Vicente P. García, Manolo Muiños, Tomás Marcos y Alfonso Romero durante la presentación de la Memoria 2022 de Proyecto Hombre.

La alarmante edad de inicio del 'consumo problemático' de alcohol en los jóvenes salmantinos

Proyecto Hombre ha atendido a 1.300 personas en 2022: 87% hombres y 13% mujeres | Un 85% de las personas en tratamiento presentan adicciones al alcohol y a la cocaína | Desde 2016, la edad media de inicio del tratamiento pasa de los 36 a los 42 años

María Regadera

Salamanca

Lunes, 26 de junio 2023, 21:16

La edad de consumo problemático de alcohol se sitúa en 15 y la del cannabis en los 17 años. El de otras sustancias como la cocaína o heroína es más tardío y se sitúa en una media de 18 a 24 años. En 2022, las dos sustancias principales que han acaparado las demandas de tratamiento, entre las personas que ingresan en Proyecto Hombre Salamanca han sido el alcohol y en segundo lugar la cocaína, con un 85,1%.

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Proyecto Hombre ha presentado los datos del 'Informe 2022 del Observatorio Proyecto Hombre sobre el perfil de las personas con problemas de adicción en tratamiento'. Atendió durante el año 2022 a 1.300 personas, de las cuales un 75% de las personas que acuden a la entidad solicitando ayuda tienen entre 26 y 49 años. Vicente García, responsable de servicios generales, destacó durante su intervención que la media de edad de las personas que han iniciado un tratamiento en Proyecto Hombre ha sufrido un aumento respecto a 2016, de 36 años a los 42 actuales: «Una persona consumidora de alcohol tarda más tiempo en ser consciente de su adicción. Además, es una sustancia que cada vez está más normalizada por la sociedad», asegura Vicente haciendo hincapié en que « las personas con problemas de adicción al alcohol tardan en solicitar ayuda una media de 30 años».

Alfonso Romero Furones, responsable médico, pone el foco en los problemas asociados a las adicciones: «tienen descuidada la boca, sufren infecciones, trastorno de comportamiento y del consumo y arrastran afectaciones hepáticas. Necesitan una atención integral», destaca.

Manuel Muiños, presidente de Proyecto Hombre, invita a los lectores a mirar más allá de los datos: «Algo estamos haciendo mal cuando las personas necesitan escapar, tapar su realidad o llenar su vida de una manera inadecuada. Detrás de cada adicción hay un ser humano con una problemática y eso no lo vemos», aseguró. También puso de manifiesto la relación entre las adicciones y las situaciones de violencia: «Cada vez son más las situaciones de violencia de género, doméstica y están muy asociadas a los consumos».

Tomás Marcos, presidente de la Fundación insistió en dos realidades: «Hacen falta voluntarios y nos gustaría que aumentasen nuestros colaboradores». A pesar de que el 70% de sus ingresos son de subvenciones públicas, a las cuales está «enormemente agradecido», cuentan con «recursos limitados».

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Luis Gutiérrez Barrio, voluntario de Proyecto Hombre.

«Lo más doloroso es ver cómo un chico que iba bien tira la toalla»

Luis Gutiérrez Barrio, de 76 años y jubilado es voluntario de Proyecto Hombre desde hace 17 años, mucho tiempo dentro de la organización, pero «no tanto como se merecen» los chicos a los que atiende, asegura. Él quería emplear su tiempo en cosas «que pudieran ser de interés para la sociedad en general» y encontró en Proyecto Hombre «realmente lo que quería».

Tiene una relación muy estrecha con los usuarios de Proyecto Hombre, a los que acompaña cada domingo por la noche cada semana. «Comencé acompañando a los chicos a hacer la compra, ir al médico, a rehabilitación o cuando los terapeutas tenían asambleas. Ahora hago la noche con ellos, es lo que más me llena», reconoce. También hace hincapié en la necesidad de involucrarse en este proyecto: «Ellos me dan mucho más de lo que yo les ofrezco. Hay que estar metido para ver la amplitud de la labor que se hace. Para mí es algo muy profundo».

Sin embargo, dentro de su bonita labor también hay grises y momentos difíciles. «Lo más doloroso para mí es ver cómo un chico que iba progresando bien, atraviesa una crisis y tira la toalla», afirma. También siente una alegría inmensa cuando alguno de los integrantes del proyecto recibe el alta terapéutica: «Algunos incluso encuentran trabajo y vuelven con su familia. Al final, tienes afecto y cariño a los chicos», aclara.

Luis también pone el foco en los prejuicios de la sociedad hacia las personas drogodependientes y la necesidad de erradicarlos: «Son entrañables, yo creo que esta sociedad tiene mucho desconocimiento», afirma. «No nos damos cuenta, pero hay otros mundos que están desamparados de la mano del hombre. Son vidas que están viviendo cerca de nosotros, pero no las miramos, no las ayudamos. Muchas personas prefieren mirar hacia otro lado», concluye.

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