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La fachada del edificio ocupado, con los cristales de la escalera rotos.
Año y medio con okupas de vecinos

Año y medio con okupas de vecinos

Los habitantes del edificio ubicado en Crisantemos nº 11 en el barrio de Chinchibarra llevan desde mediados de 2023 conviviendo con un grupo de personas que han ingresado a una de las viviendas de manera ilegal

Domingo, 27 de octubre 2024, 10:51

A mediados del año pasado, los vecinos del edificio ubicado en la calle Crisantemos nº 11, del barrio de la Chinchibarra, se encontraron con una desagradable sorpresa: un grupo de okupas se había adueñado de una de las viviendas ubicadas en su edificio.

Una situación que desde el principio generó preocupación. «La gente dice que las tasas de ocupación son muy bajas y que afecta a pocas viviendas. Lo que no ven es que el que ocupa no solo afecta al dueño del piso, sino a todos los que estamos alrededor. Al principio era un no parar de problemas. Todos los días rompían algo o había una pelea. Sobre todo cuando el hijo mayor de una de las parejas estaba aquí con ellos. Se creía que podía hacer lo que quería. Nos rompió todos los cristales de las escaleras. Ahora está encerado en un sitio de menores y la cosa se ha calmado un poco. Pero todos los vecinos estamos afectados porque no respetan las reglas de convivencia», relata un vecino que prefiere permanecer anónimo por temor a la reacción que sus declaraciones pueda generar, aunque aclara que los okupas no han atentado antes contra ningún vecino físicamente.

«Con nosotros nunca se han puesto violentos, pero entre ellos cuando riñen la cosa puede llegar a los golpes. Cuando la lían son discusiones muy grandes y tenemos que estar todos los vecinos escuchando como se gritan y se insultan. Hemos tenido hasta que llamar a la policía porque en varias ocasiones uno de los hombres ha llegado a golpear a su pareja, pero claro, como ella no denuncia al otro día está otra vez aquí. A mí me da lástima por las niñas que son pequeñas y tienen que ver eso. Hay veces que ha venido la policía y se ha llevado esposado al padre de las niñas y ellas se ponen a gritar y llorar», concluye el vecino.

Una situación que los habitantes del edificio relatan les genera pena por las menores, que a menudo presentan un mal aspecto y que, según se han dado cuenta algunas personas del edificio, faltan al colegio constantemente. «Viven en unas condiciones horrorosas, el piso parece un almacén y está lleno de bichos», señala un vecino.

En el piso ocupado viven un total de nueve personas y un galgo, cuatro adultos y cinco niñas, la mayor de alrededor de unos 14 años y la menor de apenas 2. A lo que se le sumaba, anteriormente, el hijo mayor que tiene 15 años y que ya no convive con ellos debido a que está recluido en un reformatorio de menores, pero que los vecinos temen volverá al piso tras cumplir la condena.

Además de los destrozos dentro del edifico, uno de los problemas a los que se enfrentan los vecinos es que el grupo de ocupas no respeta los espacio comunes dejando sus pertenencias a la entrada del portal de manera desordenada. También, han llegado a tirar basura y muebles desde la ventana del piso, lo que genera preocupación entre vecinos de otros edificios del barrio ya que consideran es un peligro y que, además lamentan que, tras el proceso de renovación al que se ha sometido el barrio, las calles presenten un mal aspecto.

Imágenes de los destrozos ocasionados en el edificio por los okupas
Imagen principal - Imágenes de los destrozos ocasionados en el edificio por los okupas
Imagen secundaria 1 - Imágenes de los destrozos ocasionados en el edificio por los okupas
Imagen secundaria 2 - Imágenes de los destrozos ocasionados en el edificio por los okupas

Según comenta la comunidad de vecinos del edificio, el inmueble ocupado es propiedad de una mujer mayor que lo recibió en herencia. La dueña lleva desde que tuvo conocimiento de la situación intentando recuperar la vivienda y ha recurrido ya a los tribunales y, según ha contado a los vecinos —con quienes tiene comunicación constante para saber la situación de su propiedad—, está a la espera de la sentencia judicial que le permita proceder al desalojo.

A la incómoda situación de poseer un inmueble del que no puede disfrutar, se le suman los gastos que genera. Según ha confirmado la comunidad de vecinos, la propietaria continúa pagando mes a mes las cuotas correspondientes a los gastos comunes y servicios.

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