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Como si el despertador para ir al 'cole' hubiese sonado, pero sin deberes, cargados de entusiasmo y de ilusión y ansiosos por abrir todos y cada uno de los paquetes que Sus Majestades dejaron bajo sus árboles de Navidad. Así amanecieron este sábado los más pequeños de cada casa. Y es que los Reyes Magos suscitaron el 'madrugón' más esperado del año.
Después de una noche en la que pegar ojo les fue difícil, la magia surgió el efecto esperado y su buen comportamiento por fin era premiado con decenas de regalos situados cerca de sus zapatos.
El disfrute se hizo notar en cada rincón de Salamanca. La alegría se materializó en miles de sonrisas y 'montañas' de papel de regalo imperaron a lo largo de todo el día, en el que la impaciencia por estrenar lo que Melchor, Gaspar y Baltasar les habían dejado copó todos los focos de atención.
De los deseos más pedidos por los salmantinos antes de que el séquito real pasease su magia por toda Salamanca en la cabalgata que tuvo lugar en la noche del viernes, no hubo ninguno que faltara en las casas salmantinas. La Nancy de Aitana, los Furbys, los juegos de mesa, diversos muñecos, las cocinitas o los laboratorios para llevar a cabo experimentos o crear rotuladores cumplieron las expectativas de los más pequeños, que se dejaron la voz al paso de las carrozas de Sus Majestades para reclamar lo que tanto tiempo llevaban esperando y les habían pedido ya por las cartas que habían depositado en buzones, barrios, escuelas o iglesias.
Así, ningún niño se quedó sin sus regalos en una mañana en la que se evidenció que la magia de este día siempre estará presente en cada rincón y que su esencia, el compartir en familia, perdurará generación tras generación.
En un día cargado de tanta ilusión como el que los más pequeños vivieron ayer, también se dieron muchas primeras veces. Y, esas primeras veces, ya pudieron 'palparse' en el ambiente durante la cabalgata, durante la que, en la primera fila, una hilera enorme de carros de bebés encandilaron a Sus Majestades a su paso por las calles de la ciudad.
Ese entusiasmo tan característico también se hizo notar por cada calle de Salamanca y por el 'corazón' de la ciudad, donde niños como Benedict, Diamantine y Emilio jugaron con todos sus juguetes.
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