La voluntaria Rocío Sánchez, junto a la persona que acompaña en uno de sus últimos paseos.

«Me aporta más a mí que yo a ella»

Candela Sáez y Rocío Sánchez colaboran con el Programa de Voluntariado Municipal 'VoluntaS' acompañando a personas mayores y con discapacidad en una actividad de paseos saludables por la ciudad

María Regadera

Salamanca

Domingo, 9 de marzo 2025, 16:55

Darse a los demás de forma altruista es una forma de aprender, crecer en valores y recibir. Candela Sáez, a sus 24 años, decidió que era el momento de comenzar un voluntariado con personas de avanzada edad, una realidad con la que llevaba soñando desde hace muchos años. En su caso, ha influido mucho su situación personal, ya que no conoció a ninguno de sus abuelos. Reconoce a este medio que siempre se ha preguntado cómo sería tener esa relación personal con ellos o sentir su afecto. Hace meses, en la Universidad le propusieron formar parte del Programa de Voluntariado Municipal «VoluntaS». Actualmente, realiza una labor de acompañamiento a una persona mayor cada semana durante una actividad de paseos saludables.

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«Tengo una especial sensibilidad hacia la gente mayor. En mi caso, siempre me ha faltado esa relación con mis abuelos y, desde hace muchos años, he querido formar parte de algún programa que trabaje con este colectivo», afirma la joven. Reconoce también que no es la primera actividad de voluntariado que realiza, ya que durante su etapa universitaria acompañó a personas hospitalizadas sin familia en el Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla.

Su experiencia desde que forma parte del Programa de Voluntariado Municipal es muy positiva. «Conocí el programa a través del Servicio de Asuntos Sociales de la Universidad y comencé hace unos meses. Estoy muy contenta, me han asignado a una señora mayor con la que he tenido muchas cosas en común desde el minuto cero», reconoce.

La voluntaria Candela Sáez.

Cada semana, Sáez reserva una hora de su tiempo para acompañar a la señora en su actividad de paseos saludables. «Se encuentra en una situación de soledad no deseada, viuda desde hace unos años y con su única hija viviendo fuera de España. Aunque tiene a su nieta aquí, le falta acompañamiento», reconoce la joven. No obstante, asegura que se ha creado un vínculo muy especial entre ella y la salmantina a la que acompaña. También asume que tiene muchas cosas que aprender de ella. «Me aporta más ella a mí que yo a ella. Me agradece que pase tiempo con ella y tenemos una conexión muy particular, porque yo estudio un Máster de italiano y ella ha vivido en Italia. Ella es súper social, me cuenta su vida y a mí me encanta escuchar las vivencias de la gente mayor porque aprendes muchísimo», manifiesta Sáez. La joven, por su parte, le dedica una sonrisa cada día y le cuenta también experiencias suyas. Sáez recomienda a más salmantinos a participar en alguna actividad de voluntariado, al menos, una vez en la vida. «No cuesta nada sacar una hora de tu tiempo a la semana para estar con una persona que necesita compañía. Es el momento de olvidarse de las pantallas y de la inmediatez y conocer a personas que te puedan aportar una riqueza personal a nivel de valores», reconoce.

La salmantina Rocío Sánchez, de 31 años, ha colaborado durante los últimos cuatro años en el Programa de Voluntariado Municipal. En su caso, realiza una labor de acompañamiento a personas con discapacidad intelectual durante paseos saludables y actividades medioambientales que se realizan en la ciudad. No es el único voluntariado que ha realizado, también ha colaborado con entidades como Cruz Rojas o Cáritas. «Desde que era bastante joven me ha interesado mucho el tema social y ayudar a personas con problemáticas, especialmente menores en situación de exclusión social o con discapacidad. Siempre he creído que puedo aportar mi granito de arena a esta realidad», asegura.

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Junto a ello, reconoce que se siente muy afortunada de poder colaborar como voluntaria en actividades de las que ella también aprende y de las que se siente partícipe. «Es muy gratificante sentir que puedes ayudar a otros y recibes mucho. El aprendizaje que te llevas es enorme».

Otro de los valores que fomenta el voluntariado son la inclusión y la tolerancia. Esto cala hondo en todos los salmantinos y salmantinas que conviven con realidades con las que no están acostumbrados a tratar. «Se aprenden muchos valores y, sobre todo, a tratar a las personas con discapacidad no desde los ojos de la compasión, sino desde los del respeto. Porque siempre resaltamos el tema de las dificultades, pero muchas veces se nos olvida que tienen muchas capacidades que hay que fomentar», manifiesta.

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La voluntaria salmantina sueña con que muchas otras personas de su edad se puedan sumar a colaborar con causas sociales para aportar un pequeño granito de arena a la sociedad. «Solo hay que tener empatía, muchas ganas y motivación. Es una experiencia que aporta mucho a tu día a día», asegura.

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