Los quintos subirán de nuevo al pincollo en Lagunilla

La tradición regresará este fin de semana a Lagunilla con la fiesta de los quintos, que volverán a subir al pincollo en una costumbre arraigada en el pueblo pero sufría el riesgo de perderse. De hecho, hasta el año 2027 la celebración se mantuvo con normalidad pero, desde entonces, sólo se ha celebrado en dos ocasiones: 2020 y 2023. En esta ocasión, los jóvenes nacidos en el año 2007 serán los protagonistas de la jornada dominical, que dará inicio a las 12:00 del mediodía con la subida al pincollo, ese inmenso castaño plantado a modo de cucaña en la explanada frente a la cooperativa de la localidad.

Los quintos de 2004 y 2005 se unieron en una fiesta conjunta en el año 2023 y le suceden los que ahora llegan a los 18 años en este 2025. La cita, como es habitual, está programada para las doce del mediodía, momento en el que los jóvenes vestirán monos de trabajo o ropas más viejas para intentar escalar lo más arriba posible del árbol. En otras ocasiones, jóvenes de otras quintas se han animado también a intentar subir al árbol pero, en esta ocasión, habrá que esperar al domingo para comprobarlo. Según recoge el programa hecho público por el Ayuntamiento, durante la subida, los quintos ofrecerán vino y dulces. Después, comenzará el pasacalles por todo el pueblo organizado por el Consistorio al son de la charanga «El Bombazo» para acompañar a los quintos.

La fiesta, como en otros lugares, ha ido evolucionando con el paso de los años ya que, antaño, el recorrido llevaba a una amplia comitiva de varios centenares de personas casa por casa para que los quintos y sus familias ofrecieran una invitación. Ha habido años de pocos quintos o en los que las familias se han unido para hacer una celebración conjunta. Y, a mayores, llegó la pandemia, que condicionó muchas cosas aunque los quintos de 2020 sí se celebraron porque tuvieron lugar antes del confinamiento.

Esta de los quintos y el pincollo es una de las tradiciones que cuentan con un gran arraigo entre los vecinos de la localidad. Allí se mantienen otras que se han perdido ya en otras zonas. Es el caso de la sarna, una quema de muñecos en la víspera de San Juan que antaño se hacía por los barrios, o la Zumbá, la cencerrada que se celebra cuando un viudo se casa de nuevo.

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