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Domingo, 3 de octubre 2021, 21:19
La falta de microchips no es el único problema al que se enfrentan las empresas salmantinas. Una vez pasado lo peor de la crisis, muchos expertos confiaban en una recuperación fuerte y sostenida. Sin embargo, en los últimos meses han surgido problemas inesperados y que hacen temer que la salida de la crisis económica que provocó la pandemia se trunque.
Uno de los gastos de mayor importancia para la mayoría de empresas es la electricidad. El presidente de la Confederación Empresarios de Salamanca (CES), José Vicente Galeano, recuerda que en algunos casos el recibo se ha duplicado en poco tiempo. “Hay empresas de restauración que han pasado de pagar 500 euros al mes a más de 1.000, por encima de lo que le cuesta la hipoteca”, asegura. Un problema que afecta a las que más tienen que recurrir a este tipo de energía y que ven como cada semana el coste mayorista marca nuevos máximos históricos, lo que acaba repercutiendo en el precio al consumidor. Este viernes el coste alcanzó los 216,01 euros por megavatio hora. La tendencia al alza no solo afecta a la luz. También los combustibles siguen en ascenso, a raíz del precio del petróleo, que ayer superó los 80 dólares por barril después de tres años sin hacerlo. El precio del gasoil en la mayoría de estaciones de servicio de la provincia se encuentra en 1,33 euros por litro, como en octubre de 2014. En el caso de la gasolina 95, se ha disparado hasta 1,45 euros, cota que no se alcanzaba desde julio de 2014 en Salamanca.
La reactivación de la economía después de lo más duro de la pandemia ha traído consigo un efecto que pocos esperaban: problemas para el transporte de mercancías. El envío por barcos fue lo primero que empezó a notarse con el aumento del comercio internacional, pero en los últimos tiempos se han sumado las dificultades para realizarlos por carretera en camiones, una situación que empieza a preocupar a las empresas salmantinas, primero por las complicaciones para poder mantener el ritmo normal de su actividad, y segundo, por el aumento de los precios al existir una mayor demanda que oferta de medios de transporte.
En el caso de los envíos marítimo, faltan contenedores en los que cargar la mercancía y también barcos que los transporten, motivos por los que los precios se han multiplicado por seis y hasta por siete, destaca la Cámara de Comercio de Salamanca. En el caso del transporte por carretera, la falta de conductores está repercutiendo negativamente, ya que las empresas no dan abasto.
El Consejo de Ministros aprobó la subida de 15 euros mensuales del salario mínimo interprofesional (SMI) con efecto desde el 1 de septiembre, hasta 965 euros brutos en 14 pagas. Un cambio que rechazan los empresarios, ya que según ellos complica la salida de la recuperación, tal y como destaca José Vicente Galeano, presidente de la patronal CES.
“Es un cambio a mitad de partido de las condiciones. Hay empresas que tienen contratado con los clientes un servicio durante todo el año, por ejemplo en limpieza, y que ahora deben asumir más costes sin poderlo trasladar al precio. El aumento puede parecer pequeño, pero la repercusión en salarios y seguros sociales globalmente es importante”, indica.
La crisis económica generada por la pandemia obligó a muchas empresas a recurrir al crédito para poder subsistir en los peores momentos. Ahora que la actividad se ha retomado, la mayoría de negocios tienen que hacer frente a los préstamos en una situación alejada de ser todavía la ideal. También es ahora cuando muchos propietarios de locales, que en su momento decidieron perdonar cuotas o aplazar su pago, han empezado a reclamar a las empresas la vuelta a un calendario normal de pagos. Retos que han de afrontar cuando todavía hay sectores en los que la recuperación no ha empezado o lo ha hecho de forma atenuada, tal y como recuerda la patronal CES, y su nivel de venta está lejos al nivel prepandemia.
La construcción, uno de los sectores más robustos en pandemia, ha visto como en los últimos meses los precios de materias primas como el hierro, madera y sobre todo los productos derivados del plástico, se han disparado.
El cobre y el aluminio también han aumentado. Un problema a la hora de afrontar contratos de obra pública o sacar adelante proyectos.
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