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“No podemos mirar hacia otro lado y tirar el edificio confiando en que no pasará nada. Preferimos perder medio año a que una sola persona pueda desarrollar el más mínimo problema de salud a causa del amianto”, ha expresado el consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, cuando le han preguntado al respecto.
El consejero es burgalés y conoce de primera mano lo que sucedió en el Hospital General Yagüe: un derribo ‘rápido’ en el que -al parecer- no se tomaron todas las precauciones necesarias. Según publicó Diario de Burgos, “lo que no hizo la empresa que ejecutó el derribo del antiguo Hospital General Yagüe en 2016 tendrá que hacerlo el comprador del solar”. Es decir, “retirar todo el relleno de escombros que hay enterrado en el subsuelo y proceder a su gestión como residuo”.
Al parecer, la empresa que derrumbó el centro sanitario burgalés abarató los costes del proceso rellenando la parcela con parte del material del propio derribo, que no retiró ni llevó a un centro autorizado. Esto obliga ahora a desenterrar buena parte de los escombros del viejo hospital y realizar un análisis del suelo que determine si existe o no descontaminación.
El derribo del Clínico salmantino comenzó en el mes de mayo y, por entonces, fuentes del Hospital aseguraban que en el Clínico el trabajo se ha venido realizando correctamente y “no hay residuos radiactivos porque ya se siguieron los protocolos del Consejo de Seguridad Nuclear” desde hace baste tiempo. El jefe del servicio de Radiofísica del Complejo Asistencial, Carlos Martín, viene registrando desde hace años todo lo que se hace con los residuos que se pueden considerar tóxicos, ligados a los servicios de Medicina Nuclear y Radioterapia.
Del amianto no se habla en el caos de Burgos, pero la gran diferencia entre los derribos que se realizaban hace unos años y los de ahora es que los controles actuales ya no se limitan a techos y tuberías. Ahora se es más meticuloso a la hora de buscar este material que puede producir cáncer en el caso de una exposición prolongada.
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