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Sábado, 6 de agosto 2022, 12:50
El Hospital de Salamanca inició en 2020 un proyecto financiado por el Carlos III con el fin de predecir qué pacientes tienen un alto riesgo de sufrir muerte súbita y, por lo tanto, es conveniente implantarles un desfibrilador.
El investigador principal es el cardiólogo Javier Jiménez Candil y el objetivo era reclutar a 220 personas que acabaran de sufrir un infarto y aceptaran formar parte de este estudio, que les hace un seguimiento durante los dos años posteriores al infarto.
En los dos primeros años de reclutamiento de pacientes se ha alcanzado la cifra de 150 personas entre los seis hospitales que participan, aunque el Hospital de Salamanca es quien lidera el trabajo y también el que más pacientes está aportando: 60.
La forma de realizar el seguimiento es la parte más peculiar del trabajo.Se les implanta un chip de solo dos centímetros de largo y medio centímetro de ancho para conectar el corazón del paciente con el teléfono móvil a través de bluetooth. De este modo, el chip se conecta con el teléfono móvil y transmite en tiempo real todo tipo de información sobre el corazón, que después será analizada con inteligencia artificial.
El precio de implantar un desfibrilador ronda los 20.000 euros por paciente, y en muchos casos el aparato nunca llega a funcionar porque las personas no vuelven a tener problemas después del infarto. Con este trabajo se pretende obtener información valiosa sobre qué perfil de paciente es el que sí corre un verdadero riesgo de muerte súbita y quiénes podrían prescindir de someterse a este procedimiento, aunque los datos no se analizarán y publicarán hasta que el último de los pacientes participantes haya concluido su periodo de seguimiento.
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