En los últimos años, la población de estorninos se ha incrementado notablemente en la ciudad, afectando especialmente a algunas zonas y causando numerosas molestias a los residentes. El hedor que desprenden sus excrementos y la suciedad en el mobiliario público suponen las principales quejas de los vecinos que viven en las zonas más afectadas. Pero estos no son los únicos inconvenientes. Los estorninos también influyen en su descanso, ya que en muchas ocasiones emiten ruidos molestos de madrugada. Los vecinos afectados resaltan que llevan viviendo esta situación durante la última década, una realidad que, lamentan, «va en aumento cada año».
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Rosa Juez y Virgilia Sánchez viven en la avenida Reyes de España, una de las zonas más afectadas por estas aves. «Es una pena la situación que vivimos, la cantidad de pájaros que duermen en estos árboles nos asusta. El problema ya no es solo la suciedad, porque eso se puede atajar con una mayor limpieza. Lo peor es el ruido desagradable que molesta y que muchos días nos despierta», asegura Sánchez. Ambas reconocen que la mayor molestia sonora la generan estas aves al atardecer cuando acuden al dormidero y al amanecer, cuando se marchan. Asimismo, las vecinas temen que la situación empeore con el buen tiempo y que el calor intensifique el mal olor. El parque San Francisco y Carmelitas también se ven afectados por las molestias que generan las bandadas de estorninos que se desplazan hasta allí cada día. Santiago Domínguez regenta un negocio en esta zona y lamenta el estado de su terraza durante las horas de mayor concentración de aves. «Instalo la terraza y al poco tiempo la tengo que limpiar. A la hora del atardecer es el peor momento», asegura.
El parque de la Alamedilla se ha convertido en uno de los focos de quejas por el olor y la cantidad de excrementos de aves. Los vecinos denuncian que la situación empeora con la lluvia, por lo que solicitan al Ayuntamiento medidas que mitiguen el problema.
«Vengo de vez en cuando, sobre todo cuando hace buen tiempo, pero el olor sí lo he notado, es bastante intenso», cuenta María José, una habitual de La Alamedilla. «En los últimos años creo que el problema ha empeorado. He notado que hay muchos excrementos y, sobre todo, cuando llueve hay un olor muy desagradable. Si llueve intentamos evitar la zona, porque por determinados paseos casi es imposible andar. Además, es peligroso, te puedes resbalar». La situación que describe María José no es un caso aislado. Francisco, otro visitante habitual, coincide en que el problema se ha ido haciendo mayor y mayor en los últimos meses. «El mal olor viene ya de un tiempo, pero definitivamente ha empeorado últimamente. Por la mañana los paseos están llenos de defecaciones de los pájaros que vienen a dormir aquí por la noche. Y si son días húmedos, peor aún. No hay quien pase por ahí sin tener que taparse la nariz».
Las soluciones que plantean los ciudadanos parecen coincidir en dos aspectos fundamentales: mayor limpieza y control de la población de aves. María José considera que «el sonido para ahuyentarlas no es muy efectivo porque al final se acostumbran y vuelven a venir». Su propuesta es clara: «si las aves van a seguir viniendo, lo que se tiene que hacer es limpiar los paseos más a menudo».
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Francisco comparte esta opinión y añade: «El Ayuntamiento debería mejorar la limpieza. La presencia de aves es complicada de evitar, pero la limpieza sí se puede controlar. Si no se puede evitar la masificación de aves, la única solución es limpiar más y hacerlo con más frecuencia».
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