La batalla diaria por aparcar en Salamanca: «Hacen falta el doble de plazas»

No es un secreto para nadie que aparcar en los barrios más populares de Salamanca puede ser toda una odisea. El crecimiento de la población y, por ende, el aumento de coches en la ciudad ha convertido barrios en los que antes se podía aparcar sin ningún problema en zonas cada vez más tensionadas.

Frente a esta situación, el Ayuntamiento ha aumentado el número de estacionamientos gratuitos en la ciudad. En concreto, Salamanca dispone de 63 aparcamientos en superficie. Una medida que continúa siendo insuficiente para la gran cantidad de vehículos que buscan algún hueco para aparcar en Salamanca.

Ese es el caso del parking disuasorio de la calle de la Radio, ubicado en las cercanías del paseo de la Estación y la avenida de los Comuneros, en el que aparcar en ciertos horarios se ha convertido prácticamente en un milagro.

«El parking no da abasto para tantos vecinos. El único momento en el que es fácil aparcar es por la noche, pero durante el día es muy difícil conseguir hueco. Me ha tocado aparcar por la zona de la Aldehuela, a unos 20 minutos a pie de mi piso. Haría falta un parking del doble del tamaño que este», señala Loïs De la Vaissière, vecino de origen francés afincado en Salamanca.

El joven cuenta cómo la dificultad para aparcar ha llevado a crear una especie de «amistad vecinal». «Ya los que aparcamos por la zona nos conocemos. Cuando salgo por las mañanas, a menudo me encuentro con vecinos que están buscando dónde dejar el coche. Es como si esperaran a que yo saliera para poder coger el sitio. Ya hasta nos saludamos», cuenta Loïs.

Una situación similar vive María González, otra vecina de la zona. «A las tres y media de la tarde, cuando voy a coger el coche para ir al trabajo, hay mucha gente buscando dónde aparcar. Me bajan la ventanilla y me preguntan si voy a salir y de dónde. Así pueden coger esa plaza», comenta, a la vez que señala que la desesperación por encontrar un hueco puede llevar a las personas a extremos insospechados.

«He visto coches sin distintivo de discapacidad aparcados en plazas reservadas para movilidad reducida. También hay gente que aparca en plazas triangulares mínimas, que son para motos, e incluso coches encima del bordillo o del césped. Yo lo que hago es irme hasta otro parking gratuito que está más o menos cerca, pero ese me queda a unos diez minutos caminando de casa. Cuando ese también está lleno, me toca irme a otro más lejos, a unos 17 minutos. Además, esos dos no me gustan mucho porque son de tierra. Una vez se me quedó el coche atascado porque había llovido mucho, la rueda se hundió y no podía salir», señala la joven.

A pesar de la gran cantidad de coches que aparcan hasta sobrepasar la capacidad del parking, los vecinos destacan que no hay que confiarse en lo que indica la pantalla, que a menudo señala que quedan plazas disponibles cuando no es así.

«No sé por qué, pero a veces dice que hay varias plazas para aparcar y luego no hay nada, o solo queda una. Hoy, por ejemplo, decía que quedaban 12 y no había ninguna», explica Judith Cascón, usuaria habitual del parking, quien cuenta que después de las 10 de la noche es «más sencillo aparcar».

En relación con el motivo por el que este parking disuasorio, ubicado en la calle del mismo nombre, tiende a estar tan concurrido, los vecinos creen que se debe a la gran cantidad de personas que viven o transitan por la zona.

«El parking está cerca de la estación de tren, pero no creo que la gente lo utilice para dejar el coche e irse de viaje. Creo que se debe simplemente a que faltan más aparcamientos en la zona», opina María.