Borrar
Bonita vista de la calle Toro durante los años 30, publicada en una tarjeta postal de Editorial Unique. FOTOS: 'SALAMANCA EN EL AYER' Y GUZMÁN GOMBAU
Comercio, paseo y vitalidad en la calle Toro
MEMORIAS EN BLANCO Y NEGRO

Comercio, paseo y vitalidad en la calle Toro

Antiguo camino romano y salida de la ciudad hacia el norte, la peatonalización decretada hace tres décadas permitió la recuperación para los vecinos y visitantes de una vía singular que atesora notables edificios, testimonio de los movimientos arquitectónicos del siglo XX

Roberto Zamarbide

Salamanca

Domingo, 30 de marzo 2025, 06:30

Del arco de la Plaza Mayor a la desaparecida Puerta de Toro, en los 500 metros de longitud de esta calle palpita la vida con más fuerza que en ninguna otra vía de la capital. Convertida en zona comercial por excelencia, su sinuoso trazado ha renovado casi por completo su fisonomía en el último siglo con la construcción de edificios de viviendas que daban testimonio de los estilos de su época y, ya a finales del siglo XX, con la eliminación del tráfico rodado.

Vista de la calle Toro desde lo que hoy es la plaza de España, en una postal de la editorial García Garrabella.

Trazada sobre un antiguo camino de origen romano que comunicaba con la población zamorana, la calle Toro era una de las salidas de la capital hacia el norte. Muy cerca de la antigua Puerta, en el año 1891, daban comienzo las obras del que sin duda es el edificio más destacado de la vía, la iglesia de San Juan de Sahagún, la gran referencia urbanística de la calle. Iniciativa personal del obispo Tomás Cámara, se levantó en el lugar que ocupaban las ruinas de la antigua iglesia de San Mateo, erigida en el siglo XII, y de la que se aprovechó parte de su piedra de cantería. El nuevo templo en honor del patrono de la ciudad fue proyectado por el arquitecto municipal Joaquín de Vargas y Aguirre y continuado desde 1894 por José María Basterra. Cuentan que su coste se elevó a 400.000 pesetas y se emplearon en ella unos 45 obreros. La veleta que corona el templo fue colocada el 28 de agosto de 1895; tres meses después se abría al culto y fue consagrada formalmente el 12 de octubre de 1896.

1891-92. Construcción de los cimientos de la iglesia de San Juande Sahagún, supervisada por el padre Cámara y el arquitecto Joaquín de Vargas. A la derecha, el templo en foto de Antonio Passaporte.

En los años siguientes, los salmantinos que paseaban y trabajaban entre la Plaza Mayor y su nueva y flamante iglesia vieron cómo poco a poco el paisaje se iba renovando. Varios de los edificios más singulares de la calle fueron proyectados por el arquitecto Santiago Madrigal, quien desde 1914 a 1924 acaparó todos los encargos relevantes que se construyeron en la ciudad, salvo contadas excepciones, según apunta el historiador José Ignacio Díaz Elcuaz. Suyo es, por ejemplo, el bello edificio de tres plantas que preside desde 1917 la plaza del Liceo, haciendo chaflán con Azafranal, así como el que levantó para el Banco Coca en la misma plaza y que un siglo después sigue siendo sede bancaria. Otros edificios diseñados por Madrigal en esa década son el que hace esquina con Corrales de Villaverde, en los números pares, y con Corrales de Monroy, en los impares.

Un Seat 600 circula despreocupadamente por la calle Toro a la altura del cruce con Vázquez Coronado.

La creciente pujanza de la actividad comercial llevó al Ayuntamiento a pavimentar la calle Toro a finales de los años 20. Tras la guerra civil, la promulgación de leyes que bonificaban la construcción ante la falta de viviendas dinamizó la renovación de edificios. Así, la antigua sucursal del Banco de España situada en el número 21 fue derribada para dar paso al nuevo edificio de las Jesuitinas. En 1947 se demolía, en la esquina con la calle Brocense, la conocida como casa de Rodríguez de las Varillas, antiguo caserón del siglo XV, que no sin cierta polémica avivada por los antiguos inquilinos, según ha estudiado la historiadora Sara Núñez. Sería sustituida por una construcción de Genaro de No, otro de los arquitectos que plasmó en varios edificios de esta y otras calles del centro su evolución del racionalismo al neoclasicismo. Joaquín Secall, antes, y Francisco Gil, después, son otros de los notables arquitectos del siglo XX que, con sus elegantes proyectos, dieron el carácter que hoy atesora la calle Toro.

Los años 80 vieron la demolición de los últimos viejos caserones, como el de la esquina con Cristo de los Milagros y el chaflán con la avenida Mirat, destacada obra de la arquitectura policroma salmantina, que tuvo en su bajo la farmacia óptica de Leandro Cobaleda.

Actualmente, numerosas entidades bancarias y establecimientos comerciales son día a día reclamo para salmantinos y visitantes, así como estudiantes que suben y bajan por esta calle que hace 30 años fue privada de tráfico. Todo el mundo salió ganando con la medida.

Tres décadas sin coches tras una polémica peatonalización en 1994

Tras la primera y ya polémica experiencia de la Rúa, el consistorio presidido por Jesús Málaga acometió un ambicioso plan de tráfico para el centro de la ciudad que incluía la peatonalización de las calles Toro y Zamora, en pleno corazón comercial de la ciudad. El 17 de enero de 1994, ambas calles se cerraban al tráfico. La imagen recoge la primera señal de limitación que, cómo no, tuvo opositores entre los comerciantes que temían quedarse sin clientela y sin turistas. Las obras finalizaron ya en 1995 y tuvieron como resultado una sensible mejora para todos.

¿Quiere compartir imágenes de la calle Toro en blanco y negro?

Si conserva imágenes antiguas y originales en propiedad de la calle Toro y quiere compartirlas, puede enviarlas por correo electrónico indicando en el asunto 'Memorias en blanco y negro' a la dirección lector@lagacetadesalamanca.es o hacérnoslas llegar a través del formulario que aparece debajo de estas líneas. LA GACETA DE SALAMANCA las publicará.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Comercio, paseo y vitalidad en la calle Toro