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No es solo una percepción. En la ciudad cada vez hay más peluquerías abiertas. Así lo constata la profesional de la Asociación de Peluquerías de Salamanca (Pesal), Olaya Peña Martín.
«La gente cada vez se lanza más a abrir, pero lo cierto es que según abren, cierran», constata la empresaria. Que las aperturas se concentren en este sector tiene dos motivos principales.
Por un lado, se trata de negocios en los que no es imprescindible una inversión muy importante, ya que están basados en la mano de obra.
Por otro lado, se han abierto muchas peluquerías masculinas que también ofrecen sus servicios como barberías, opción por la que principalmente optan los varones que se forman en esta rama profesional y que se especializan en negocios solo para caballeros.
«Es cierto que muchas de los establecimientos nuevos están especializados como barberías», reconoce Peña.
Reprocha, por otro lado, que un buen número de los nuevos peluqueros son emprendedores «que han hecho un curso» y se lanzan a montar su propio negocio, aunque no les augura una trayectoria muy larga porque, según Olaya Peña, el mercado salmantino no da para tantos negocios.
Además, no hay profesionales para mantenerlos a todos. En su caso, reconoce que lleva dos años buscando ampliar su plantilla.
«Todas las peluquerías que conozco buscan trabajadores. A cualquiera que le preguntes te va a decir que necesita empleados con competencias», lamenta la presidenta del colectivo, que considera que «de la academia no sales preparado para hacerte cargo de una empresa».
También hay que reseñar que las peluquerías, como el resto de empresas, han tenido que soportar un importante incremento de costes de materias primas y de servicios energéticos.
Esto implica un lastre más para la proyección de los nuevos negocios. El lado bueno, que todos estos emprendedores que fracasan después recalan en las peluquerías con más solera, mitigando la necesidad de falta de profesionales.
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