Alerta de salud mental: más de un intento de suicidio al día en Salamanca

Tristeza, ansiedad o vacío. Desesperanza o pesimismo. Irritabilidad, frustración o intranquilidad. Sentimientos de culpabilidad, inutilidad o impotencia. Apatía, fatiga o la sensación de que tomar una decisión se te hace muy cuesta arriba. Estos son algunos de los síntomas que se manifiestan cuando una persona está pasando por un trastorno del ánimo como lo es la depresión.

A veces, no se trata de “tomarse un tiempo”, sino de saber pedir ayuda a tiempo. Los pensamientos que pueden pasar por la cabeza de una persona que está atravesando por esta afección pueden hacer tanta mella que incluso muchas personas que aseguran haber pasado con éxito el trance terminan volviendo a recaer. Se trata de una ‘montaña rusa’ que, poco a poco, está ganando visibilidad en nuestro día a día y que, desafortunadamente, ya se ha cobrado muchas víctimas.

De entre todos los factores que influyen en el diagnóstico y en la recuperación de esta alteración psicológica, se podría decir que el que resulta más trascendental es el de despejar cualquier atisbo de duda. Y es que, los psicólogos alertan de que son muchas las veces que las personas confunden la depresión con tener un estado emocional bajo, alicaído y sin mucha ilusión.

Este trastorno del ánimo irrumpe con fuerza en la vida de quienes lo padecen obligándoles a que su vida pegue un giro de 180º. “En el ámbito de la depresión, el retraimiento y la soledad son muy importantes. Entre los factores de riesgo de esta alteración, están el aislamiento social o tener una baja autoestima que intentamos reforzar constantemente con pensamientos de fracaso o de desolación, los cuales se suman a las situaciones personales por las que pueden estar atravesando las personas que la sufren”, asegura Sara Ruiz, una de las psicólogas de Salud Mental Salamanca (AFEMC), que incide, además, en que el consumo de sustancias puede desencadenar en una serie de conductas dependientes y, por lo tanto, en un empeoramiento del diagnóstico.

Sumado a todo lo que supone el tener que hacerle frente a este diagnóstico, está el hecho de que la pandemia ha agravado la situación económica de muchas familias, que se han quedado sin recursos o que, directamente, sufren de pobreza, lo cual se convierte en un verdadero riesgo para aquellos que sufren este trastorno, que ya se ha convertido en la primera causa de baja laboral, superando incluso a las bajas por lumbalgias, que, hasta hace bien poco, predominaban en el registro de la Seguridad Social.

Otro de los factores en los que hay que insistir en este diagnóstico es en la revelación de la cantidad de procedimientos suicidas que pueden darse una vez que los pacientes que sufren de depresión sienten cómo les es imposible superar el trance y las cifras lo corroboran. En 2021, en Castilla y León, hubo 236 fallecidos por suicidio. En Salamanca, las muertes registradas en ese mismo año por esta causa fueron 24, de las que es destacable que el número de hombres superó notablemente al de las mujeres (18 frente a seis).

Estos datos, que mantienen en alerta al Servicio de Emergencias de Castilla y León, se suman a la escalofriante cifra que revela que al menos una persona intenta suicidarse cada día en Salamanca, teniendo como referencia las 505 llamadas que se registraron en la provincia en 2022 y que completan el cupo total de avisos que hubo en la Comunidad, con un total de 3.600 emergencias calificadas como intentos de suicidio -la cifra más alta obtenida en los últimos cuatro años, ya que, en 2021, fueron 3.043; en 2020, fueron 2.556 y, en 2019, se contabilizaron 2.179-.

A nivel nacional, cada día, más de 200 personas intentan quitarse la vida por este trastorno del ánimo, siendo el índice más alto que, hasta ahora, se ha obtenido en España en lo que a conductas suicidas se refiere.

A día de hoy, falta mucho camino por recorrer en lo que a visibilizar la importancia que tiene la salud mental se refiere. La estigmatización y la discriminación que sufren las personas que padecen estos trastornos del ánimo están muy extendidos en la sociedad.

En la línea de las conductas suicidas que, en ocasiones, suelen darse a raíz de este tipo de problemas, hay que resaltar que, en una veintena de países, estos comportamientos están penalizados.

A este hecho, se suma, tal y como se ha mencionado anteriormente, que las personas más pobres y más desfavorecidas de la sociedad son las que mayor riesgo corren de no poder recibir los servicios adecuados. Por eso, otro de los retos que Europa y el mundo tienen pendiente es el de invertir más fondos en salud mental.

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