Tensión y sacrificio demuestran la devoción por La Borriquilla de Ciudad Rodrigo

La cofradía de Jesús Amigo de los Niños tuvo que enfrentarse a un duro reto que finalmente superó demostrando además su disposición a sacrificarse por el paso de La Borriquilla y salvar la imagen de Jesús. En un día que no amenazaba lluvia aunque con el cielo oscurecido al principio, el paso partió con calma desde la Iglesia de Santa Marina, cuando las cornetas y los tambores salieron al encuentro del paso, que aguardaba a la puerta de la iglesia parroquial pacientemente.

Entre palmas y laureles, y con gran protagonismo de la juventud y la infancia, siendo estos quienes encabezaron la procesión y portaron el estandarte de la cofradía, el paso se abrió camino por el Puente Mayor y la calle Nogales Delicados para ascender por la Colada, momento en el que, al accionar el gato para hacer bajar el paso, este se rompió, impidiendo que el paso pudiera cruzar la puerta. Joel Encinas, uno de los cofrades, se encaramó al paso para tomar medidas y, entre todos, hicieron intentos fallidos en los que hubo que retroceder.

Finalmente se decidió desinflar las ruedas para bajar algo de altura. La suerte estaba echada, pero estuvo de parte de la entregada cofradía, que pudo salvar el paso, eso si, llevándose por delante la mano de Joel, la cual colocó sobre la cabeza de la imagen para ayudar a su paso sin que sufriera ningún daño, lo que le provocó algunas heridas, pero le convirtió en el héroe de la mañana. Los cofrades y el publico prorrumpió en aplausos después de aquellos momentos críticos de contener el aliento, en los que la banda siguió tocando estoicamente.

La procesión continuó hasta la Plaza Mayor, donde aguardaba la mayor parte del público agitando palmas y laureles, y donde, como marca la tradición, varios niños de la cofradía ascendieron al balcón de la Casa Consistorial, para ser recibidos por Manuel Peláez, capellán de la Cofradía de Jesús Nazareno, quien les dio voz uno a uno.

El público no dudó en agitar sus laureles, y los niños sus palmas desde el centro de la plaza, cuando se les animaba a ello desde el balcón. La procesión siguió su curso por las calles San Juan, Colegios, Velayos, Sánchez Arjona, Plaza Mayor, Julián Sánchez, Cardenal Pacheco y, finalmente, la catedral, corazón de la Semana Santa Mirobrigense.

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