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Guijuelo
Jueves, 19 de diciembre 2024, 06:30
«Estamos inmensamente agradecidos con Guijuelo y la comarca por todos los años que nos han brindado. Un siglo al lado de todos los Guijuelenses ha sido un regalo, y estos días lo único que hemos recibido es el gran cariño que nos tienen a la familia y a nuestra labor hostelera desde 1917», explicaba ayer Adela Marcos Torres, cuarta generación de la familia Torres, que ha gestionado durante cerca de 107 años importantes negocios hosteleros y hoteleros que se han convertido en un símbolo ineludible de la historia de Guijuelo.
El lunes pasado fue el último día en el que la afamada cocina del Torres sirvió algunas de sus propuestas de más renombre, entre las que no pueden faltar las patatas fritas u otros manjares que han dado servicio a generaciones y generaciones de guijuelenses y visitantes, como los pimientos, las gambas o huevos, amén de chanfaina o, en estos últimos años, las propuestas ofrecidas cada año dentro del concurso de pinchos de Guijuelo.
Juan y Ramón Torres comenzaron el legado en 1917 con el Café Industrial Puerta del Sol, que continuaron Enrique y Manuel Torres junto con Nati, la mujer de este último. La tercera generación llego con Manolo y Montse, madre a su vez de Adela, la cuarta generación de la familia Torres que ha estado vinculada al negocio familiar en el que también se encontraba Andrés, su padre. «Mis padres se jubilan y, con ellos, las recetas tradicionales de Torres», señalaba Adela para explicar esta despedida de un negocio señero de Guijuelo, que aún hasta el último momento acogió, por ejemplo, el encuentro matutino de industriales de la villa para hablar del sector cárnico. Lugar ineludible para la visita de toreros, artistas, deportistas o visitantes de Guijuelo, el hotel de la calle San Marcos tomaba el relevo del negocio de la Plaza Mayor, en cuya planta alta se encontraba el salón de baile donde tocaba la orquesta Tami.
«Fueron de los primeros en tener televisión en Guijuelo y yo me acuerdo de ir a ver los toros allí para tomar una citrania y las maravillas de patatas fritas», recordaba también Myly Díaz, guijuelense e hija de Emeterio, uno de los camareros de Torres que, como otros compañeros, salió de Torres para trabajar por su cuenta hasta abrir el también recordado «Minuto». Por tanto, fue un negocio familiar que sirvió para crear escuela y que dejó huella en muchos guijuelenses. «Para nosotros Torres es un referente, aún conservo el menú de la boda de mis padres, que se celebró allí», rememoraba Myly Díaz al hablar de una celebración que tuvo lugar el 21 de agosto de 1950.
La despedida de un negocio de este tipo provoca nostalgia, habrá cambios, pero el recuerdo del Torres no se diluirá de la noche a la mañana dado que tanto del hotel como del bar se hará cargo una cadena hotelera cuyo objetivo es abrir a lo largo del mes de enero, según señalaba Adela Marcos.
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