicio». El alegrón es mayúsculo cuando comprueba que es el carpintero que va a reparar algunas maderas y manillas de los balcones. «Te dejo que voy a confirmar cuándo puedo entrar».

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