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Lunes, 18 de enero 2021, 11:40
Desde la Universidad de Santiago de Compostela y el Instituto de Investigaciones Sanitarias, Antonio Salas Ellacuriaga ha llevado a cabo importantes investigaciones sobre el genoma del virus SARS-CoV-2. Tras analizar 160.000 genomas explica su visión sobre la variante de la cepa inglesa.
–En las últimas semanas han saltado muchas noticias sobre las nuevas variantes, ¿está mutando más el virus?
–El virus no ha dejado de mutar, forma parte de su propia naturaleza. Ese cambio se puede medir de muchas maneras, una de ellas es ver cuánto cambia a lo largo del tiempo, lo que llamamos la tasa de sustitución, eso lo conocemos desde hace tiempo, nosotros calculamos una tasa de sustitución en nuestra primera aportación de, aproximadamente, un cambio cada dos semanas, sin embargo, a mi juicio, se ha extendido la idea de que el virus mutaba muy poco y no es así. Hoy por hoy, teniendo en cuenta la cantidad de virus que están circulando por todo el mundo, el resultado son miles y miles de mutaciones registradas en las bases de datos genómicas, nosotros tenemos 28.000 cambios mutacionales reportados, es decir, que los hemos observado, lo que no quiere decir que los 28.000 estén ahora circulando porque muchas de esas mutaciones han desaparecido. Si comparamos un virus actual con uno de referencia de inicio de la pandemia nos encontramos, de promedio, una tendencia a los 20 cambios, más o menos.
–¿Y es realmente más contagiosa la cepa británica?
–Se ha dicho de la variante de Inglaterra que tenía más cambios de los que cabía esperar, pero eso en contexto no es algo extraordinario. Eso no quiere decir que en ese tiempo no haya habido miles de otros genomas que hayan experimentado situaciones muy parecidas, no es la norma, pero está dentro de lo esperado. Así que un virus puede acumular más cambios que la tasa de mutación recogida, que es un promedio. Si miramos esa cepa en el contexto de otros virus se ve que hay otros que tienen más mutaciones todavía.
–Pero ¿es más contagiosa?
–Se ha creado una alarma sin tener las evidencias suficientes. Todos hemos aprendido que cuando se relajan las medidas de seguridad, los contagios aumentan. Lo que estamos viendo ahora en España no es derivado de la cepa de Inglaterra, no tenemos la evidencia de que sea así, aunque esa cepa está circulando por España igual que por otros muchos sitios, pero el motivo fundamental por el que estamos viviendo esta nueva ola es porque nos hemos relajado en Navidad, ya ha habido otros episodios similares a lo largo de esta pandemia. Es una fórmula muy sencilla: más relajamiento, más facilidad para el contagio y aumento de las cifras. Si a eso le superponemos la posibilidad, no la evidencia, de que exista una variante, no solo la inglesa, sino también otras, que tenga más facilidades para el contagio, entonces es el cóctel perfecto para que aumenten los casos en un país. La variante puede llegar a ser importante, pero hay otras cuestiones igual o más de importantes que no debemos olvidar, y centrar la atención sobre una variante sobre la que aún no existen todas las evidencias es crear una alarma que pone en peligro otros aspectos, como el de la vacunación, ya que hace que la gente dude. Sobre si esa mutación inglesa es más contagiosa la pregunta es ¿con respecto a qué mutación? Hay miles circulando.
–¿Y esta variante, u otras, pueden disminuir la capacidad de inmunizarnos con las vacunas?
–Ese es un mensaje erróneo que crea una ansiedad en la población sobre un dato sobre el que aún no tenemos ninguna evidencia. Es muy razonable que las personas tengan dudas, es lógico, pero la única solución a todo esto es la vacuna. Yo creo que las vacunas va a seguir funcionando con la cepa británica y con otras, y no solo eso, sino que si perdieran algo de eficacia, las vacunas son fáciles de cambiar.
–¿La tasa de mutación de este virus es menor o mayor que la de la gripe?
–He oído que decían que el virus de la gripe y del VIH mutaba muchas miles de veces más que el coronavirus, no es así. Desde el punto de vista de la tasa de mutación evolutiva esos virus mutan un poco más, no mucho, en concreto, la gripe muta cuatro veces más, pero la gripe es un genoma más pequeño y si normalizas la tasa de mutación por el tamaño del genoma, la cantidad de mutaciones que acumula en el tiempo el COVID no es muchísimo más diferente a otros virus ARN. Esto quiere decir que no me extrañaría nada que con el paso del tiempo haya que modificar las vacunas, pero si en un año se ha conseguido desarrollar varias vacunas, cambiarlas un poco no creo que sea un gran reto, aunque yo no creo que vaya a haber que cambiarlas de forma inmediata por esta variante, quizás con el paso del tiempo, unos meses, un año o tres, haya que actualizarlas.
–¿Significará que habrá que vacunarse todos los años?
–Es posible, como pasa con la gripe. Vamos a ver el efecto de la vacuna en cuanto haya cierta inmunidad de grupo, pero yo soy muy optimista desde que empezó a circular la vacuna. Tengo que matizar que el año pasado mi mejor predicción es que esto se podría normalizar a principios de 2022 y ahora soy más partidario de finales de este año. No es llegar la vacuna y ya, no es una frenada en seco, es una frenada progresiva y va a llevar unos meses por los problemas también de la logística, tanto de la producción como de la vacunación.
–¿Así que se producen mutaciones casi cada día?
–Las mutaciones surgen de manera continuada. Al principio de la pandemia se habló mucho de la mutación 614. Seguramente Italia fue el foco inicial de esa mutación, había predicciones horribles sobre esa ella y aún hoy nos estamos planteado si la idea de que esa mutación era más contagiosa era realmente cierta. Nadie habla ya de ella y estuvo en casi todos los lugares del mundo, es una de las cepas más exitosas y se incubó de manera importante en Italia y desde allí se distribuyó a toda Europa y de ahí al resto del mundo. Aún ahora que han pasado meses hay contradicciones en la literatura sobre su mayor o menor capacidad de dispersión. Así que de una cepa que aparece en septiembre u octubre que se empiecen a hacer previsiones fatalistas, me parece muy precipitado. Yo no digo que no haya que hacer un seguimiento importante de esa cepa, de esa y de muchas otras, pero de ahí a crear una alarma social, casi apocalíptica, y que debido a eso la gente deje de confiar en las vacunas, me parece inadecuado. Y está aún el problema de los supercontagios, que sigue existiendo.
–Parece que nos hemos olvidado de ellos.
–La literatura no lo ha olvidado, están saliendo ahora cosas y uno de los artículos que ha salido en “Science” lo reportamos nosotros en mayo. Ese modelo de contagio sigue funcionando y en este universo de mutaciones hay algunas que tienen más facilidad de interactuar con el huésped. Hay que seguir secuenciando genomas y hacer un sistema de vigilancia que permita ver cómo el virus interacciona con el huésped. No dudo de que esa variante británica tenga más capacidad de mutación, pero ¿cuánto más que otras mutaciones que están circulando?
–Hay noticias de contagios entre personas vacunadas.
–No he investigado mucho sobre eso, podría ser que estuvieran contagiados y no lo supieran, la sensibilidad técnica es limitada y también las vacunas tienen una eficacia limitada y, además, no todas las personas responderemos igual.
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