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Un hombre pasa ante un anuncio de alquiler de vivienda. ALMEIDA
Más de 340 familias de Salamanca, 'condenadas' a compartir piso para llegar a fin de mes

Más de 340 familias de Salamanca, 'condenadas' a compartir piso para llegar a fin de mes

Cáritas y Cruz Roja alerta de que desde la pandemia se multiplican los inmuebles en los que cada dormitorio es el hogar de una familia diferente

Domingo, 2 de junio 2024, 06:15

Las graves dificultades que ya tenían para acceder a una vivienda se han recrudecido aún más con la pronunciada escalada de los alquileres de los últimos años. La situación de extrema vulnerabilidad en la que viven, agudizada por arrendamientos cada vez más inalcanzables, 'condena' a más de 340 familias de la provincia de Salamanca a tener que convertir una sola habitación de un piso compartido en su minúsculo hogar. Esta cifra es tan solo una aproximación. Representa únicamente a los núcleos familiares en esta situación que Cáritas Diocesana atendió durante el primer cuatrimestre de este año, por lo que es probable que sean más. Se trata de una cifra muy fluctuante, apuntan desde la organización humanitaria. No obstante, el elevado número de casos permite hacerse una idea de que no se trata de un problema aislado, sino de una realidad en la que crecen, al menos, 91 menores que van al colegio o al instituto en Salamanca, y que pueden llegar a vivir en una vivienda que comparten hasta cuatro familias. Un entorno aún más complicado en el caso de 57 familias monoparentales.

No solo las dificultades económicas les obligan a renunciar a gran parte de su intimidad para poder tener un cobijo, sino que en muchos casos su situación irregular les impide tener a su nombre un contrato de alquiler. La mayoría son inmigrantes sin papeles, en algunos casos solicitantes de asilo que esperan que se les reconozca la condición de refugiados. Para firmar un contrato de arrendamiento se les exige documentación, una nómina, unos ingresos regulares... E incluso ni siquiera todo ello es suficiente para convencer a propietarios que temen no poder echarles del inmueble en caso de un reiterado impago del alquiler. Como consecuencia de ello, no les queda mucho más remedio que vivir en inmuebles subarrendados en el que cada dormitorio es hogar de una familia. Consiguen así un alojamiento sin ningún tipo de seguridad de que no se les va a expulsar en cualquier momento y sin previo aviso, y sin ninguna garantía de que al mes siguiente no se les va a exigir más dinero por seguir residiendo en ellos.

En las décadas previas a la pandemia proliferaron los denominados pisos patera, en los que se hacinaban inmigrantes. Se sobreocupaban los inmuebles, pero no se trataba de familias enteras, sino principalmente de extranjeros llegados en solitario. No es ese el escenario que las ONG ven en Salamanca. De hecho llama la atención que de los 464 casos atendidos por la organización diocesana entre enero y abril y que residen en habitaciones de viviendas compartidas, tres de cada cuatro son familias, mientras que el 25% restante (118) son personas solas.

«Los núcleos familiares alojados en una habitación de pisos compartidos se ha empezado a ver más a partir de la pandemia y, sobre todo en estos dos últimos años», explica la responsable de Acogida de Cáritas, Oliva Martín. «Tiene mucho que ver, al menos los casos que nosotros atendemos, con la llegada de muchos inmigrantes, por un lado irregulares y por otro lado solicitantes de protección internacional. Algunos vienen con pocos ahorros y se les van terminando, otros vienen sin ningún ahorro, y por tanto tienen que buscar dónde ubicarse, que a veces no es ni el mejor sitio, ni el más adecuado, ni el más económico, pero es donde les dejan», insiste apuntando que muchas de estas familias proceden de Sudamérica, principalmente de Perú, Venezuela y Colombia, que han huido de la inseguridad que viven en sus países.

«Lamentablemente es una situación que se ve cada vez más por la falta de recursos y la dificultad en el acceso a la vivienda. ¿La solución cuál es? Pues, compartir viviendas por medio de habitaciones con otras familias», confirma el coordinador de Cruz Roja en Salamanca, Javier Vicente. «En los dos últimos años el incremento de familias que llegan y ese tipo de situaciones está creciendo. Antes eran personas solas que compartían vivienda, que, digamos, que entra dentro de lo normal. Pero el caso de familias, ha aumentado en los últimos tres años», añade incidiendo en que, aunque sean mayoritariamente inmigrantes, también hay núcleos familiares de españoles que se ven forzados a optar por esta opción habitacional.

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