Así ha cambiado la Plaza Mayor de Salamanca a lo largo de su historia

Cuesta imaginarse Salamanca sin su Plaza Mayor, pero antes de levantarse el monumento, en ese lugar se ubicaba otra plaza, la de San Martín, de enormes dimensiones, que se extendía alrededor de esta iglesia y donde concurrían las calles Zamora, Toro, Rúa y San Pablo.

Recuerda José Antonio Bonilla en el Callejero Histórico que el mérito principal de construir la Plaza Mayor se debe al empeño del corregidor don Rodrigo Caballero y Llanes, que siempre consideró la plaza de San Martín poco digna de una ciudad universitaria. Para conseguir una plaza majestuosa, el corregidor recaudó fondos y pidió autorización al Consejo Real de Castilla antes de encomendar el proyecto al arquitecto Alberto Churriguera. Fue el 10 de mayo de 1729 cuando se iniciaron las obras del pabellón real (lateral paralelo al Mercado Central). En cinco años estaba concluido ése y el pabellón de San Martín (junto a la iglesia), sin embargo hasta 1751 no se reiniciaron los trabajos de los lienzos de Petrineros y el Ayuntamiento de manos de Andrés García de Quiñones, que mantuvo los trazados anteriores pese a la menor disponibilidad económica y a los problemas surgidos con la propiedad privada.

Aunque la Plaza se concluyó en 1755, no quedó rematada hasta 1852 cuando el arquitecto Tomás Cafranga hizo la espadaña para colocar el reloj.

La Plaza Mayor fue durante años el lugar en el que se exhibían por primera vez los adelantos que llegaban desde las grandes ciudades europeas, especialmente desde París. Si a mediados del siglo XIX la superficie del ágora estaba sin pavimentar, las fotografías de 1877 muestran una Plaza convertida en un parque. Un hermoso jardín ocupaba por esos años gran parte de la superficie. El estanque que ocupó su centro no fue una realidad hasta 1875 cuando por fin se instaló una máquina de bombear agua desde el río. En la inauguración del artefacto no faltó la bendición del obispo con remojón a los asistentes cuando del caño salió un potente e inesperado chorro de agua.

A ello se sumaron curiosas innovaciones como los urinarios públicos de latón situados en las esquinas de los jardines, así como las farolas y jarrones de hierro. Aunque la gran novedad fue la llegada de la electricidad que sustituyó al alumbrado de petróleo existente hasta 1889. La primera receptora de la luz en Salamanca fue la Plaza Mayor.

Es en 1920 cuando se invierte el proceso y se empiezan a retirar los aderezos que afeaban la Plaza Mayor. La vegetación se reduce dejando paso a parterres ajardinados, en los que aún había alguna palmera. Existía un templete, aunque no en su centro, sino más cercano al Pabellón Real que al resto y la Plaza Mayor estaba abierta al tráfico.

Fue en 1930 cuando el templete se traslada a la Alamedilla y desaparece la fuente del centro llamada de la “alcachofa”, así como los árboles. Las hornacinas situadas en el balcón principal del Ayuntamiento que estaban ocupadas por los bustos de Alfonso XII y su madre Isabel II desaparecieron también con la proclamación de la Segunda República.

Con losas de granito desde 1954. Fue en 1953, precisamente con motivo de la visita del dictador Francisco Franco a la ciudad prevista un año después para su nombramiento como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca, cuando se decidió realizar una reforma integral de la Plaza, que incluía cubrir su superficie con “granito de diferentes tonalidades”. A partir de 1954 el ágora quedó libre de jardines y arbolado. Fue entonces cuando su gran explanada se cubrió con losas de granito y todo su mobiliario urbano se redujo a cuatro farolas y a unos bancos de piedra. Un minimalismo que permite contemplar la Plaza Mayor en toda su monumentalidad, sin distracciones y sin aderezos. Fue durante el inicio del año 2019 cuando el Ayuntamiento salmantino realizó la reparación del dañado enlosado de la Plaza.

Hasta que se levantó la plaza de toros en el Campo de San Francisco, los festejos taurinos se celebraban en la Plaza Mayor, donde toreaban figuras relevantes como Pedro Romero y Pepe Hillo.

Desde su estreno, el ágora salmantina ha sido escenario de acontecimientos de todo tipo. Recuerda Bonilla como en 1802 se levantó un patíbulo en la Plaza donde fueron ajusticiados y descuartizados los malhechores, aquellos que robaban en casas, profanaban templos, violaban doncellas y maltrataban a párrocos.

El balcón consistorial ha sido también atrio de discursos políticos de diferentes signos. Miguel de Unamuno habló en varias ocasiones desde este lugar, una de ellas en la proclamación de la Segunda República. También el dictador Francisco Franco usó este púlpito para dirigirse al pueblo en varias ocasiones: en 1937, en 1954 y en 1970. Desde el pasado siglo la Plaza Mayor ha sido escenario de desfiles y paradas militares, desde aquellos de la época franquista a los más actuales con juras de bandera, actos del Regimiento de Ingenieros, la Base Aérea de Matacán o la Guardia Civil.

La Plaza Mayor, esa que ha se quedó inusualmente deshabitada por efectos de la pandemia del 2020 y el férreo confinamiento del primer estado de alarma, ha acogido en los últimos años eventos de toda índole. Ha sido salida o meta de carreras benéficas, solidarias o de la Vuelta Ciclista a España. Muchos recordarán aquel 1992 durante la Feria Universal Ganadera cuando la Plaza se convirtió en un coso taurino o en 1980 con motivo de las Ferias y Fiestas cuando el entonces alcalde Jesús Málaga autorizó que se soltase en la Plaza un cerdo engrasado como espectáculo de los actos en honor a la Virgen de la Vega.

Por la Plaza Mayor no sólo desfilan procesiones y hermandades de Semana Santa, cabalgatas de Reyes o hace décadas las carrozas con la Reina y dama de las fiestas, sino también se ha convertido en escenario de celebraciones deportivas como el ascenso a Primera División de la Unión Deportiva Salamanca, los éxitos del Perfumerías Avenida o la victoria de España en el Mundial de Sudáfrica.

Los multitudinarios conciertos de Ferias han abarrotado la Plaza Mayor con la música de Miguel Bosé, Carlos Jean, Loquillo, Raphael, Miguel Ríos..., pero también el ágora se ha transformado en platea con cientos de sillas para conciertos como el de Alfredo Kraus en 1996 o los más recientes de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. En 2005, con motivo de los 250 años del inicio de la construcción de la Plaza Mayor, también acogió un estreno teatral.

Elefantes del circo, espectáculos circenses del Fàcyl, las proyecciones del Festival de la Luz, la Nochevieja Universitaria, concentraciones de motoristas y vehículos clásicos o el coche de Fernando Alonso también se exhibió en el ágora, que ha ejercido de plató de televisión para concursos como Masterchef, documentales y películas como “Mientras dure la guerra” de Amenábar, entre otras. Por no olvidar manifestaciones multitudinarias como la que reunió a 50.000 personas en el ágora y alrededores contra la salida de ‘papeles’ del Archivo.