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Miércoles, 23 de diciembre 2020, 20:19
Es una de las vías más populares y transitadas de Salamanca. La calle Toro tuvo varios nombres a través de los tiempos. Fue la calle de los Herreros en el tramo entre la plaza de San Martín (hoy Plaza Mayor) y la antigua iglesia de ... San Mateo (hoy de San Juan de Sahagún) y también calle de San Mateo desde esta parroquia hasta su desembocadura en la muralla. A partir del siglo XVI toda la calle, así como la puerta, se denominaron de Toro, por arrancar de ahí la calzada que conducía a esa ciudad. Y aunque a principios del siglo XX se llamó calle del Doctor Riesco y después de la Guerra Civil, fue la calle del Generalísimo Franco, con la democracia llegó a recuperar su nombre.
La calle Toro siempre ha sido una de las más comerciales de la ciudad. Donde ahora se ubican las franquicias más importantes de moda, numerosos carteles y relojes anunciaban a principios del XX la presencia de tiendas y negocios de todo tipo. Una de las imágenes más populares que se repetía cada mes de septiembre era la caravana de coches que salía de la Plaza Mayor y continuaba por la calle Toro para cruzar la ciudad hasta la plaza de toros de La Glorieta para disfrutar de la Feria taurina. Aquellos que no acudían a la corrida ocupaban los balcones y las aceras para observar la comitiva y hacer comentarios sobre las personas de la “alta sociedad” que ocupaban el interior de los automóviles. Aunque la mayor expectación la provocaba el paso de los toreros, camino de La Glorieta.
Cercana a la calle Toro se ubica la plaza de Santa Eulalia que recibe su nombre de la iglesia románica que ocupó este lugar hasta finales del siglo XIX. Un templo que fue clausurado en 1889 por su estado ruinoso y cuyas piedras fueron reaprovechadas para la construcción de la iglesia de San Juan de Sahagún. En aquel solar se construyó después el edificio de Correos y Telégrafos inaugurado en 1930 y que estuvo en funcionamiento hasta 1973 que pasó a la nueva sede en Gran Vía. El edificio fue demolido en 1975, pese a que hubo algunas voces que clamaron por la conservación del patio que se basó en el modelo del de Fonseca. En la plaza se construyó poco después el primer aparcamiento subterráneo de la ciudad.
La otra vía referente de la ciudad que también debe el nombre a la puerta de la muralla donde desembocaba es la calle Zamora desde donde partía la carretera de Zamora. Denominada inicialmente del Concejo de Abajo, cuando los frailes trinitarios terminaron de levantar el convento en el palacio de Montellano esta parte de la calle de Zamora se conoció como calle de la Trinidad.
Fue en esta calle donde se ubicó el Hotel Comercio que desde finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX fue el establecimiento hotelero con más pretigio de la ciudad. La amplitud de su comedor, con capacidad para 300 personas, hizo que se convirtiese en el lugar favorito de los salmantinos para celebrar bodas. La vida del hotel llegó a su fin en 1932, cuando el Estado adquirió el Hotel Comercio a la familia Núñez para construir en su solar la sucursal del Banco de España en Salamanca, inspirado en el Palacio de Monterrey y cuyas obras se paralizaron durante la Guerra Civil y se concluyeron en 1940. El edificio, que en la actualidad mantiene la fachada con los dos escudos franquistas, se está reconstruyendo para acoger el Centro Internacional del Español de la Universidad de Salamanca.
Delante se ubica la plaza de los Bandos que empezó a configurarse como tal a mediados del XIX a raíz de la demolición de la iglesia de Santo Tomé que ocupaba su centro. Durante mucho tiempo fue una explanada de tierra que se utilizaba para colocar casetas y atraciones de las ferias y con tres casetones con butacas donde se estrenaban proyecciones cinematográficas. Fue en la última década del siglo XIX cuando el Ayuntamiento se preocupa de ajardinar la plaza y plantar los primeros árboles.
Entre los siglos XVI y XVI la nobleza salmantina fue levantando en torno a la plaza de los Bandos algunos de los mejores ejemplos de arquitectura palaciega de la ciudad como el palacio edificado por Alonso de Solís donde se celebrarían los esponsales entre Felipe II y doña María de Portugal en 1543. En 1928 la compañía Telefónica compró el viejo palacio para construir allí su nueva sede que integra elementos primitivos como la puerta flanqueada por columnas y una ventana con relieves tardogóticos con escudos.
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