La dinámica es la misma que en otros pueblos de la España Vaciada, aunque Fuenteliante tuvo la alegría de un nuevo nacimiento hace tan solo ocho meses. «Se trataba del hijo de un extranjero, es de otro país pero está censado aquí y ... vive aquí», indica el alcalde, Manuel Amador del Molino. Y es que cada vez es más frecuente que sean precisamente personas de fuera quienes insuflen vida a los pueblos. Hasta ese momento, Fuenteliante no había sido testigo de ningún nacimiento desde hacía más de 25 años.
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La edad media es, como cabe esperar de un pueblo en situación crítica de despoblación, muy alta. «Andará cerca de los 75 años o más», estima. Además, hay personas mayores cercanas a los cien años, la mayoría de ellos en residencias. «La previsión de este pueblo y de todos los de alrededor es que la población vaya cayendo, y lo difícil va a ser tener una mínima actividad de servicios para el pueblo», recuerda.
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«Esta tendencia va a seguir así, de forma natural la gente irá falleciendo y no habrá relevo». Un futuro que bien podría parecer una distopía, ahora parece muy realista, no solo para Fuenteliante, sino para otras localidades cercanas: «Quedarán dos o tres personas que vengan a su actividad ganadera, y los pueblos quedarán repartidos como en el siglo XIV, pueblos feudales repartidos a nivel de explotaciones con rentas o en propiedad, y estas zonas quedarán casi vacías», finaliza.
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