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Dios le Guarde
Viernes, 28 de julio 2023, 06:00
Pocos regalos se amortizan tanto y tan rápido como el que hace poco hicieron a Sylvain Lauber sus padres. Este joven recibió una flamante bicicleta como regalo por su 25 cumpleaños, una bicicleta que ya ha visto mucho mundo a pesar de ... su, por ahora, corta vida. Sylvain vive en Suiza, de donde procede su padre, pero también tiene orígenes salmantinos, concretamente de la localidad de Dios le Guarde, de donde es su madre.
«Al principio pensaba que era imposible hacerlo, pero poco a poco me fue pareciendo factible, y lo hice», revela el joven. «Hago mucha bici, pero no tenía, usaba la de mi padre. Era un regalo perfecto». Pero aunque la idea parezca descabellada para algunos, detrás hubo un entrenamiento: «Hice unos 500 kilómetros previamente», añade. Esos 500 se han convertido en más de 1.500 a día de hoy, de hecho, en este mes ha recorrido 1.957 kilómetros.
El 14 de julio arrancó la primera etapa de su viaje de 13 días en el que se ha encontrado con seres queridos y reunido con amigos. Burgos, Valladolid, Salamanca y, finalmente Dios le Guarde, fueron algunos de los destinos que surcaron su ruta desde Lausana, en tierras suizas, y próximo a Ginebra. «Es el viaje más largo que he hecho en bici; daba un poco de miedo, porque no sabía cómo se iban a sentir mis piernas y mi cuerpo después de dos días», confiesa. Su vínculo con Dios le Guarde se encuentra vivo a través de los veranos en el pueblo, un pueblo que ha recibido su hazaña con una eufórica bienvenida y una pancarta. Este viaje en bici se completa, además, casi al tiempo que Sylvain Lauber finaliza sus estudios superiores de Ingeniería, y es que ya tan solo le queda el proyecto de máster para completar una etapa más de esta ruta que exige otro tipo de esfuerzos, y que también es digna de celebración.
Mediante una aplicación Sylvain pudo seguir un recorrido pensado para ir en bici, en el que podía consultar todo lo necesario para pernoctar y, tomando pequeños desvíos, visitar encantadores pueblos en Francia y encontrarse en Vitoria con su prima. La rutina consistía en salir temprano sobre las ocho de la mañana, con pequeñas pausas para descansar y comer, y llegando al destino sobre las tres de la tarde, con tiempo para hacer turismo. En su camino también se ha mezclado con los peregrinos en su camino hacia Santiago de Compostela.
El viaje ha exigido sacrificio, planificación y compromiso: «Llevaba lo justo de ropa para ir más rápido: un jersey, un pantalón corto, una chaqueta y chanclas». La experiencia ha tenido dos caras, ya que asegura que la preocupación siempre está ahí, aunque en los últimos días ha estado más relajado. «Te acostumbras con el tiempo, sabes cuándo tienes que pararte, cuándo coger agua. En un día he bebido más de ocho litros de agua por el calor. Y por ejemplo, tuve que cambiar una rueda, que se pinchó al comienzo, pero ha ido bien, la gente muy simpática. Veremos si repito algo similar».
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