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Teresa y Santos en su visita al cementerio. L.G.
La conmovedora historia de unos padres que visitan a su hija al cementerio en San Valentín: «Ella es nuestro amor eterno»

La conmovedora historia de unos padres que visitan a su hija al cementerio en San Valentín: «Ella es nuestro amor eterno»

Teresa Blázquez y Santos Marcos acudieron este 14 de febrero al cementerio a visitar los resto de su hija que murió hace 13 años dejando un hueco imposible de llenar en sus corazones

Sábado, 15 de febrero 2025, 07:15

Hay historias de amor que sobreviven al paso del tiempo intactas. Y esa es la que han vivido juntos Teresa Blázquez y Santos Marcos que llevan 56 años de casados y que comparten un amor eterno: el que sienten por su hija que los dejó hace 13 años. La pareja salmantina acude todos los meses en el aniversario de su muerte y en ocasiones especiales, como lo hicieron este 14 de febrero, al cementerio a visitar su tumba.

«Ella es nuestro amor eterno. Pasan los años y la seguimos y seguiremos amando igual. Venimos todos los meses y no dejaremos de hacerlo hasta que nos muramos. El amor que sentimos por ella es lo más grande que hay. Ni la muerte puede acabar con él», cuenta Teresa, que rememora con la voz quebrada por la emoción todos los momentos vividos con su hija. «Era el ser más especial que te podías imaginar. Nació con síndrome Down y necesitaba que la cuidáramos mucho. Por eso no la soltábamos nunca de la mano. La guiamos y acompañamos en cada uno de sus pasos hasta que nos dejó. Murió con 35 años y cada minuto que estuvo con nosotros nos hizo las personas más felices. Estaba llena de alegría y generosidad. Siempre pensaba en los demás. A pesar de su enfermedad, no se le olvidaba ni un cumpleaños. Era ella la que me los recordaba a mí».

«Mi hija en lugar de los cinco sentidos tenía 14, veía cosas que otras personas no. Tenía un corazón muy grande. Con los años su salud empeoró y desarrolló diabetes, pero cuando sabía que era un cumpleaños el azúcar se le bajaba solita. Como si su cuerpo supiera que ese día iba a haber tarta y para poder comerla se controlara. Era la persona más considerada del mundo. No se olvidaba ni un cumpleaños ni un nombre. Cuando ella se murió nos mató también. Ese día enterramos una parte de nosotros. Después de algo así no vuelves a ser el mismo», cuenta Santos, a la vez que señala «Ese sí es un amor que no tiene barreras. Yo nunca he sido de venir mucho a los cementerios, pero cuando se murió mi hija yo empecé a sentir como si ella me llamara para que viniera aquí a verla. Desde entonces no falto ni mes».

Para la pareja el amor verdadero no es solo el de pareja, aunque señalan que han compartido juntos toda una vida y que, tanto en las buenas y en las malas, han estado siempre el uno para el otro. «Nuestro amor eterno es nuestra hija, pero en 56 años juntos y otros ocho de novios hemos construido muchas cosas juntos. En las fechas especiales, como hoy, le doy dos besos a Santos. Uno por mí y otro por nuestra hija, que no se lo puede dar», relata Teresa mientras mira con dulzura a su marido.

«Y yo, que nunca he sido mucho de besos y abrazos, hoy se los devolví. Ese es también un gran gesto de amor: seguir aguantándose el uno al otro», le contesta en forma de broma Santos, a la vez que añade su opinión sobre el amor. «También tenemos otros dos hijos que amamos mucho. Al final ese es el verdadero amor eterno. No las historias esas románticas que salen en las películas, sino el que sientes por tus hijos y familiares, que pase lo que pase siempre estará ahí», apunta.

Amores más allá de la muerte

Al igual que Teresa y Santos son muchos los salmantinos cuyas historias de amor supera todas las fronteras. Ese es el caso de Sara, Carmen y Eulalia, tres salmantinas que visitan esta fecha especial a sus seres queridos que ya han fallecido. «Vengo todos los años a visitar a mis padres y dos de mis hermanos. Ellos son mis amores para toda la vida. Lo que siento por ellos no puede destruirlo nada. Pueden pasar muchos años, pero te sigues acordando de ellos y amándolos con la misma intensidad que cuando estuvieron vivos», señala Carmen.

Sara acude al cementerio a visitar al que fue su compañero de vida. «Mi marido fue el gran amor de mi vida. Desde que enviudé vengo todos los años a visitarlo», señala. Para Eulalia la celebración está cargada de emotividad. «El 14 de febrero del año pasado mi marido salió hacia el Hospital y no volvió nunca más. Ha sido el golpe más duro de mi vida. No lo dejaré de amar nunca».

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