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José Mangas a las puertas de su negocio. Almeida
«A alguno le conozco desde la barriga de su madre y ahora viene aquí»
GENTE DE PRENSA

«A alguno le conozco desde la barriga de su madre y ahora viene aquí»

José Mangas lleva once años al frente de un quiosco situado en la plaza de Barcelona: «En este tipo de negocios conoces a las familias y lo que les pasa, sus alegrías y sus penas»

María Regadera

Salamanca

Viernes, 21 de marzo 2025, 13:32

José Mangas Sánchez lleva once años detrás del mostrador de un kiosco situado junto a la plaza de Barcelona, en el barrio que le ha visto crecer. Ha pasado más de tres décadas trabajando en una empresa de calzados, en la que empezó cuando tenía catorce años, pero que cerró y le dejó en el paro. El salmantino decidió apostar por emprender su propio negocio y a día de hoy se siente reconocido por sus clientes, feliz y entusiasmado con una forma de vida que le llena cada día. «El emprendimiento siempre da respeto. Yo venía del paro y lo que me habían dado lo ahorré y lo utilicé para comenzar, que siempre hay muchos gastos. Cuando empiezas siempre tienes miedo y la angustia de saber que te vas a lanzar a algo que no sabes cómo va a funcionar», explica a este medio.

El quiosquero reconoce que ninguno de los miembros de su familia ha regentado un negocio similar, sin embargo, él ha conseguido posicionarse como uno de los negocios más queridos del barrio. Tener un reconocido supermercado justo enfrente no le ha influido nunca, los vecinos aprecian a Mangas y pasan por su tienda para realizar pequeñas compras diarias, adquirir prensa y revistas o simplemente tener una conversación. «El trato diario con el cliente resulta muy agradable. Me entiendo estupendamente con muchos clientes y siento que me aprecian, y yo a ellos. En este tipo de negocio conoces a las familias y lo que les pasa, sus alegrías y tristezas».

Recuerda con nostalgia a algunos vecinos que eran clientes habituales y que ya no cruzan las puertas de su establecimiento. «Vas viendo la evolución de tus clientes y también cómo van perdiendo, eso me da mucha pena. Los has visto bien, has conversado con ellos, se han preocupado por ti y... de repente un día, ves que te ponen la mano para que le cojas el cambio porque ya no se encuentran seguros. O todavía peor, te enteras de que han fallecido o de que no pueden salir de su piso», lamenta el quiosquero.

También recuerda aquellos momentos de pandemia, que para su negocio fueron tan duros. «Ponía un cesto de pan a la puerta y veías colas de vecinos de horas y horas, pero la gente se portó de maravilla. En aquel momento estaba solo, ahora me ayudan mi cuñada o mi mujer», afirma.

Normalmente, Mangas trabaja todos los días, de 8:00 a 21:00 horas, con un pequeño intervalo de tiempo para comer. Su amplio horario no supone un inconveniente, ya que asegura que las cosas positivas que le da su trabajo son las que más le importan. «Hay personas a las que conozco desde el primer día, desde que estaban en la barriga de su mamá y ahora vienen a comprar. Otros que no eran capaces de subir los peldaños de la entrada y ahora son unos mocetones», dice Mangas entre risas.

Lamenta la desaparición de negocios de cercanía en casi todos los barrios de la ciudad. «Para la gente joven es más cómodo ir a las grandes superficies, lo han hecho un hábito. Sin embargo, los clientes de mediana edad y avanzada son más habituales de este tipo de negocios de barrio».

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