
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No hay mejor remedio para los días fríos de invierno que tomarse un buen chocolate con churros que hace que a cualquiera se le olviden las temperaturas bajo cero. Se trata de una actividad que muchos relacionan a la estación invernal y de la que apenas se acuerdan cuando el calor del verano llega.
El salmantino José Luis Moreno es churrero de tercera generación, lo que significa que su abuelo ya lo era y que su hijo también lo es. «En mi familia, ha sido un trabajo al que nos hemos dedicado siempre», recuerda este trabajador.
«Yo tengo una churrería fija y también abastezco a cafeterías con churros, además de que distribuimos churros congelados para freír. En ese sentido, tengo trabajo todo el año», explica José Luis.
Desde fuera, puede que parecer que el verano es la estación en el que las churrerías cesan su trabajo durante unos meses, una idea equivocada, ya que según afirma José Luis Moreno, «en verano no dejan de venderse churros«. »Puede que la producción descienda un poco con respecto al invierno, pero es posible que las ventas sean similares», afirma.
«El verano es una estación en la que muchas personas están de vacaciones. Eso significa que muchos desayunan fuera», explica, añádiendo, además, que eso hace que las churrerías no dejen de tener genete en las mañanas de verano.
«En verano, solo verás españoles en una churrería por las mañanas y no por las tardes, como puede pasar en invierno», asegura este trabajador. Otra realidad es la de los turistas internacionales que llegan a Salamanca. «Para ellos, venir a tomarse un chocolate con churros es algo que quieren probar porque es típico de Salamanca», reconoce José Luis, que afirma que, además, es común que los grupos de extranjeros que llegan a las churrerías en verano lo hagan por la mañana o por la tarde.
En cuanto al calor que pasan los propios churreros a la hora de elaborar su trabajo, José Luis asegura que no es tan malo como se piensa, que se puede soportar, aunque siempre «hay días peores y días mejores».
«Lo que desprende calor a la hora de cocinar es el aceite. Las sartenes, los fuegos y las placas de hoy en día hacen que el calor se reduzca a lo mínimo posible. Por eso, se hace más llevadero», apunta. «Era mucho peor cuando trabajaba mi padre, cuando se trabajaba con carbón y eso sí que desprendía calor. En ese sentido, sí que ha mejorado la situación a la hora de la elaboración», dice José Luis Moreno.
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