Desde hace un año caminar por la carretera de Ledesma, en el barrio de Pizarrales, se ha convertido en una acción casi imposible por las vallas, zanjas, tubos y material de construcción que alberga la calle debido a las obras de remodelación que el Ayuntamiento de Salamanca inició en marzo de 2023. A pesar de que existen tramos ya renovados, otros están aún por empezar.
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Un proyecto con un plazo de ejecución de diez meses que supera los 2,1 millones de euros para actuar en cerca de medio kilómetro lineal, unos 26.000 metros cuadrados, y que debería haber finalizado a principios de 2024. Pero ahora, según el Grupo Municipal Socialista en el Consistorio, se prevé que estén terminadas en septiembre, con un retraso de hasta 9 meses.
Los efectos colaterales de esta demora los están sufriendo los vecinos y los comerciantes de la zona a los que el PSOE propone compensar económicamente debido a la caída en las ventas de sus negocios. «Desde el inicio de las obras me han bajado mucho las ventas, hay días que no he registrado ni una. Calculo más de 3.000 euros de pérdidas. Al principio los clientes pasaban por la acera de enfrente y me decían 'adiós' con la mano, no se atrevían a cruzar y entrar por posibles caídas. Tuve durante mucho tiempo un puente en la entrada», lamenta Martín Ayuso, dueño de una droguería en la carretera de Ledesma.
Bernardo Agustín, propietario de una carnicería a la altura del número 90 apunta que su negocio se ha visto muy afectado porque no hay sitio para aparcar: «Los domingos paraban los clientes un momento para comprar pollos asados, pero ahora es imposible estacionar el vehículo. Antes vendía 100 pollos, ahora 30 o 40 menos». Asimismo lamenta que los comercios perjudicados no se hayan unido para reclamar.
A diferencia de los anteriores, Jesús María Curto, encargado de un bar en el número 108, sí ha presentado denuncia a través de un gestor: «En septiembre levantaron la acera y he estado dos meses sin poder poner la terraza generando unos 300 euros menos al día. De momento no tengo una respuesta y la terraza la he tenido que abonar igualmente».
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Siete caídas en 10 días. Según Fátima Marcos, dueña de una frutería en el número 60, ha socorrido a muchos vecinos caídos tras tropezar por las obras. «En siete días he visto 10 caídas y he levantado a cinco personas con esguinces. Una de ellas ha tenido que ser intervenida quirúrgicamente. Brutal, pero es población mayor y no quieren denunciar», lamenta Fátima. En su negocio no solo han disminuido sus ventas, sino que han aumentado los pagos: «En este barrio compra a diario la población más mayor que no se atreve a venir, por lo que tengo que acercarles los pedidos. Eso se traduce en más gasto de gasolina y más horas de trabajo». Fátima, que ha presentado quejas a la Cámara de Comercio y a la asociación del barrio, espera con ansia que el proyecto finalice cuanto antes: «Ya vamos viendo la luz al final del túnel».
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