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Daniel del Castillo
Sábado, 13 de julio 2024, 17:58
Las noches de verano son el mejor momento para disfrutar de una comida o una cena en compañía. En muchas ocasiones las mejores mesas vienen revestidas de amistad, alegría, buena comida y una conversación en la que se arregle el mundo, aunque solo sea hasta volver a recoger el mantel que cubre una noche de luna llena.
Durante esta época estival se tiende a dejar las preocupaciones de la alimentación en cajones que recuperaremos en septiembre. Pasar un gran día de playa o piscina necesita también su ración de pescadito frito, su cerveza y su picoteo. Se hacen planes en los que comer o cenar fuera son el primer punto del día, y pese a que el cuerpo no cambia el aporte calórico necesario con respecto a los meses de puchero y calefacción, si es conveniente mantener una alimentación saludable y sostenible.
Paula Sastre, nutricionista con consulta en Salamanca, centra su trabajo en los meses de junio a agosto. «Muchas veces preferimos ir a lo fácil en verano, pedimos comida a domicilio o abrimos la primera bolsa de precocinados que nos encontramos en el congelador,» apunta. También remarca la importancia de equiparar los distintos tipos de alimentos que, bien ofrecen un aporte de energía, como los carbohidratos, o aquellos que son más livianos y sirven para mantener el desarrollo muscular y para recuperar el gasto energético del día a día, como las proteínas.
Lo ideal para que el verano sea también beneficioso en lo que a nutrición se refiere es complementar las comidas. Un plato perfecto sería aquel que incluye un 50% de verduras, 30% proteínas y 20% carbohidratos. Sobre todo, para las cenas. El calor y el cansancio del día empuja a elaborar cenas más frescas, apetecen más aquellos alimentos que combinan bien en una ensalada de verano y, principalmente, que no complique mucho la vida. También es necesario hacerlo de una forma moderada ya que no gusta irse a la cama con el estómago lleno y con la incomodidad de sentirse mal y que el descanso se resienta.
Uno de los puntos más importantes a tener en cuenta es el de los productos de temporada. Hay dos motivos principales: la sostenibilidad y la calidad. «Hablamos de que tenemos una alimentación sostenible cuando nos centramos en comprar productos de temporada, como por ejemplo ahora en verano, sandía, melón, berenjenas, calabacín, pepino… Todo ello nos hará mirar por nuestro bolsillo y así, nuestro cuerpo también agradecerá que le ofrezcamos alimentos de calidad,» señala la nutricionista Paula Sastre.
Los alimentos de temporada son alimentos de calidad porque es la época de esos alimentos. Una granada en verano, además de que es difícil de encontrar, no tendrá la misma calidad que si compra en octubre, y añadiendo que nos costará más dinero.
Otro de los grandes aliados para estas cenas de verano es la fibra. Se distingue entre soluble e insoluble.
La fibra soluble es aquella que atrae el agua al organismo, lo que hace que se ralentice el proceso digestivo y forme una textura más gelatinosa en el cuerpo para mejorar la digestión. Alimentos como las nueces, la lenteja, la avena, y la manzana presentan un alto contenido en este tipo de fibra.
La insoluble se encuentra en las verduras, es la que hace que los alimentos pasen más rápido a través del estómago y los intestinos, mejora el tránsito humano y ayuda a eliminar sustancias cancerígenas producidas por las bacterias en el intestino grueso. Alimentos como el pan integral, arroz integral y todo tipo de verduras forman parte de esta fibra que ayuda a cuidar el sistema digestivo.
Carpaccio de calabacín.
(Calabacín, queso parmesano y jamón serrano, AOVE)
Ensalada de tomate, albaricoque a la plancha, burrata y nueces.
Salpicón con vinagreta de melocotón. (Gambas, mejillones, pulpo, almejas y pimiento rojo y verde)
Ensalada de patata.
(Patata, huevo duro, atún en lata, cebolla fresca y zanahoria)
Rollitos de salmón ahumado con queso fresco y espinacas crudas.
Poke bowl.
(Arroz integral, atún fresco, fresas, zanahoria y salsa de soja)
Tomates rellenos.
(Atún, couscous, fresas y AOVE)
Ensalada malagueña. (Naranja, patata cocida, huevo duro, cebolleta y bacalao)
Gazpacho de sandía (Sandía, tomate, ajo, pan duro, ajo y pimiento verde, AOVE y vinagre)
Brochetas de melón con aguacate y langostinos
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