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Alegría Vicente, Lorenzo Luca y Marcelo Aliberto, de la directiva CENTRO DE SALAMANCA
Cien años de un recuerdo de la provincia al otro lado del Atlántico

Cien años de un recuerdo de la provincia al otro lado del Atlántico

Aunque tuvo su momento álgido entre los años 20 y 50, el Centro Salamanca de Argentina sigue siendo un referente para hijos y nietos de salmantinos y prepara un vistoso programa por su centenario

Lunes, 3 de enero 2022, 23:54

Alegría Vicente tenía ocho años cuando en 1951 dejó atrás su Mieza natal, en las Arribes salmantinas, y cruzó con sus padres el Atlántico para buscar un futuro mejor en Argentina, lejos de la miseria de la postguerra española. “En aquel momento mi esfuerzo se centraba en la integración total y en olvidar mis raíces. Era una niña que me sentía observada por cómo hablaba”, confiesa. Treinta años después de aquel viaje regresó a España para conocer sus orígenes y reencontrarse con primos, tíos... Fue cuando Alegría volvió a “renacer”. “Aprendí a querer al país propio y al país de adopción. Terminé entendiendo muchas cosas, abrí la mente y me sentí orgullosa de tener dos culturas”, admite Alegría, que charla con este periódico desde el Centro Salamanca en Buenos Aires, de cuya directiva forma parte como vicepresidenta.

Un centro que el próximo 22 de junio de este año recién estrenado 2022celebrará su centenario de vida. En 1922 un grupo de salmantinos migrantes se unieron en una asociación donde organizaban tertulias y reuniones que servían para que los charros que habían dejado atrás su tierra natal estrecharan el vínculo.

“Cuando llegué a Argentina me sentía observada por cómo hablaba. Ahora me siento orgullosa de las dos culturas”

En Iberoamérica, Argentina, pero también Chile, México y Venezuela recibieron dos importantes oleadas migratorias desde España en los años 20 y 30, y después de la Guerra Civil, en los años 40 y 50.

“Cuando llegué acá a Argentina me llamaban el gallego y no entendía por qué”, relata entre risas Lorenzo Luca, nacido en Miranda del Castañar y que no puede olvidar “el frío que cortaba, cuando se cruzaba el Puente Romano de Salamanca”. Poco después de enviudar, su madre decidió emprender el duro camino de la emigración hacia Argentina, donde residía un familiar. “Llegamos un 16 de noviembre de 1959. Fuimos de la última emigración española. Hasta 1957 los inmigrantes iban al interior del país, pero después se les permitió instalarse en la capital federal, Buenos Aires. Allí les llevaban al hotel de los emigrantes, donde les retenían para tramitarles los papeles hasta que se les reubicaba. En nuestro caso sólo pasamos media hora porque ya teníamos un familiar que nos acogía”, rememora Lorenzo Luca. El shock fue importante para este mirandeño de doce años, por entonces, que pasó de vivir en un pequeño pueblo en la Sierra de Francia a una gran capital como Buenos Aires. Por suerte, se inició como monaguillo y tuvo una rápida integración gracias a un grupo de acción católica.

Mientras tanto, la cifra de salmantinos en Argentina seguía creciendo. El germen de la Casa de Salamanca surgido en 1922 se fusionó en 1938 con otro grupo de emigrantes charros, aunque fue a partir de 1952 cuando el Centro de Salamanca se unió con la Unión Mutual de Vilvestre. El ímpetu de aquellos jóvenes emigrantes consiguió recaudar fondos para adquirir una casa propia con teatro y amplios terrenos. El Centro Salamanca es único en América. “Era nuestro refugio. Allí disfrutábamos de danzas, canciones, comidas, ferias y fiestas”, subraya Alegría Vicente, que explica cómo ahora siguen recordando el folclore charro con los trajes, bailes y los cánticos de la agrupación coral. Si bien, la pandemia ha reducido los eventos y también la crisis económica ha hecho mella en la suspensión de programas como “Añoranza” o “Raíces” que facilitaban el retorno de salmantinos y sus descendientes de Argentina para que conociesen sus orígenes en Salamanca.

“Nuestro objetivo es mantener vivas las tradiciones y la cultura salmantina en las nuevas generaciones”

El reto ahora del Centro Salamanca en Buenos Aires es que siga sumando años gracias a los nietos de aquellos miles de emigrantes salmantinos. Marcelo Aliberto es el mejor ejemplo de esa pasión por los orígenes, que se sitúan en Hondura de Huebra, el pueblo de sus abuelos que visitó en los años noventa. Ahora forma parte de la directiva del centro, que no sólo difunde su labor en las redes sociales, sino que ya perfila un completo programa de actividades para el año del centenario: un evento mensual desde marzo hasta diciembre y un gran acto para el mes de junio, si la pandemia lo permite. “Nuestro objetivo es mantener vivas las tradiciones y la cultura. Es lo que da prestigio y mantiene viva a Salamanca. Por eso haremos lo posible para que Salamanca se luzca en este programa del centenario”, confirma Lorenzo Luca, actual presidente del Centro Salamanca.

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