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La Navidad para el sacerdote y presidente de Proyecto Hombre Salamanca, Manuel Muiños, quedó marcada para siempre una tarde de víspera de Reyes. Aunque recuerda con nostalgia las largas noches de ilusión y magia de su infancia en la madrugada del cinco al seis de enero, confiesa que los Reyes más especiales los ha vivido siendo adulto y junto a uno de ellos. «Hace unos años ayudé al Rey Gaspar en la cabalgata de Reyes de Salamanca. Una persona que decía que creía en el rey Gaspar por encima de todo, le pidió que le concediera un año de vida más, ya que padecía un cáncer y necesitaba ese tiempo. Me impactó aquella persona», explica Muiños. Pero ahí no quedó su historia, pasados unos años el sacerdote volvió a dar con este mismo rostro: «Varios años después me volví a encontrar con esa persona, me recordó quién era y me trasladó su agradecimiento», asegura. El párroco confiesa que este es uno de los momentos más especiales de las Navidades de toda su vida.
Pero Muiños también recuerda a toda su familia unida en Nochebuena en el hogar de su infancia y de su querida Galicia: «Recuerdo las Navidades de cuando era niño como un momento muy especial con una familia muy numerosa, compartiendo y viviendo unos días de encuentro con todos, muy de sentimientos y muy de corazón. Recuerdo la Navidad así, basada en la sencillez y como algo entrañable vivido con mucha intensidad», asegura. Rememora también los villancicos que entonaba junto a su familia, el júbilo de la tarde en la que ponía su belén en casa e, incluso, recuerda ir al monte a por su árbol de Navidad «cuando todavía se podía».
«En las Navidades de cuando éramos niños había menos lujos que ahora, no faltaba de nada, pero se valoraba todo mucho más. Era un compartir muy distinto. No se hacía porque tocaba ni por cumplir, sino por puro sentimiento y se sentía y se vivía de verdad la Navidad. Hoy hablamos de una Navidad de apariencia y de mentira, de muchas luces y mucho ruido», recalca. Junto a ello, el párroco recuerda a los salmantinos la importancia de «preparar el corazón» para estas fechas: «Si no rehumanizamos la Navidad estamos perdidos. Hay que volver la vista hacia esa dimensión más humana y más divina a la vez, desde el corazón y desde el alma para evitar quedarse en lo superficial», destaca.
El sacerdote ha pasado todas las Nochebuenas de su vida en su tierra natal, en Galicia. Confiesa que el año de la pandemia ha sido la única ocasión en la que no pudo viajar al hogar de su infancia: «Siempre encuentro a algún compañero que pueda sustituirme el día de Navidad en mis parroquias para que pueda pasar ese par de días en familia y en mi tierra», manifiesta. No obstante, se mantiene muy alejado de los fogones: «No hay motivo para castigar a la familia con mi incapacidad para cocinar. Voy a mesa puesta», reconoce entre risas. Durante la cena, Muiños disfruta del marisco y pescado de Galicia y comparte con sus familiares carne charra y productos típicos de Salamanca. Confiesa, además, que los orejones y los higos son su perdición.
En sus Navidades de la actualidad, Muiños compagina sus obligaciones religiosas con las actividades que realiza Proyecto Hombre para celebrar estas fechas tan señaladas con sus integrantes. «Hay que preparar los eventos, los encuentros, las comidas con los chicos, las cenas y buscar los reyes para todos. Es un gozo poder estar ahí y hacer Navidad con ellos», explica. Actualmente, según traslada Muiños, hay más de sesenta personas dentro de la comunidad de Proyecto Hombre. Entre ellas, también hay varias mujeres ucranianas que llegaron a Salamanca, huyendo del conflicto bélico, y sus respectivos hijos. «En estas fechas tan señaladas, intentamos suplir todo aquello que no tienen, haciendo familia con ellos desde el proyecto. Para ellos es también tomar conciencia y poder disfrutar de una Navidad que a lo mejor hacía años que no disfrutaban, porque se encontraban en una mala situación. Sienten el calor de sentirse queridos y valorados», asegura el presidente de Proyecto Hombre Salamanca.
En unas fechas tan señaladas, el sacerdote recuerda en sus plegarias a los damnificados por la DANA de Valencia, que en esta ocasión han tenido que vivir una Navidad diferente a las que habían disfrutado hasta ahora. «Hemos estado muy volcados con esa DANA durante todo el tiempo. Hemos conseguido mandar bastantes cosas y les hemos tenido muy presentes en nuestras oraciones. Sin embargo, esto no es solo orar, la oración se tiene que transformar en gestos, en detalles, en compromisos y en acciones», asegura.
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