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«En Estados Unidos, hay más de mil profesores americanos. Muchos de ellos ya conocen Salamanca, pero alguna que otra vez han vuelto a la ciudad porque están enamorados de ella». Son las palabras con las que el exdirector del Centro Internacional del Español de la Universidad de Salamanca y consejero de Educación en la Embajada de España en Estados Unidos, Jesús Fernández González, confirma la repercusión que la cultura y el Estudio salmantinos tienen a nivel internacional.
Gran parte de esa proyección se debe a algunas iniciativas promovidas por el Ayuntamiento de Salamanca, la Junta de Castilla y León y la Universidad de Salamanca como la que, hasta hoy, acoge el Palacio de Congresos: el VII Congreso Internacional del Español. En ella, se han dado cita más de un millar de profesores y alumnos de español, además de diversas personalidades de los ámbitos de la cultura y de la política, que han podido disfrutar de un total de 450 ponencias sobre distintas temáticas relacionadas con un idioma que no para de crecer.
Ayer, este doctor en Filología y profesor titular de Lingüística General de la Universidad de Salamanca, además de formador de profesores en Europa y en América, exagregado de Educación en Nueva York y exconsejero de Educación en Reino Unido e Irlanda, impartió una conferencia sobre si hablar español como un nativo en otros países es verdaderamente una misión imposible.
¿Qué pretendía conseguir ofreciendo esta conferencia en este encuentro?
—Mi idea era demostrar si es posible aprender una lengua extranjera y hablarla como la hablan los nativos. La mayoría de los que hemos estudiado hemos aprendido idiomas como el francés o el inglés, pero hemos llegado a un determinado nivel y nos hemos plantado. Hablamos con acento pese a las dificultades con las que nos topamos, pero luego nos suspenden los exámenes del idioma que sea. '¿Realmente es posible llegar a ese nivel al que llega muy poca gente, pero que llega?' era la pregunta que no paraba de hacerme para mis adentros y que debía responderme. De ahí que decidiera impartir esta ponencia en el VII Congreso Internacional del Español.
¿Qué diría que es lo más difícil de llegar a un país y expandir, por así decirlo, el idioma que conoces?
—De la forma en la que lo hace un nativo, por ejemplo, en Estados Unidos, yo creo que todo es difícil. Es difícil pronunciar bien porque tú estás acostumbrado a hacerlo como lo haces en tu lengua materna y, de repente, te encuentras con que tienes que cambiar los hábitos. Cambiar esos hábitos pasa por tener que cambiar el vocabulario y supone tener que memorizar. En los niños, esta tarea es más fácil, pero, en los mayores, este proceso resulta ser más complejo.
¿Le resultó difícil a usted cuando llegó a Estados Unidos? ¿Cómo fue su experiencia?
—Yo hablo español, pero, además de español, tengo un dominio del inglés que roza lo nativo y también hablo alemán. Cada idioma es un poco un mundo y es un reto. Todos tienen diferencias a las que te tienes que acomodar. Para evitar que estas experiencias sean difíciles, deben cambiar cosas en la enseñanza formal. En la escuela y en el instituto, se imparte demasiada gramática. Sin embargo, no se pide opinión y no se conversa.
¿Qué peso cree que tiene que se celebre el Congreso Internacional del Español en Salamanca?
—Para las personas que vienen, por ejemplo, a aprender español y a conocer la experiencia de otros alumnos o incluso a aprender de otros profesores, es un escaparate maravilloso. El Congreso Internacional del Español es una iniciativa maravillosa que sirve para proyectar la enseñanza de este idioma, Salamanca y Castilla y León. Aquí, la gente disfruta de un nivel académico muy alto y de una ciudad que todos conocemos. Además, a esto se suma que Salamanca es una ciudad maravillosa, en la que pasear es un verdadero placer. Atraemos a gente porque tiene interés por aprender el español, pero también porque quiere aprender sobre nuestra cultura.
¿Qué visión se tiene de Salamanca en Estados Unidos?
—Como decía, Salamanca es una ciudad tan maravillosa que genera impresión en mucha gente que vive en otros países y que, pese a conocerla ya, siempre busca algún momento para volver. Aquí, en Estados Unidos, hay más de mil profesores americanos. Muchos de ellos ya conocen Salamanca, pero alguna que otra vez han vuelto a la ciudad porque están enamorados de ella. En este Congreso Internacional del Español, hay profesores de hasta 39 países distintos que disfrutan de aprender de otros profesores que viven aquí.
¿Qué impacto va a tener la celebración del VII Congreso Internacional del Español en Salamanca?
—Que la asociación de profesores de Estados Unidos haya elegido a Salamanca para albergar la séptima edición de este simposio es muy importante. No es la primera vez. Creo que, al menos, es la tercera. Es fascinante. Eso quiere decir algo. Salamanca es una ciudad que vive y que siente el español. Es una de sus señas de identidad y combina muy bien lo que es su lengua con la cultura.
¿Qué visión se tiene en Estados Unidos de la Universidad de Salamanca? ¿Tiene tanto alcance como se dice?
—Yo creo que hay una serie de universidades en España que son referencia en el mundo y una de ellas es, sin duda, la Universidad de Salamanca. Nosotros, allí, en Estados Unidos, potenciamos todo lo que se dice aquí.
El alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, aseguró en la inauguración del congreso el pasado lunes que Salamanca batirá, en 2023, todos los récords de estudiantes de español. ¿Cree que se va a cumplir su pronóstico? ¿Lo ve difícil?
—Yo más que por lo que dice el alcalde, me guío por lo que me dicen mis compañeros, que son los que imparten los cursos internacionales, de los cuales yo fui director en su momento. Ellos me dicen que sí. Después de un periodo durísimo como lo fue el de la pandemia, en el que, prácticamente, se paralizó todo, se está avanzando mucho en el número de estudiantes. De hecho, se dice que se van a superar las cotas previas a la pandemia. El problema, según me dicen, está en China. Antes, China nos traía muchísimos estudiantes, pero, desgraciadamente, a día de hoy, después de la crisis del coronavirus, no han superado su miedo a viajar hasta nuestro país.
A raíz de la inauguración del Centro Internacional del Español, la expansión de este idioma ha ido de menos a más. ¿En qué cree que va a ayudar a Salamanca este grandísimo proyecto?
—El Centro Internacional del Español va a ser una referencia absoluta. Va a ser como esas estaciones de tren que son un punto de encuentro de investigadores, emprendedores, profesores, alumnos... Lo que hace falta y, en eso, yo creo que también están conmigo el Ayuntamiento, la Junta y el rector de la Universidad de Salamanca, es dotar a este centro de medios y de personal. Todos queremos que sea algo grande, pero esto es urgente.
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