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José Javier García en su restaurante de la calle Cortes de Cádiz frente a los retratos de sus padres que cuelgan en el local.

De Belén Esteban a Vicente del Bosque: el producto 'made in Salamanca' que «conocen en todos los sitios»

El bar Tritón lleva en la ciudad desde 1966 y se ha convertido en uno de los negocios más emblemáticos de Salamanca

José Fuentes Rajo

Salamanca

Sábado, 1 de febrero 2025, 06:45

Cuando los salmantinos piensan en pollo asado seguramente el bar Tritón sea uno de los primeros lugares que se les viene a la mente. Fundado el 21 de abril de 1966 por Tristán García y su hermano Tomás, este negocio familiar situado en la calle Cortes de Cádiz, concretamente, en el número 20, se ha convertido en un emblema de la gastronomía local. Su especialidad, el pollo asado, es conocido por su sabor característico y ha atraído a generaciones de salmantinos, así como a visitantes de toda España.

DE FRANCIA A SALAMANCA: LOS COMIENZOS DEL TRITÓN

Una familia de emigrantes se encuentra tras las raíces de este negocio. «Mis padres estuvieron en Francia muchos años, hicieron un pequeño ahorro y luego volvieron para abrir el Tritón», relata José Javier García, uno de los cinco hijos de los fundadores y actual dueño del negocio. El curioso nombre del local es una combinación de los nombres de los fundadores, Tristán y Tomás.

Este bar ha cambiado mucho desde sus humildes inicios en los que servían a los militares del cuartel Julián Sánchez el Charro, un edificio extinto que se encontraba en la cerca Plaza de la Concordia: «Comenzaron asando cinco pollos en una máquina con una barra, y cuando se estropeaba, mi padre le ponía a mi hermano a girar la manivela», cuenta José Javier. Hoy, esa imagen casi entrañable contrasta con la capacidad actual del negocio, que llega a asar hasta 150 pollos a la hora gracias a tres modernas máquinas.

De hecho, el éxito cosechado a lo largo de las décadas ha permitido a la familia abrir dos nuevos locales, uno en la calle Comuneros, propiedad de su hermana mayor y su cuñado, y otro en el Paseo de Canalejas que llevan los tres hermanos; así como introducir el servicio a domicilio, conocido como «telepollo», para el que tienen contratado repartidores propios.

El crecimiento del negocio también se refleja en su plantilla. «Entre semana estamos unos cinco o seis, pero los fines de semana, cuando se llena, vienen varios extras, hasta 15 o 17. Eso contando con los repartidores», señala José Javier.

EL SECRETO DEL ÉXITO

El pollo del Tritón es famoso por su sabor inconfundible, un logro que José Javier atribuye a tres factores clave: «La calidad y frescura del pollo, el condimento que hizo mi padre con unas especias, y la salsa del pollo». La frescura es una prioridad absoluta: «Siempre pedimos pollo fresco los martes, para gastarlo entre martes, miércoles y jueves, y los viernes ya traemos pollo fresco para el fin de semana».

Además, el proceso de preparación es minucioso. «El pollo da mucho trabajo. No viene limpio, hay que cortarle las patas, la cabeza, las alas, pasarle un soplete para quitarle la pelusilla... Luego hay que echarle una cucharadita de condimento, colocarlos en la cámara y meterlos en las barras. Todo tiene su secreto», explica el dueño.

UN NEGOCIO QUE TRASCIENDE GENERACIONES

En el Tritón, la fidelidad de la clientela es otro pilar fundamental. «Aquí vienen tres generaciones, las que empezaron con mis padres, sus hijos y luego los nietos», comenta José Javier. Aunque el bar no sólo cuenta con una clientela fija. Rostros muy conocidos vienen a probar las delicias del restaurante, desde el campeón mundial Vicente del Bosque, hasta personajes como Belén Esteban o Joaquín Torres y Raúl Prieto. También los hay que vienen de otras provincias como Valladolid o incluso San Sebastián por el sabor de este producto 'made in' Salamanca.

Aunque no es oro todo lo que reluce. La hostelería es un sector muy exigente que conlleva muchos sacrificios: «Trabajamos 365 días al año. Solo cerramos el lunes de aguas por la tarde y en Navidad por la tarde», destaca José Javier.

A pesar de la carga de trabajo que trae consigo un negocio, el dueño encuentra motivación en el legado de sus padres. José Javier se muestra muy orgulloso de sus progenitores, de hecho, dos cuadros cuelgan con sus rostros cuelgan de la pared, así como una placa visible en una de las columnas en la que explica el origen del negocio: «Lo llevas en la sangre, son los sentimientos, lo que hacían tus padres. Eso es lo más bonito».

EL FUTURO DEL NEGOCIO

Sin embargo, el relevo generacional en un futuro es incierto y es más probable que acabe en manos de los empleados que también llevan toda una vida en el negocio: «Tengo cinco sobrinos, pero están estudiando para dedicarse a otras cosas». Los padre de José Javier también querían que sus hijos trabajasen en un oficio diferente ya que es un «trabajo muy sacrificado», aunque siempre hay lugar para los cambios de planes: «Yo, por ejemplo, empecé la carrera de Farmacia y me metí aquí por un mes y llevo 32 años».

Con casi seis décadas de historia este restaurante ha sabido mantenerse como uno de los negocios más conocidos en la ciudad, y sus pollos, llevan consigo una base de la experiencia acumulada, sazonada con un sabor inconfundible.

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