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7 mujeres de la Base Aérea de Matacán cuentan cómo dejaron atrás prejuicios y accedieron al Ejército

7 mujeres de la Base Aérea de Matacán cuentan cómo dejaron atrás prejuicios y accedieron al Ejército

Son 64 en total (un 13,6% de la plantilla es femenina) en la base salmantina,en la que desarrollan su pasión vocacional como uno más

CYNTHIA ALONSO

Domingo, 20 de enero 2019, 19:05

"Después de 30 años, las mujeres ya deberíamos dejar de ser noticia". Es el sentir de siete de las 64 mujeres militares que integran la Base Aérea de Matacán y que reconocen que la masculinización "no es cosa del Ejército, sino de la sociedad española".Hace unos meses se cumplieron tres décadas de la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas españolas. Más allá de los datos —el 12,7% de efectivos en España son féminas; un 13,6% en la base salmantina de Matacán—, el aniversario es la excusa para compartir un distendido café con un amplio espectro de mujeres, de diferentes escalas y empleos, y comprobar cómo el sexo no importa cuando se habla de vocación y profesionalidad.22 años tiene la alférez Carolina Villanueva, la más joven pero con las ideas muy claras. Hace cinco meses que llegó a Matacán, donde también reside, para estudiar el quinto curso de especialización como piloto de aviones de transporte. Natural de Cartagena (Murcia), los aviones y la ingeniería siempre le atrajeron. Finalmente su padre guardia civil le animó tras la Selectividad a decantarse por el Ejército del Aire. Nunca se arrepintió. Cuenta que en el campamento de adaptación a la vida militar era la única chica. Ella y 39 chicos. "Pasé los primeros 15 días con mis compañeros, hasta que llegaron más chicas de promoción interna. Era como un chico más y sigo siéndolo. Me tratan como a uno más. No sé si es mejor o peor, pero siempre me he sentido muy a gusto, supongo que va en la personalidad de cada uno", explica Carolina. "Cuando he necesitado la presencia femenina, por ejemplo para irme de compras, me voy con chicas de otras promociones. Aunque es verdad que alguno también se ofrece y me pide ir de compras con él", desvela con una sonrisa la joven que comenzó a pilotar avionetas hace tres años. Pese al atractivo de ser piloto de caza y combate, cuerpos de elite del Ejército del Aire, ella optó por los aviones de transporte. "Soy más feliz porque es un tipo de vuelo más relajado, disfruto de la navegación, de las maniobras, del vuelo nocturno... Me alegro de haberlo elegido", señala.Rodeada de hombres —tan sólo son tres mujeres en su departamento— también trabaja la sargento Noemí Martín, mecánico en el área de mantenimiento de aeronaves, hija, nieta y hermana de guardias civiles. La "casualidad" la llevó hace once años a acceder a unas plazas que salieron de mecánico. Descubrió que trabajar con el avión era su pasión y aquí se quedó. Confiesa que lo más costoso fue dejar a su hija de 10 años para acudir a la academia de suboficiales. "El sexto sentido te obliga a darlo todo. Yo tenía que volver a Salamanca como fuera y conseguí la plaza. Y eso que volver al destino suele ser algo inusual. Cuando buscas ascender o avanzar en tu carrera lo haces por tu familia. No fue fácil separarme ese tiempo de mi hija pero al final al que le gusta lo que hace, donde está y avanzar, lo hace independientemente de ser hombre o mujer", subraya la sargento, que ha acudido a varias misiones en Senegal y Mauritania.Para Noemí Martín, ser mujer y mecánico de aeronaves "se ve más natural en el Ejército que desde fuera". "Una vez que estás dentro, por mi experiencia, nosotros somos uno más. Y empleo la palabra nosotros porque me molesta que cuando estoy yo sola y se dirigen a nuestro grupo digan, señores y señorita. No, señores", matiza la sargento, que deja claro que si no hay mujeres en los puestos de mando del Ejército es por una cuestión de tiempo. "Las mujeres entraron hace 30 años, se empieza poco a poco y cuesta que lleguen arriba, no se puede llegar de un día para otro. No es una cuestión de discriminación, sino que hay puestos que se llega por antigüedad y no nos ha dado tiempo", incide la mecánico que recuerda que ya se ven las primeras mujeres en las Patrullas acrobáticas Águila, Aspa y Papea.La sargento Noemí Martín, en su tarea de mantenimiento de un avión. "La igualdad no tiene que ser un 50% hombres y un 50% mujeres —reivindica Noemí Martín— y si queremos estar en las Fuerzas Armadas un número de mujeres, somos las que queremos. Somos personas y militares, y cada uno en su especialidad. Todos hacemos el mismo trabajo. Si hay alguna cosa que me cuesta, como levantar una rueda de T-19, buscas mañas o pides ayuda a un compañero y no pasa nada".En eso coincide la cabo Beatriz Domínguez, ponferradina hija de legionario que tras intentar acceder a la Legión en Melilla y a la brigada de Paracaidistas, finalmente logró plaza en Matacán, donde ha trabajado en Seguridad y Defensa de la Base y ahora en contratación como administrativa. "Siempre se trabaja por binomios y el que tienes al lado te echa una mano. Todos somos compañeros, independientemente de si es hombre o mujer. Pasas tanto tiempo con los compañeros que es como si fueran tus hermanos, un día te quieres y otro te peleas", refleja Beatriz Domínguez, mientras el resto de compañeras asienten.Entre las experiencias más gratificantes vividas, la cabo rememora su participación en las labores de apoyo a la retirada del chapapote de las costas gallegas junto con militares de otras unidades. En su mente siguen grabadas aquellas imágenes terribles de las "playas negras y los animales muertos" ahogados bajo el petróleo. Mismo recuerdo tiene la cabo Johanna Martínez, dominicana de nacimiento y salmantina de adopción, que acudió a Galicia dos veces como voluntaria para ayudar a limpiar las playas.Johanna entró en el Ejército hace 18 años. Eligió la especialidad de Seguridad. "Siempre me gustó la rectitud y las cosas bien hechas", revela cuando le preguntamos por los motivos de su elección de entrar en las Fuerzas Armadas. Sus conocimientos sanitarios como técnico de transporte sanitario le valieron hace unos meses para pasar la sección de Sanidad de la Base donde da apoyo a los médicos en las revisiones del personal y la administración de las historias clínicas. La cabo Martínez también es madre y valora positivamente los avances y nuevos planes de conciliación que va a aprobar el Gobierno, que prevé aumentar las garantías para los militares con reducción de jornada para el cuidado de hijos menores de cuatro años, la situación de las parejas militares con hijos o las familias monoparentales."Aunque en una reducción de jornada, siendo ambos padres militares, casi siempre se la coge ella, ya hay casos en los que no y poco a poco ya lo van pidiendo ellos", agrega Johanna Martínez. Lo mismo sucede con los ascensos y ya son los maridos los que tienen que dejar sus trabajos en la empresa privada y seguir a sus mujeres militares por un cambio de destino asociado a una promoción laboral."Culturalmente antes la mujer no trabajaba y seguía al marido. Ahora debe cumplir con el doble rol de ama de casa y curranta fuera. Pero hoy en día debemos aspirar a que todos seamos amos de casa y todos trabajemos fuera", reivindica la capitán médico de la Base de Matacán, María José Noguera, cordobesa especialista en Medicina de Familia y de Vuelo, que incide en que "la feminización es una realidad". "El problema es cuando la feminización se asocia a que las mujeres somos más débiles, nos cogemos bajas... son circunstancias de una sociedad machista"."Cuando voy con un compañero a mí siempre me dicen la enfermera y a él el medico. Eso pasa y te lo tomas con humor", confiesa Noguera, granadina que decidió compaginar su pasión por la Medicina con "prestar servicio a España y ayudar de una forma más amplia". Dejó atrás los prejuicios y probó a entrar al Ejército en los Cuerpos Comunes. Pasó por la formación general militar, antes de realizar cuatro años de especialización en el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid y dos en Urgencias. En las reuniones del Hospital ella era la única mujer entre tenientes coroneles de más de 50 años. "Se sorprendían y no sabían bien como tratarme pero cuando te pones a trabajar y ven que profesionalmente respondes, da igual si eres mujer u hombre"."Continuamente queremos demostrar que podemos". ¿Las mujeres son más valientes y dan más el callo?, pregunto. "Eso va en la personalidad de cada uno pero es verdad que no nos gusta que se nos vea como débiles e inferiores y continuamente queremos demostrar que podemos", responde la sargento mecánico.Todas reconocen que vayan donde vayan, no sólo en el Ejército, la gente más mayor del entorno "no está acostumbrada a que llegue una mujer y responda igual que ellos a todos los niveles en el terreno laboral". Algo que no sucede en bases o escuadrones con gente más joven donde todo está más "normalizado".En la actualidad las mujeres llevan a cabo cualquier tarea, hasta la de poner a punto los misiles. Es el caso de la sargento primero Amaya Calvo, albense que entró en 2001 en el Ejército del Aire por vocación, que ha trabajado en el 47 Grupo de Torrejón de Ardoz en el órgano de inteligencia realizando la cartografía y planeamiento del misil Taurus de la Fuerza Aérea Española. Hace tan sólo 15 días que fue destinada a Matacán para ejercer como profesora de la Escuela de UAS o drones. "Siempre me han tratado muy bien y no han hecho distinción por ser mujer", asegura.Calvo es la única docente mujer y una de las tres únicas suboficiales de la Base militar salmantina. A ellas hay que sumar 3 oficiales femeninas y 58 mujeres en tropa. La soldado cántabra Eva Martín Santiago es una de esas integrantes de tropa. Abandonó en el último año sus estudios de Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Salamanca y se alistó en el Ejército del Aire, un mundo que le atraía y donde ya tenía conocidos de Matacán. Reside en la Base donde trabaja como administrativa en el área de contratación tras pasar por Seguridad."Pasé miedo en el Líbano". "En las misiones, por no querer llamar la atención te callas mucho más. Te haces la dura", comentan las militares durante el café. La capitán médico María José Noguera habla de su elevada responsabilidad en las misiones internacionales a la hora de atender accidentes, coordinar la logística sanitaria o tomar la "difícil decisión de expatriar a una persona".Ella fue destinada al Líbano 15 días después de que mataran a un militar: "Estábamos en situación de alerta y sí reconozco que pasé miedo por los tiroteos", admite mientras matiza que por su condición de sanitaria estaba "superprotegida". Senegal fue otro de sus destinos internacionales, donde visitó los hospitales del país y se encargó junto con otra mujer de la atención sanitaria de los cuerpos de élite españoles: legionarios, zapadores y paracaidistas. "Ellos me decían que agradecían que fuera mujer porque no se tenían que envalentonar tanto y se abrían conmigo. Nunca he recibido una salida de tono. Al contrario, era como su madre, preocupada de si se tomaban la pastilla o de evitar que hicieran un ejercicio peligroso", detalla Noguera, que en Matacán se encarga de dar cobertura sanitaria en ejercicios aéreos y de la asistencia diaria al personal.Sin duda, con todas ellas, el Ejército y España, están en buenas manos.El pueblo salmantino que tiene arsénico en su agua "potable"La "luna de sangre", esta noche en Salamanca: todo lo que debes saber para presenciar el eclipseNuevo robo de un vehículo en Salamanca, esta vez en la calle de la Radio

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